El futuro

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ADVERTENCIA: ¡¡¡AVENGERS ENDGAME SPOILERS!!!

Seguir bajo su propio riesgo.

Repito: ¡Spoilers!

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 La puerta se abrió suavemente, Morgan no quería hacer ruido, al menos, no mucho. Entró despacio a la habitación, al tiempo que apretaba contra su pecho una caja de chocolates irlandeses. Se acercó a la cama y, con el mismo cuidado con el que había entrado, se sentó en la silla que estaba al lado de ésta. Entonces, puso los chocolates sobre sus muslos y estiró el brazo, para alcanzar con sus dedos a entreverar el pelo gris del ocupante de la cama.

Morgan sonrió cuando éste dio un respingo y despertó lentamente; su sonrisa le contagió y éste le sonrió de vuelta.

—¡Hola, tío Steve! —dijo Morgan.

Steve ensanchó su sonrisa.

—Hola, little lady.

Te traje chocolates—dijo ella y levantó la caja para mostrárselos.

—Gracias, querida, pero...

—Es tu cumpleaños—Morgan no esperó y le quitó la cubierta de celofán a las golosinas, abrió la caja y tomó uno de los chocolates entre sus dedos—, tenemos que festejarlo de alguna manera, anda, están riquísimos.

Steve sonrió y observó el chocolate que ella le tendía; se suponía que no debía comer eso, pero bah, ¿qué más daba? Despacio, estiró la mano y sujetó el chocolate. Morgan sonrió y se llevó dos chocolates a la boca en hilo, mientras veía como su tío favorito se comía uno con pequeñas y pausadas mordidas.

Morgan tenía 16 años y en su joven rostro se dibujaba toda la vitalidad de su edad. Su sonrisa ancha y hermosa, su ánimo incansable, su buen humor, su gusto por las golosinas como esas.

—Te pareces tanto a tu padre—le dijo Steve.

Morgan sonrió ante el cumplido y se embutió otro chocolate.

—Cuando salgas de aquí, tío Stevie, iremos por una malteada y una hamburguesa doble.

Steve no contestó a eso, mantuvo su sonrisa mientras sentía que el chocolate se derretía entre sus dedos. No quería arruinarle el momento a la joven, así que prefirió no decirle que él, ya no saldría de ahí, a menos que fuera en un féretro. Había perdido ya, la cuenta de su edad. El suero lo había mantenido vivo más tiempo del que un hombre podía soportar y esperaba, ahora que su cuerpo finalmente estaba fallando realmente, que llegara el manto de la muerte a cubrirle. Todos lo esperaban, era cierto; sus amigos y ex compañeros Avengers habían ido a visitarlo muchas veces, nunca estaba solo realmente, y podía sentirse bendecido por ello. Podía ver en todos ellos la resignación en sus ojos, a veces, un poco lacrimógenos; en sus palabras en las que le agradecían por varias cosas o intentaban tranquilizarlo, diciéndole que todo estaba bien. Sólo Morgan mantenía el optimismo, sólo ella le decía todos los días que saldría de ahí e irían a pasear al parque, que comerían helado y ella se sentaría al lado de su silla de ruedas, para escuchar las muchas historias que Steve siempre tenía, en especial aquellas que tenía de su padre.

Para Morgan las historias sobre su padre en voz de Steve tenían más valor que ninguna otra, no sabía la razón, pero aún si era la misma anécdota, contada por más de uno, era la versión de Steve la mejor de todas. De alguna manera, cuando hablaba con él, cuando tomaba su mano o le abrazaba, se sentía feliz, como si su padre siguiera a su lado. Así se había sentido, desde el primer día que Steve apareció en su casa, anciano, pero claro de mente y aún con fuerza en las manos. Los vengadores no podían estar sin él realmente, no al principio. Por ello él había ido entonces, el mismo día de la misión aquella en la que tenía que regresar las gemas. No sólo había ido a entregar su manto a Sam, también, había ido para dar instrucciones, organizar a la nueva generación y poder retirarse, ahora si, en paz.

Stony series  Vol. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora