Comenzaba un día más, y como cada día, lo primero que hizo Tony fue revisar ese teléfono que descansaba en su mesa de noche. Como cada día, no había nada más que esa pequeña pantalla azulosa con los dígitos de la hora y la fecha. Un día más.
Tony cerró el teléfono y se arregló. Salió con el aparato en el bolsillo interno de su saco. Era un objeto que siempre tenía presente, pesaba en su bolsillo, le quemaba el pensamiento. Parecía decirle, todo el tiempo, que lo tomara, que lo abriera y marcara el número en él.
Pero, cuando le hacía caso y estaba a punto de marcar, retrocedía.
¿Qué diría si llamada era respondida?
—Sé que piensas que no debería seguir amándote o decirte eso.
Es lo que siempre el murmuraba al teléfono, como si éste fuera el mismísimo Steve y le insistiera en que le dijese eso, que le dijera que todo estaba bien y superado.
—Pero si lo dijera, bueno, seguiría sintiéndolo. ¿Dónde estaría el sentido de eso?
Esa pantalla fría continuaba hablándole, ahí en su cabeza, con la voz de Steve a veces, sin ella otras. Le pedía esas palabras, esa llamada, para confesar una mentira. Dar el tiro de gracia y liberarlo así de toda esa carga emocional, de ese amor que duró muy poco, que apenas comenzaba realmente y que, antes de poder sujetarlo entre sus dedos, se había escapado como agua corriente.
No, Tony no lo liberaría. No porque deseara causarle conflictos ya fuera con un nuevo o un viejo amor, sino porque no podía.
—Te prometo que no intento hacerte la vida más difícil... o volver a donde estábamos.
Porque sí, lo sabía, no era nada sencillo ser un fugitivo, operar en las sombras, mantenerse firme de esa manera. Oculto, secreto, sin un hogar, siendo un nómada sin un lugar para refugiarse, para descansar; y en ese punto, no eran tan diferentes uno del otro. Él, Tony, también vagaba. Un corazón que necesitaba refugio, pero el refugio que quería se movía constantemente, huyendo. Si tan sólo pudiera retroceder en el tiempo... sabía que Steve deseaba lo mismo, al menos, enmendarlo, por ello había hecho lo que había hecho. No había más palabras. Hasta ahí se quedaba todo. No había manera de retroceder.
—Señor, es hora.
—Gracias, VIERNES.
Tony se levantó de la mesa, donde había intentado picar algo para el desayuno. Suspiró y cerró el teléfono. Lo dejo sobre el mantel blanco y lo miró de pie. Pensaba dejarlo ahí, dejarlo atrás. Pero supo, que era imposible, era imposible escapar de esa pantalla azul, como lo era escapar de los ojos azules de Steve. No se podía, eran una trampa mortal, un pozo sin fin, no se podía hacer más que caer y caer. Así que lo tomó y lo regresó al bolsillo izquierdo de su saco, justo ahí, donde colindaba con su corazón.
Ni modo, no había salida. Sonrió. No se puede tener todo en la vida, pero eso no significa que no se siga deseando hasta el último instante.
Me hundiré con este barco
Y no levantaré mis manos y me rendiré
No habrá bandera blanca sobre mi puerta
Estoy enamorado y siempre lo estaré
Natasha le pasó a Steve la batería.
—Es la última carga, tendremos que buscar otra mañana—le dijo y se estiró—. Iré a dormir.
—Gracias, Nat. Descansa.
La chica asintió y bostezando se retiró a la que funcionaba como su habitación en esa base improvisada. Steve le siguió por unos segundos con la mirada y después, se encargó de conectar el teléfono a la corriente. Abrió el aparato y comprobó que en la pantalla el icono de la batería indicara la carga.
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Stony series Vol. 2
FanfictionConjunto de One-shots Stony. Portada: EngineerofWords 1. Tres veces en las que Tony se enoja con Steve, pero ¿por cuanto tiempo? 2. Howard regresa para darle un regalo Tony. (ligero Stoward) 3. Tony ama y odia a Steve. Steve ama y odia a Tony...