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Esa mañana ni el mismísimo Sean podía quitarme el buen humor, por primera vez en mi vida recibo el lunes con una sonrisa radiante, pero que esperaban si fue uno de mis mejores fines de semana.

–         Me da miedo que sonría tanto. – Aly murmura mirándome desde el asiento de copiloto del auto.

–         Efecto Green. – Thomas ríe. – la deja bobita.

–         Ni siquiera a insultado a Sean y eso es mucho.

Muerdo mi labio para reprimir esa sonrisa de idiota que no se a borrado de mi cara desde el sábado por la noche.

–         ¿Te beso?

–         ¿Qué? – Aly suelta una carcajada.

–         ¿Qué si Nate te beso, idiota? – mi dulce hermana pregunta.

–         ¿Tenía qué? – me encuentro con la mirada de Sean por el espejo retrovisor.

Sean Pierson me a estado ignorando desde el sábado, eso es genial.

–         Mira como esta y ni siquiera la beso. – Thomas ríe fuertemente junto con Aly.

–         ¿Y si no me beso porque no le gusto?

–         Lo tienes loquito.

–         Y él te tiene estúpida, claro está, más de lo que ya eres.

¡Sean volvió!

Sean aparca el auto en el estacionamiento del instituto y instintivamente todos salimos casi corriendo.

–         Se dice gracias.

–         ¡Muérete! – le saco mi dedo corazón con una gran sonrisa.

–         ¿Quieres mucho a Sean, eh?

El hermoso y espectacular de Nate está frente a mí.

–         Es mi cuñado.

–         Te ves hermosa esta mañana. –  rodea mi cuello con su brazo.

–         ¿Todo y despeinada?

–         Ese es el toque

Este hombre me quiere matar.

Nate me escolta hasta mi aula de psicología y me deja allí con un tierno beso en la mejilla.

–         ¿Qué hacen aquí? – gruño al ver a Aly y Sean en mi salón junto a Thomas.

–         Es una clase con ambos salones.

–         Pero ustedes son un curso mayor.

–         Dile eso a la profesora, idiota.

–         Te voy a dejar sin cara, Pierson

La profesora carraspea tras de nosotros y ambos nos alejamos enojados.

–         ¡Buenos días, alumnos! – esa señora siempre esta demasiado feliz. – hoy haremos un ejercicio de autoestima.

Meh.

–         Meterán la mano en este bol. – la señora felicidad sostiene una pecera llena de papeles. – y escribirán algo lindo de la persona que les toque.

–         ¿Y si no me agrada esa persona? – una de las chicas de la sección de Aly murmura mascando un chicle.

–         Buscaras algo lindo que decir.

Dahhhhhhhhhhhhh, escucha a la señora felicidad.

Unos minutos mas tarde todos tiene su papel asignado.

Louis Pitterson.

Escribo entre garabatos que tiene una linda personalidad, no importa mucho ya que es anónimo.

Señora felicidad se sienta en medio de nosotros y lee cada uno de los papeles del bol, comentarios simples y cumplidos sosos, aunque alguno que otro chistoso. Una de las chicas dejo su numero en el de Thomas.

–         Lya Sanchez. – la profesora me mira con una extraña sonrisa. – No puedo decir una sola cosa que me guste de Lya pues amo cada cosa de ella inmensamente, es preciosa en todo el sentido, pero si tendría que elegir una cosa seria su sonrisa, esa que tiene cada vez que termina una pintura, aquella que suele tener cuando algo le sale bien esa sonrisa que me enamora y haría lo que fuera por verle sonreír.

Me sonrojo furiosamente cuando todo el salón hace ruidos.

–         ¡Lya tiene un enamorado!

–         Ya chicos. – la profesora me guiñe un ojo. – Lya cautivaste a alguien totalmente.

Te odio, Mendes (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora