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Feliz Cumpleaños, Lya.
a todos con aburrimiento mientras reían y charlaban a la hora del almuerzo. Thomas me guiñe un ojo mientras una de las porristas sin cerebro le da el feliz cumpleaños o algo más.
Me dan asco.
- Feliz cumpleaños. - Nate susurra a mi oído. - lamento que tengas que venir a clases.
Le doy una pequeña sonrisa antes volver a mi posición inicial.
- No importa. - murmuro mirando al frente.
- Si quieres podemos salir a celebrar solo tu y yo esta noche.
- Tal vez.
Escucho a Nate decir algo por lo bajo que no logro entender del todo antes de levantarse para salir de allí.
- Papa esta llamando. - Aly chilla ofreciéndome su celular.
- Papito, bendición.
- Dios me la bendiga, mi niña. - una enorme sonrisa se graba en mi rostro al escuchar la voz de mi padre. - ¿Cómo está pasando su cumpleaños allá en Gringolandia?
- Es Canada, papito. - rio y él también lo hace.
- ¿No es lo mismo, mi amor? ¿Cuándo vienes a Caracas a darme un fuerte abrazo?
- Quiero ir a verte. - mis ojos se cristalizan. - te extraño, pa.
- También te extraño, los extraño como loco.
Mi papa comienza a toser y se pueden escuchar voces junto a él.
- ¿Estas bien?
- Estoy viejo. - bromea. - Lya, quiero que me pintes uno de tus cuadros.
Mi padre me compro mi primer lienzo.
- Todos los que quieras, papa.
- Pasa un lindo cumpleaños. - puedo escuchar su peculiar risa. - lamento no estar junto a mis gemelos.
- Quiero volver contigo.
- Tu hermano me comento sobre un chico. - su voz suena divertida. - un tal Son.
- Sean. - susurro mordiendo mi labio.
- Entonces ya no soy el único hombre de tu vida.
- Es mentira de Thomas, papito. - chillo y el ríe. - solo te quiero a ti.
- Te amo, hija.
Thomas me arrebata el teléfono de las manos trayendo mis quejas.
- También es mi cumpleaños. - hace una mueca. - es mi papa.
Thomas sale de la cafetería con el teléfono.
- Infantiles. - Aly ríe.
Le doy una media sonrisa a mi hermana quien después de todo luce feliz, parece no afectarle el hecho de que él no esté aquí junto a nosotros ¿Por qué no le afecta? Para todos fue fácil hacer como si Sean nunca existió, pero, aunque quiera negarlo, lo extraño.
Es raro verle caminar por los pasillos de la escuela rodeado del equipo de Hockey o de alguna chica coqueta, sin mirarme, el nunca parece notarme desde ese día.
Siento impotencia ante todo estos sentimientos tontos.
No debo extrañarlo.
Pierson parece mas feliz con aquella chica sobre su regazo a unas mesas de nosotros ¿Por qué yo no puedo ser feliz?
- Luces como una acosadora. - Thomas susurra tras de mí.
- Eres una persona molesta.
- Por lo menos no estoy acosando a los ex de mi hermana.
- No lo acoso.
- Solo lo ves fijamente cada ves que pasa junto a ti.
- Eso no es cierto.
- Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Escondo mi cara entres mis manos por la frustración.
- No pareces la cumpleañera si tienes el ceño fruncido. - Thomas ríe acariciando mi cabello. - ¿Saldrás con Nate?
- Tengo.
- Quieres ver el mensaje de cumpleaños que Sean me envió. - Thomas me mira con malicia.
Golpeo la mesa del almuerzo con fuerza antes de levantarme apresuradamente y salir de allí. Entro a el aula de química la que será mi próxima clase encontrándome con el profesor solo allí.
- Temprano, Sanchez.
- Me encanta la química. - murmuro con sarcasmo para irme al final de aula donde comienzo a mirar por la ventana del aula.
El silencio se ve roto con unos pequeños toques a la puerta del lugar, el profesor se levanta para abrir la puerta con el ceño fruncido.
- Eh, Lya. - el profesor me llama con una bolsa de regalo entre las manos. - para ti.
Me levanto y este me entrega la bolsa riendo.
- Uh, la dejaron en la puerta.
- Gracias.
Miro el contenido, sonrió al ver un nuevo bloc de dibujo, pinturas y un gran estuche de colores junto a un lindo León de peluche, pero el regalo no tiene ningún tipo de tarjeta.
