CAPÍTULO 49

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*Narra Cristina*

Tres días. Han pasado tres días y todo me sigue doliendo como si fuera ayer. 

El primer día, después de lo sucedido, mis lágrimas caían sin cesar, cada parte de mí volvía a romperse aún más y sentía como Cupido se había intercambiado el papel con el demonio y me mandaba flechas negras de dolor. Daniel me trajo a casa, no le importó echar más de seis horas en coche con tal de que yo me sintiera bien, aún sabiendo que eso era difícil. Esa noche volví a pasarla en vela, no sabía de donde podían salir tantas lágrimas, parecía que mi habitación se iba a inundar y mi corazón con ella, lo único que fue más reconfortante fue estar entre los brazos de mi madre.

El segundo día mis amigas vinieron a verme. No quise explicarles nada, pues no tenía ganas de ponerme a llorar y yo sabía que ellas estaban al tanto de lo ocurrido, solo me abrazaron y me apoyaron sin mediar palabra. Sofía y Elena se tuvieron que ir pero Andrea me acompañó un poco más, siempre ha estado conmigo desde ese día que le di un poco de mi helado y nos hicimos mejores amigas. Llegó la noche y de nuevo me volví a esconder entre las sábanas preguntándome qué había ganado él con todo esto.

El tercer día es hoy, la claridad que entra por la ventana se interpone en mi sueño, haciéndome abrir los párpados poco a poco. Estos me pesan, parece que tengo cientos de kilos en mis pestañas cuando en realidad ellas se encuentran unas pegadas a las otras por las lágrimas que he derramado esta noche y las anteriores.

Cada vez que lo hacía una pesadilla entraba en mi cabeza y me obligaba a despertarme. Después de eso pasaba algunos minutos o incluso una hora pensando y analizando todo lo sucedido, luego volvía a intentar dormirme y todo se repetía como si fuese un ciclo.

He intentado no darle vueltas, esquivar el tema y pensar que no hay nadie con el nombre de Jesús en mi vida. Pero hay un problema, y es que sí que lo hay, y por mucho que me duela estoy enamorada de él, porque ni en un día quieres ni en dos se olvida, y todo pasó exactamente hace tres días.

Por más que busco un argumento no entiendo por qué Jesús me ha engañado de tal manera y cómo he podido creerme sus palabras estos meses. Si él me ama tal y como dice, no me hubiera hecho esto, y eso es algo que me tengo que meter en la cabeza.

Después de que fuese a la casa de mis primos y después de ese encuentro, no lo oí marcharse, pero si escuché como las voces cesaron y sentí como mi corazón se cerraba con llave en el mismo momento que dije esas palabras, palabras que se repiten una y otra vez en mi mente.

«¡Vete Jesús! ¡Sal de mi vida y déjame vivirla a partir de ahora!»

Pero muchas preguntas tampoco paran de deambular dentro de mí, entre ellas si en realidad quiero que Jesús me olvide y se marche.

La respuesta está clara, y es que aunque no quiera, necesito que se aleje de todo lo que me rodea para poder volver a ser yo misma, conocerme y no tener que depender y precisar de nadie. Que es verdad que algunas veces nos marchamos y no porque queramos sino que debemos hacerlo, y eso es lo que me ha pasado a mí.

De pronto oigo como alguien llama a la puerta y tras decirle que pase, Andrea se deja ver por detrás de la madera.

-¿Te encuentras bien?- pregunta susurrando, como si hablar un poco más bajo me ayudase en algo.

¿Bien? Bien es la palabra contraria a cómo me siento, estoy destrozada; completamente destrozada y sintiéndome como una mierda.

-Sí, creo que sí.- contesto intentando auto convencerme también.

Asiento moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo cuando otra de mis miles de preguntas se formula por sí sola.

-¿Sabes si Jesús...?- mi voz se quiebra a mitad de la frase.- ¿Si ya ha vuelto?

-No pienses en eso Cristina.- susurra y al cabo de los segundos dice:- Venga vamos a preparar algo para merendar, apenas has comido últimamente.

-Vale.- intento sonreír.- Ves bajando, ahora voy yo.

Mi amiga hace lo que yo le pido sin ninguna preocupación.

Cojo el móvil para ver la hora que es, pero cuando le doy al botón este no se enciende y entonces recuerdo que lo apagué ese día y le quité hasta la batería porque no quería saber tampoco nada de nadie, pues Jesús me llamó más de treinta veces y dejó como doscientos mensajes.

Enciendo el aparato electrónico y una vez que la pantalla está alumbrada, me fijo en la foto que tengo de bloqueo y de inicio; somos Jesús y yo, sonriendo y mirándonos el uno al otro como si fuésemos feliz, porque ahí en realidad lo éramos o por lo menos yo me sentía así.

Otros miles de mensajes y notas de voz llegan a mi móvil pero los elimino inmediatamente antes de ver u oír alguno de ellos.

-¡Cristina baja!- grita Andrea desde el piso inferior.

Me recojo el pelo en una coleta y me dispongo a caminar hacia las escaleras.

-Tía no me lo puedo creer...- bufa cuando entro por la puerta de la cocina.- ¿En serio no tienes chocolate?

-¿No hay?- pregunto acercándome a la estantería.- Debería de estar justamente...

Mi frase se para a la mitad. El chocolate no está en ningún lugar porque Jesús y yo lo gastamos hace dos semanas antes de que él se marchara. Recuerdo sus manos llenas de marrón esparciendo sus dedos por mi nariz, contándome todo lo que había hecho durante la tarde y yo de mientras embobada con su perfecta sonrisa.

-Iré a comprar a la tienda de la esquina.- Andrea se acerca a mí dándome un abrazo después.- No tardaré.- dice saliendo por la puerta.

Cojo un pequeño cuenco y pongo los demás ingredientes encima de la isla, para que cuando ella venga todo esté preparado o casi listo, pues mi energía es pésima.

Me dispongo a ir hasta el salón, para esperarla mientras llega pero cuando paso por uno de los muebles del pasillo, el cual tiene un gran espejo incluido, algo brilla por un instante. 

Doy unos pasos hacia atrás fijándome en mi cuello, justamente en el collar de oro con un pequeño corazón que Jesús me regaló el día de mi cumpleaños. Lo giro con delicadeza, como si se fuera a romper en cualquier instante entre mis dedos, y observo como la frase diminuta destaca en el centro.

«Nunca olvides que te quiero. J»

Rozo con las yemas letra por letra, milímetro por milímetro; volviendo a ponerlo sobre mi piel, aunque esta vez debajo de la camiseta.

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¡¡❤️CAPÍTULO 48+1❤️!!

Y una vez más vuelvo a pedir perdón por no subir, los exámenes finales se han interpuesto en mi camino pero al fin los he acabado y juro que soy toda vuestra.

¿Cómo estáis?¿Qué pensáis?¿Cuáles serán vuestras notas? ¿Dónde iréis en verano? Contádmelo PUAJAJAJ.

GRACIAS POR TODO LO QUE RECIBO Y GRACIAS A LOS QUE ME MANDÁIS MENSAJES EN SÍMBOLO DE QUE OS GUSTA LA NOVELA, siempre estaré agradecida.

Att: Anaa❤️

TE JURO QUE VOLVERÉ A VERTE (Gemeliers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora