Capítulo 20

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Ella ignoró su pregunta.

Sus labios estaban tan agrietados y secos, que comenzaron a sangrarle. Aun así su madre se rehusaba a sentir piedad del él.

Pareció una eternidad y las horas pasaron hasta que finalmente se detuvo, y luego desmontó a Guillermo y desató la bolsa.

La caliente arena penetró sus sandalias, causándole ampollas en sus pies y sus piernas. Él trató de sacarla, pero nada funcionaba. Y lo que era peor, tenía mucha hambre.

“Mwt, tengo hambre. ¿Tenéis algo para que pueda comer?”

Ella hizo una pausa para mirarlo con rabia. “No tengo nada para ti. ¿Entiendes? Nada. Me das asco, pequeño perro patético.”

“¿Qué hice?”

Ella frunció sus labios. “Tuviste que nacer.”

“Pero…”

Ella le dio otra cachetada. Esta vez con la suficiente fuerza para tirarlo al piso. Guillermo gritó del dolor. La arena estaba tan caliente como las brasas. Y para donde se moviera, era cada vez peor.

Ignorando su pedido de ayuda, su madre sacó un enorme martillo de la bolsa que había llevado y volvió a su lado.

Él miró hacia arriba, con su carita angelical llena de ampollas, que habría tocado al corazón de cualquiera que tuviera uno. Sus labios estaban cubiertos de sangre y arena, mientras que sus rojas mejillas tenían surcos de lágrimas. “Perdóname, Mwt. Lo que sea que haya hecho para hacerte enojar, perdóname.”

No había ni amor ni compasión en la cara de su madre, mientras le pegó en sus piernas con el martillo, haciendo pedazos sus rótulas.

Guillermo gritó en agonía mientras volvió a caer en la arena tan caliente que se sentía como aguijones. Pero ella no había terminado. Una y otra vez le pegó en las piernas, rompiéndolas de tal forma que él jamás sería capaz de seguirla hasta su casa.

Una vez que estuvo convencida de que él moriría en ese lugar, dejó caer el martillo a su lado.

Luego miró al cielo sobre ellos.

“¿Soy una puta, Set, por dar a luz y criar a tu semilla defectuosa y repulsiva? Quedate con el bastardo si tanto lo queréis. Ya no quiero más nada con ustedes dos.”

Y con eso, ella volvió hacia los burros y lo dejó en la arena para morir.

Guillermo trató de gatear detrás de ella, pero no pudo ir lejos con sus piernas destrozadas. La llamó para que volviera, y a su padre para que lo ayudara, hasta que su garganta estuvo tan lastimada que no pudo ni siquiera hacer ruido. 

Ninguno de ellos volvió por él. Con el corazón roto y en completa agonía, se tendió en la arena con el calor del desierto cocinando a su joven cuerpo hasta que su piel estuvo tan roja como la sangre que derramaba.

Todo lo que quería hacer era morir. Pero su padre ni siquiera le había dado ese regalo.

_____ sintió náuseas al ver su sufrimiento. ¿Cómo podía cualquiera hacerle eso a un niño inocente?¿Cómo?

Verlo le dio vuelta el estómago.

Jaden le alcanzó una vasija de bronce justo antes de que vaciara los contenidos de su estómago.

Cuando terminó, le dio un trapo frío.

“¿Sabes cuál es la peor parte?” Le preguntó mientras se deshacía de la vasija.

Temblando, ella se puso el trapo en la parte de atrás del cuello. “¿Hay algo peor que lo que acabo de ver?”

“Sí. Los antiguos Egipcios idolatraban a sus niños. Eran muy leales a la familia. Pero no la familia de Guillermo. Deberían haberla matado por lo que le hizo. En vez de eso, su padre la recompensó por eso. Luego de que lo dejara ahí, Set recuperó su respeto por ella y la tomó como amante.”

Sus propias lágrimas ante la imagen de Guillermo en el desierto la perseguían. “¿Sabe sobre eso?”

“Claro que sí. Inclusive podia escucharlos hablar de él y burlarse cuando estaban vivos. El peor recuerdo que tiene es escucharlos reírse por sus débiles y patéticos gritos de ayuda.”

Así que esa era la razón por la cual no podía pedir ayuda. Con razón.

Y aun así, Jaden no tuvo piedad de ella. “Quedó allí en la arena por semanas, todo llagado por un sol que no perdonaba y atacado por los animales del lugar. Sin comida. Sin agua. En agonía. Sin poder caminar o pelear.”

Sin poder morir. Ella se encogió al darse cuenta de que en ese momento fue cuando se dio cuenta que era inmortal. Qué forma de enterarse.

Y así entendió por qué se rehusaba a hablarle de eso.

“Luego de pasar un mes en el desierto, los chacales lo encontraron mientras buscaban comida, y lo llevaron a vivir con ellos en su pequeño campamento. Él pensó que lo amaban. Al menos esa era la mentira que le contaban.”

“Hasta que lo vendieron a Noir.”

Jaden asintió. “Cuando le preguntó a su padre adoptivo por qué lo vendían, ¿sabés lo que le contestó?”

Ella tenía demasiado miedo de intentar adivinar.

“Nunca fuiste uno de nosotros. ¿Cómo podríamos haber amado a algo tan patético como tú? Ni siquiera tus propios padres te quisieron. ¿Por qué lo haría alguien más?”

Ella presionó su mano contra sus labios para evitar llorar por él. Con razón se había sido vuelto tan fiero cuando había usado esa palabra. ¿Cuántas veces se la habían dicho a la cara y taladrado en la cabeza?”

“Y no creo que quieras saber lo que le pasó desde el día en que Noir lo trajo a este lugar y lo dejó con sus demonios.”

No, no quería saberlo. Ya había visto las cicatrices físicas que le habían dejado los demonios. “¿Y por qué te odia a ti?”

El Guardián [Willyrex&Tú] *Editando*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora