El Rescate

66 14 12
                                    

(Ernesto)

—Melisa—digo sosteniéndola en mis brazos cuando por fin estamos en el suelo.

Sus ojos están húmedos y llenos de terror, comienzo a revisarla para ver si no está herida, pero cuando estoy en eso, veo a Alfredo apuntando hacia nosotros nuevamente.

—Si no es mía, no será tuya —dice y escucho otro disparo.

Pero esta vez para mi asombro lo veo caer con la mirada desencajada.

La policía se acerca a desarmarlo y yo suspiro con tranquilidad por primera vez en horas.

—¿Melisa? —Le llamo nuevamente, ella se abraza fuertemente a mí.

Cuando se separa para levantarnos lo veo cubierta de sangre, por primera vez desde que caímos me golpea el olor metálico de la sangre.

—Te ha herido —digo buscando la herida.

—No estoy herida —dice ella sosteniendo mi estómago y con la voz rota —tranquilo cariño, no te duermas... ¡Ayuda! ¡Llamen una ambulancia —la escucho decir en el momento que un dolor insufrible me atraviesa el dorso, al parecer me ha herido a mí no ha ella.

—Melisa te amo—Le digo antes que todo se torne negro...

(Melisa)

Veo a Ernesto desvanecerse en mis brazos. Las lágrimas no paran de caer como lluvia sobre él, pido ayuda y siento unas manos que intentan quitarme de su lado.

—Señora, debe quitarse para que los paramédicos trabajen —me dice el policía que me levanta del suelo y viendo la herida de bala en mi brazo dice —debemos llevarla al hospital junto con sus hijos, su esposo será trasladado allí en la otra ambulancia.

Asiento sin ganas, pero no quiero entorpecer el trabajo de los profesionales.

Caminamos a la otra ambulancia y cuando estoy a punto de subir, una personita corre a mis brazos.

—¡Mami! ¡Te extrañé!—dice Milagro abrazada a mi cuello, no me importa el dolor que siento en mi brazo y espalda, sólo necesito abrazar a mis hijos.

Se acerca el paramédico y toma a mi niña en brazos, veo que mi bebé está dentro mientras me ayuda a subir. A la lejanía veo las otras dos ambulancias salir antes que nosotros.

***
En el hospital curan todas mis heridas, David ha llegado al enterarse de lo ocurrido y ha estado presente en la evaluación de mis niños, ambos están bien físicamente hablando y Milagro está asustada aún.

Entra mientras la doctora está suturando mi herida en el brazo, al parecer no fue más que un roce de bala muy largo.

—Hola —me dice besando mi cabeza —¿Cómo te sientes?

—He estado mejor... —digo intentando sonreir, y le pregunto —¿Sabes algo de mi esposo?

—Aún no... sólo sé que siguen en la sala de operaciones— me responde viendo a la doctora trabajar.

—¿Y Alfredo? —Digo sintiendo algo de frío.

—También siguen en la sala de operaciones, al parecer el disparo le impactó en algunos órganos vitales... —me explica.

La verdad, me interesa sólo saber si ya no será un peligro para mi familia y para mí.

Cuando mis heridas están listas, entran dos policías.

—Disculpe Señora Mayorca, pero necesitamos su declaración —dice uno de ellos.

Yo asiento viéndolos sentarse en un sillón.

***
Después de casi una hora de preguntas los policías se retiran, la puerta se abre nuevamente y Celeste entra seguida por Luis y Gracia.

Veo sus caritas llorosas y siento mi corazón estrujado, abro mis brazos con un poco de dolor y ellos corren a mí.

—Estábamos preocupados por ustedes —me dice Luis abrazándome con cuidado.

Los beso muchas veces a ambos, Celeste me abraza y besa mi cabeza.

—Afuera está Laura, ha venido con los niños —y tomando mi mano dice — quiere saber si quieres verla después de lo ocurrido.

—¡Dios esa mujer es tan buena! —Digo más para mí que para los demás —Por supuesto, que pase.

Celeste se aleja y regresa con Laura detrás de ella, está ojerosa y desarreglada, nunca ni siquiera cuando murió nana la había visto de esta manera.

—¡Oh mi querida Melisa! —dice mientras se acerca a mí—¿Cómo te sientes? —Y con la voz quebrada continúa— realmente lo siento mucho, jamás pensé que pudiera llegar a tanto... no sé que hice mal para que él terminará así...

—Tranquila Laura... él es un adulto, tú no hiciste nada mal, mira tus otros hijos, son personas de bien y tú también los criaste —le digo tomando su mano.

Ella asiente abrazándome con cuidado y ahogando un sollozo.

Cuando terminan de revisarme, me dejan ir a la sala de espera para poder estar pendiente de Ernesto.

***
Hace tres horas estamos esperando noticias de Ernesto, la bala le laceró el vaso lo que le generó la gran hemorragia que le hizo perder el conocimiento cuando estaba con él, David dice que los médicos están reconstruyéndolo para parar la hemorragia.

Vemos finalmente que aparece un médico de la sala de operaciones.

—Señora Mayorca —dice sin ver a nadie, Laura y yo nos ponemos de pie.

—¿Cómo está?—pregunta Laura.

—Estable, aunque lamento informarle que perdió la movilidad desde la altura del disparo...—dice con cara estoica y continúa— además la pérdida de sangre hizo que su corazón se parara varias veces y probablemente no podrá hablar al despertar.

Siento como el mundo se cae a mi alrededor, darme cuenta que no volveré a escuchar a mi amor decirme que me ama o contarle cuentos a mi hijos me hace caer de rodillas y llorar.

Cuando estoy casi convulsionada por el llanto sale una doctora desde la sala de operaciones y dice:

—¿Señora Mayorca?

Laura y yo nos quedamos viendo y caemos en cuenta que ambas somos la Señora Mayorca.

—¿Cuál de las dos? —le digo poniéndome de pie.

—La esposa del señor Ernesto Mayorca —me responde.

—Soy yo —digo limpiando mi cara y pregunto —¿Cómo está mi esposo?

—Estable, perdió mucha sangre, pero logramos salvar su vaso... ahora lo están llevando a la UCI (unidad de cuidados intensivos).

—¿Puedo verlo? —pregunto con la voz algo rota.

—Sí, cuando esté instalado en la UCI una enfermera vendrá a buscarla —me dice antes de irse.

Suelto un suspiro que había tenido retenido desde hace un rato.

Veo que Laura llorando en los brazos de su esposo, siento mucho que esté sufriendo, pero descubrir que el karma a surtido efecto en la vida de Alfredo, me hace sentir libre.

Después de quince minutos, sale la enfermera y me lleva hasta la habitación donde está Ernesto.

Al entrar lo veo en la cama con varios aparatos conectados a su cuerpo, cuando tomo su mano él abre los ojos, me queda viendo y me sonríe.

Uno nuestros labios y en ese momento siento que las piezas de mi corazón que siempre le han pertenecido ha él, caen en su lugar.

Hola queridos (as) lectores (as) hasta aquí este capítulo.

Recuerden dejarme sus COMENTARIOS y regalarme una ESTRELLA.

Gracias por leerme,

Besitos.

PD. Siento mucho los errores, lo tuve que escribir desde mi celular, después lo voy a editar.

Donde el universo decida llevarnos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora