Vuelco

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Nadie lo notó. Ni siquiera él.

Todo comenzó con una tos que no se marchaba. Una tos tan suave y esporádica que nadie prestó atención. Quizás, pensaron, era el polvo. Pero pronto pensaron que se trataba de una alergia. Y cuando dijeron eso, sólo a alguien le pareció extraño.

—¿Steve? ¿Una alergia?

Tony no se lo creyó. Conocía de pe a pa la historia del Capitán América. Cada detalle por más superfluo que fuera, él lo conocía. Y sabía que no era posible que Steve enfermara, el suero era perfecto, el suero lo había hecho perfecto, así que no era posible que tuviera un alergia. No dijo nada. Sin embargo, se mantuvo atento.

El tiempo pasó sin novedad, incluso Tony comenzó a olvidar su observación y a normalizar la tos de Steve, como todos los demás y éste mismo. Pero un día en batalla, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Steve se sintió mal después, le dolía el pecho y no podía respirar.

Tal vez, conjeturaron, estuvo expuesto a algún agente químico donde ocurrió la batalla. Sí. Debió ser eso, porque se recuperó más tarde.

Una noche, mientras Tony trabajaba recibió el anunció de que Steve había ido a visitarlo. Abandonó su taller para hablar con su amigo. Platicaron tranquilamente, rieron también, y bebieron, sólo un poco. Pero cuando se acercó la media noche, y Tony se sentía más contento y confortable con aquella visita, Steve dijo algo que le heló la sangre.

—Creo que me estoy muriendo, Tony.

¿Cómo contestar a eso? Steve no parecía querer respuesta. Sólo necesitaba decirlo, decírselo a alguien.

—No digas tonterías—Tony sonrió, y Steve le devolvió una sonrisa somera y breve.

Su rostro se tornó serio y Tony tragó saliva. Algo le recorría en la sangre, y lo identifico de inmediato como miedo, un miedo creciente que le envenenaba los pensamientos.

—¿Es en serio?

Steve asintió. Y le contó que había comenzado a sentirse como antes, como antes del suero. Aunque no había comenzado a envejecer ni nada por el estilo, sólo era esa sensación en su cuerpo, en su salud.

—Tal vez exagero—dijo—, después de todo, nadie me dijo que esto sería permanente.

Tony no tenía palabras o las tenía, pero no podía pronunciarlas, tenía un nudo doloroso en la garganta, y las lágrimas le picaban los ojos.

—Sea como sea—continuó Steve—, te pido que tomes precauciones, porque es posible que muy pronto no pueda seguir peleando con ustedes.

Tony entendió a qué se refería con "morir".

—Creo que Bucky podría tomar el manto del capitán en caso de que...

—Espera—Tony lo detuvo con una mano—, no digas tonterías, tú estarás bien. El suero es perfecto.

Steve no le dijo más, le sonrió y asintió. Sabía que no podía ir contra él, tampoco le hacía gracia seguir hablando del tema, y aunque había tomado valor para hablar, éste se había esfumado.

Se despidieron, pero Tony no pudo dormir. Dio mil vueltas en la cama y terminó buscando en los documentos de su padre sobre el suero del super soldado, algo, lo que fuera. Pero todo lo que encontró fueron notas imprecisas. Solicitó la información al gobierno, pero tendría que esperar varios días para ello. Y no tenía días.

Sucedió que hubo una reunión de los vengadores, iban a tratar un asunto serio y a decidir si participar o no en él, todos llegaron a tiempo, menos Steve. Lo cual extrañó a todos. Llegó tarde y no se veía bien, Tony notó que permaneció en un rincón escuchando lo que se decía en la reunión. No dijo nada durante ésta, ni replicó o propuso nada. Algo todavía más raro.

Stony series  Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora