—Da-da...
Tony sintió un toque en su nariz, un pequeño dedo se había posado ahí con la intención de despertarlo. Abrió los ojos lentamente, emergiendo del sueño. Frente a él, apareció el rostro sonriente y de mejillas rellenitas de su bebé de dos años. Peter ensanchó su sonrisa y juntó sus manitas traviesamente, al darse cuenta que había logrado despertarlo. Tony sonrió, porque si lo primero que veía al comenzar el día era a Peter, entonces, podía esperar que el resto de éste fuera perfecto.
—Hola, kiddo—dijo al tiempo que le acariciaba una mejilla—, ¿qué hora es?
Peter ladeó el rostro e hizo por leer el reloj digital que estaba en la mesa de noche, no sabía leer aún la hora, pero su intento le pareció adorable a Tony. Eran las nueve de la mañana.
—Supeman—dijo Peter.
Tony comprendió que era hora de su caricatura sabatina y necesitaba de él para encender la televisión.
—Ya voy, ya voy—dijo Tony—, pero antes, ven aquí y dale un beso a tu da-da.
Abrió los brazos y Peter se dejó caer hacia él, abrazándolo del cuello. Tony lo abrazó contra sí y rodó sobre la cama, hasta estar de espaldas con su bebé en su pecho, bien sujeto. Tony sintió el besito que su hijo le dejó en la mejilla y rió contento. Después se incorporó como pudo con él en el regazo y se dirigió a la sala, donde lo sentó en la alfombra frente al televisor y le puso su caricatura.
—¿No tienes hambre, kiddo?
—¡Pastel!
—No, no, pastel para el desayuno no.
—Da-da come pastel
—Yo como donas. Pero, ¿qué tal waffles?
Peter asintió distraído, mientras comenzaba a cantar el opening de su programa. Tony sonrió una vez más, mientras caminaba hacia la cocina. Ahí sacó la caja de waffles y los puso a calentar, mientras la cafetera hacía lo suyo y buscaba algo de leche para Peter.
Hacía tres años que Tony había decidido tener esa vida. Había renunciado a su posición y a su familia para tener a ese pequeño consigo. Como el único omega de su familia, su vida ya era, de por sí, complicada.
Dejando de lado la segregación obvia por su condición, pesaba sobre él otro tipo de responsabilidad: convertirse en moneda de cambio, una carta para jugar, en la política y en los negocios de su familia. Sobre él había pesado una oración, un recordatorio constante, la condena de su nacimiento: "No serás feliz".
No, porque no lo mereces, porque eres insignificante, porque, porque... los porqués se extendían como lazos, como cadenas. No serás feliz, porque tu vida no te pertenece. Pero él, él no era cualquiera. No era de aquellos que se resignaban o se dejaban mangonear. Siempre fue rebelde, desafiante. Él era inteligente, más que muchos alfas que conocía. Era inventivo, era un genio. Y si ellos le habían cortado las alas, él se construiría unas.
El café estuvo listo y los waffles también. Tomó una taza de la alacena y se sirvió café. Desde la cocina podía ver la sala y a Peter, muy feliz, viendo su caricatura. Entonces, la puerta que daba al jardín de abrió.
—¡Pops! —Peter despegó la vista de la pantalla y sonrió ampliamente.
—Pete, ¿qué ves? —dijo Steve al tiempo que cerraba la puerta de nuevo.
—Supeman—contestó éste y levantó los brazos en dirección a su padre.
Steve, entonces, se acuclillo frente al pequeño, lo sujetó por debajo de sus axilas y lo levantó. Peter dejó escapar una carcajada mientras su padre lo hacía "volar" sobre la sala.
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Stony series Vol. 2
FanfictionConjunto de One-shots Stony. Portada: EngineerofWords 1. Tres veces en las que Tony se enoja con Steve, pero ¿por cuanto tiempo? 2. Howard regresa para darle un regalo Tony. (ligero Stoward) 3. Tony ama y odia a Steve. Steve ama y odia a Tony...