*Narra Cristina*
Miro hacia delante observando este precioso parque, echando el ojo a todos los niños y niñas que hay jugando, a los padres que llevan agarrados a sus hijos andando o incluso en un carrito, al grupo de ancianos que caminan arriba y abajo con tal de matar el tiempo; y después vuelvo a mí, explicándome por qué me refugio aquí.
Han pasado dos meses. Sí, dos meses desde mi último encuentro con Jesús, su nota fue el final de nuestra relación. Cuando la rechacé, él al fin se dio cuenta que todo lo que hiciese no iba a cambiar lo que pasó y diez días después tras ser nuestra graduación, decidió pasar un tiempo en el pueblo de sus abuelos.
Se rindió.
La noticia de que Jesús se desalojaba me dejó confundida. No hablamos de él, su nombre es un tema tabú a partir de entonces, aunque mi mente me lo repita miles de veces. Sé que a veces, cuando Daniel me hace preguntas raras, es porque su hermano se lo pide; pero no puedo impedir que no hable con él, pues es su gemelo. Mi amigo está en una situación delicada ya que se encuentra en medio de los dos, entre la espada y la pared.
En un principio tengo que reconocer que no me gustó que se marchase y dejase las cosas así. Se rindió y me molestó mucho que agachase la cabeza tan pronto. Pero en este tiempo me he dado cuenta que lo mejor ha sido esta distancia que nos separa, no vernos, no hablar y olvidar.
Olvidar. Eso he hecho, hago y haré o lo intento.
Desde entonces esto es lo que dedico gran parte del día: venir al parque de siempre, llegar a la misma hora de siempre, sentarme en el banco de siempre, contemplar todo igual que siempre, leer el mismo libro de siempre, razonar mis pensamientos igual que siempre e irme después igual que siempre.
Consulto mi reloj y vuelvo a mirar al par de niños que están jugando a a saber qué en el montón de arena y después me levanto en busca de mi próximo destino. Camino durante unos diez o quince minutos.
-Buenas tardes, señorita.- dice Nicolás, el conserje, de manera agradable.
-Nicolás te he dicho mil veces que no me digas eso.- ruedo los ojos dándole un pequeño golpe en el hombro.- Suena estúpido.
-Vale señorita.
-¡Nicolás!- grito esbozando una sonrisa.
-Eso sí.- añade enseñando los dientes.- Los clientes tiene que llegar felices.
-Yo no soy ninguna clienta.- encojo los hombros metiendo mis manos en los bolsillos.
-Ese es el problema, pasas más tiempo aquí que en tu casa.- dice con una mueca de asco, bromeando.- Rafael está hoy, seguro que quiere verte. Me preguntó antes por ti.
Asiento pasando a la entrada del hotel, acercándome a una de las puertas que hay detrás de la barra de recepción para dar a la puerta, justo en la que pone «Dirección».
-¡Cristina, que alegría verte!- el hombre calvo, de grandes ojos verdes, nariz chata y mediana edad se acerca a mí para darme un abrazo.
-Estar tanto de viaje tiene sus consecuencias, apenas estás por aquí.- contesto entonces.
-Por eso cada vez que regreso te veo más grande.
-Y yo a ti más viejo.- me burlo.
-Y parece que fue ayer cuando Jesús...- para llevándose las manos a la boca.- Lo siento.
-Cuando Jesús me trajo por primera vez- termino la frase por él y curvo mis labios hacia arriba.- No te preocupes, lo tengo asimilado y superado.
-Hacíais buena pareja.- dice en voz baja, arrepintiéndose al momento.
-Las cosas se acaban siempre Rafael, así es la vida.- los segundos se interponen entre nosotros formando un ambiente de tensión.- Voy hacia arriba, espero que nos veamos muy pronto.
Me aproximo hasta él dándole un pequeño abrazo después y me dirijo hasta la puerta.
-¡Espera Cristina!- exclama.- Tengo que decirte que...- sus palabras son dudosas.- Me enorgullece mucho que sigas por aquí.
-Gracias Rafael.- sonrío sincera.
Cuando cierro la puerta y me dirijo al ascensor; demasiados recuerdos retroceden a mi mente, muchos momentos pasados en la terraza donde me dirijo.
*FLASHBACK*
Mis pies dan pequeños pasos con cuidado de no tropezar con algo sintiendo de repente un olor familiar a ambientador de naranja al subir un escalón.
«¿Estamos en el hotel?»
El sonido de una campanilla y el traqueteo de las maletas me confirman la pregunta.
-¿Vamos a la terraza?- cuestiono cuando suena el pitido del ascensor haciéndonos subir.
-Eres demasiado lista.- ríe a mi lado posando sus labios en los míos con un corto beso.
El ascensor vuelve a sonar, llevándonos supongo hasta las escaleras que dan a la terraza y así es, Jesús me dice donde hay escalón y donde no mientras yo voy subiendo. Oigo finalmente como la puerta se abre y tras dar el último paso mi novio me comunica que me detenga.
Siento como las manos de Jesús intentan quitar con dificultad el nudo que hay en el pañuelo, por lo que levanto yo las mías, las sitúo sobre las suyas y, entre los dos, deshacemos el nudo.
Al principio la claridad comienza a molestarme por lo que llevo mis dedos a mis ojos restregando estos un poco. Una vez que soy capaz de abrirlos me sorprendo al ver a todos mis amigos y compañeros de clase allí.
Miro entre confundida, asombrada y sin entender nada a Jesús, quien pasa sus brazos por mis hombros cuando la música típica de los cumpleaños retumba por mis oídos. Álvaro y Sofía se aproximan a mí, con una enorme tarta de cumpleaños con los números uno y ocho pinchados en el delicioso chocolate; una vez que está cerca de mí observo la frase que hay escrita con nata rosa.
«Disfruta de tu día enana»
-Pide un deseo.- me susurra Jesús.
Lo vuelvo a mirar, sus ojos color café se detienen sobre los míos durante unos segundos y después me muestra su sonrisa. Giro mi cabeza otra vez, cierro los ojos y pienso en mi deseo.
«Ojalá su sonrisa esté siempre con la mía»
Soplo. Soplo volviéndome luego para darle un fugaz beso sin importarme la gente que está delante.
*FIN FLASHBACK*
Para cuando esta rememoración ha terminado, me encuentro enfrente del gran portón que conduce hasta el final de mi rumbo; pero cuando la abro mis ojos me escuecen, mis manos me tiemblan, mis labios se entreabren y las palabras son incapaces de salir de mis cuerdas vocales.
¡¿Qué hace él aquí?!
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❤️¡¡DE NUEVO CON VOSOTROS, MOSTRÁNDOOS UN NUEVO CAPÍTULO!!❤️¿Qué os parece?
Os he dicho mil y un millones de veces lo increíbles que sois pero nunca me cansaré de repetirlo: SOIS INCREÍBLES.
Os adoro más que nunca❤️
Att: Ana❤️
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TE JURO QUE VOLVERÉ A VERTE (Gemeliers)
Fiksi Penggemar¿Qué pasa cuando la persona de la que estuviste enamorada no sabe quién eres? •Él no la recuerda desde aquel día. •Ella mantiene cada momento que pasaron juntos. •Él cambió y se convirtió en un mujeriego. •Ella no se enamoró de nadie más. Quizás la...