Desperté esta mañana algo aplastada en la cama, me tomó un momento descifrar porque no podía moverme, no eran los niños, así que abrí los ojos y me removí un poco bajo el agradable calor que me mantenía aprisionada contra la cama, y para mi asombro era Ernesto, me tenía medio aplastada tenía su brazo y pecho sobre mi espalda y podía sentir su respiración en mi cuello, lo empujé un poco pero eso solamente hizo que me abrazara más fuerte, quise entrar un poco en pánico, pues la verdad nunca había dormido con un hombre, todas las veces teníamos sexo, en la casa de ellos preferiblemente, y cuando terminábamos me levantaba, bañaba, cambiaba y me iba, jamás había compartido mi sueño con alguien que no fuera Rosalía o mis niños.
Tuve que respirar profundamente para no entrar en pánico, y funcionó pues su olor es familiar para mí, así que simplemente lo removí con mayor fuerza, he intenté quitarme su brazo de mi cintura. Justo en ese momento, sentí a su querido amigo presionando mi columna vertebral, ¡Dios! ¿Cómo podía estar esto pasando?
Me quise apartar nuevamente y girarme para hablarle, pero fue una mala idea, pues terminé boca arriba con el acostado sobre mis senos, y aún más aplastada. Sé que no tengo la fuerza para levantar, los 20 centímetros más los músculos que nos diferencian, pesan demasiado, cuando estaba a punto de gritar, la puerta del cuarto se abrió dejando entrar a dos personitas agarradas de la mano, Gracia y Milagro, ambas con ojos dormilones, miré el reloj y era temprano, a penas las 7:00 a.m. en sábado, pero conociendo a mis niñas madrugadoras, mi cerebro se despierta siempre antes o al mismo tiempo.
—¿Tía Melisa estás despierta? —preguntó Gracia con la voz muy suavecita.
Las escuché caminar hasta el pie de la cama, y vi como Gracia subió, con esfuerzo a Milagro a la cama seguida de ella, yo cerré mis ojos a modo de juego, me encanta que Milagro me despierte con sus hermosas manitas regordetas de bebé.
Gatearon hasta mi lado de la cama y comenzaron a hablarme nuevamente, yo abrí mis ojos y ambas me estaban viendo sonrientes.
—Hola preciosas, ¿Cómo durmieron? —les pregunté aún con Ernesto en mis pechos.
—Bien, la cama es muy cómoda, pero te extrañé-—dice pasando por sobre Ernesto, y abrazándose a mi cuello.
Gracias a Dios, eso hace que Ernesto se despierte, se despereza a mi lado y abre los ojos para ver a Milagro y Gracia.
—Hola hermosas, ¿Nos extrañaron? — dice revolviendo el cabello de Gracia y se sienta en la cama mientras dice —¿Saben cuál es el castigo por despertar a tío Ernesto de su sueño embellecedor?
Las niñas lo miran con cara de susto, hasta yo trago gordo, esperando que esté bromeando porque de lo contrario, deberé tomar cartas en el asunto. Ernesto se ríe al ver nuestras caras y tomando primero a Gracia dice:
—Tortura de cosquillas —y comienza a hacerle cosquillas, Gracia se ríe mientras patalea por las cosquillas, yo me siento y tomo a Milagro en brazos, para huir, pero Ernesto me toma de los hombros y me tira nuevamente a la cama —¡Ah! ¡Traición! Todas a hacerle cosquillas a tía Melisa —dice mientras comienza y las niñas se le unen para hacer cosquillas.
Nos reímos hasta que me duele la panza, cuando me siento veo a Luis parado en la puerta solamente de espectador, y el problema es que puedo ver en sus ojos una sombra de rabia y tristeza que no me agrada.
—Ven cariño únete al despertar familiar —le digo sentándome en la cama con una sonrisa en los labios, que muere cuando lo veo girarse e irse.
Miro a Ernesto y lo veo con cara de asombro, al igual que yo me siento en ese momento, nos levantamos todos de la cama y Ernesto les dice a las niñas:
ESTÁS LEYENDO
Donde el universo decida llevarnos...
RomansaMelisa es una chica que no cree en el amor, rehuye de los compromisos y definitivamente jamás piensa casarse o tener hijos, un giro inesperado de la vida le orilla a tomar decisiones que traerán consecuencias que deberá asumir. La vida no es nunca...