Capítulo 38

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“Nada. Pero si alguna vez lo hacés con mi ropa interior, me va a dar mucho asco, tanto que no voy a volver a tocarte. Para que lo sepas.”

Él definitivamente se iba a acordar de eso. No es que tuviera planes de oler su ropa interior, ni mucho menos. Pero no quería hacer nada que la molestara. “¿Alguna otra regla de la cuál debería estar al tanto?”

“Mantén baja la tapa del inodoro durante la noche, y no te comas nunca la última papa frita. Nunca.”

“Voy a acordarme lo del asiento, pero no tengo idea qué es lo demás.” Maahes se había olvidado de darle ese conocimiento.

“Bien. Acuérdate de eso y nos vamos a llevar muy bien.”

Ella caminó enojada hacia la cama.

“¿Todavía estás enojada conmigo?”

“Sí, y probablemente lo esté por un tiempo. ¿De verdad pensaste que era tan zorra que pondría a un hombre en peligro para después darme vuelta y acostarme con el que le juró que lo iba a lastimar?”

Guillermo se sintió atrapado ante semejante pregunta. Lo único que había aprendido con ella era que si decía la cosa equivocada, ella se cerraría con él.

Si decía la cosa equivocada y realmente la embarraba, ella no dejaría que la tocara en absoluto.

A él no le gustaban ninguna de las dos opciones.

Pero antes de que pudiera controlar su boca, habló. “Estoy sorprendido que durmieras conmigo dado que él es tu papá.”

_____ lo miró de arriba a abajo con una mueca. Él nunca aprendería a mantener la boca cerrada. “¡Eres imposible! Lo juro, tenéis las aptitudes sociales de un mono.”

La cara de Guillermo se desanimó como si le hubiera pegado un cachetazo. Él se sacó los auriculares y los bajó junto al iPod. Sin decir una palabra, fue hacia la ventana para mirar en dirección al mar. Completamente desnudo e ignorando el hecho, hizo una pose impresionante con sus brazos cruzados sobre su pecho.

Ella todavía se estaba acostumbrando a su cuerpo perfecto, sin cicatrices y el hecho que no tenía modestia.

Él corazón de _____ latió fuerte contra su pecho mientras lo miraba. Sin idea sobre qué lo había lastimado, se levantó para ir a su lado. Ella se presionó contra su espalda “Perdóname si te lastimé.”

Ella recorrió su omóplato con su dedo, y besó su brazo. “¿Podrías al menos decirme por qué?”

Con un tic en su mandíbula, le dijo. “Me recordó algo que mi madre adoptiva solía decirme, y…”

“¿Y qué?”

Guillermo se quedó en silencio mientras luchaba internamente con las emociones que nunca había esperado volver a sentir. Él se preocupaba por esta mujer. No quería lastimarla, pero más que todo, había un miedo que no había sentido desde que era un niño.

Miedo de que algo o alguien la separaran de él y de no poder protegerla. Pero lo peor era el horror de que ella sintiera tanto asco por él, como todos lo habían sentido antes, y que lo dejara por eso.

Por favor, no me dejes de lado.

Solamente una vez, quería saber que valía la pena que lucharan por él.

“¿Guillermo?” Ella puso sus manos en sus caderas para darlo vuelta de un lado a otro jugando.

Él miró a esos ojos topacio que lo hechizaban y lo marcaban como suyo cada vez que lo miraban.

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora