Poco a poco abro los ojos con dificultad, por la excesiva iluminación artificial de mi habitáculo, ya que al pasar las horas, el exterior se ha oscurecido, tiñendo el cielo ya oscuro, con todos algo más azules marinos.
Lentamente me incorporo y me estiro, suspirando al mismo tiempo.
Rápidas imágenes de lo sucedido hace algunas horas atrás me cruzan la mente y, al intentar repasarlos detenidamente o recordarlos con más claridad, sólo los veo borrosos y lejanos, como si hubiese sido un sueño. Sigo concienciándome de que son cosas extrañas que nunca vas a saber si han ocurrido de verdad o son fruto de tu imaginación y las horas excesivas de trabajo... Aun sigo confuso a pesar de que para mí, haya pasado mucho tiempo desde mi primer turno de trabajo.
Es como si la necesidad de verificar que todo fue irreal siga reconcomiéndome por dentro.
Me levanto de la cama, aun con los ojos un tanto pegados y saco el móvil del bolsillo trasero de mis vaqueros, que seguramente haya estado ahí desde que me quedé dormido, pero por razones obvias, ni lo notase.
Nada más encenderlo se me hiela la sangre. Son las cuatro y media, y ya voy otra vez tarde a mi segundo turno.
Aunque en mi interior los nervios me burbujean, me hacen querer salir corriendo e inventar una excusa para el señor Ahn mientras voy hacia allá, mi cuerpo hace caso omiso a las órdenes y sigo de pie mirando la pantalla principal de mi móvil, quieto como si me hubiesen pegado los pies al suelo forrado con moqueta negra.
¿Debería ir? Dudo por un momento. Claro que sí, el señor Ahn es como es, me echará una de sus buenas broncas de nuevo... Pero pedir una ausencia y no ir también tendría sus ventajas, ya que podría seguir descansando y recuperarme, aunque perdiese uno de mis casi inexistentes días de descanso.
Suspiro profundamente, y después de unos segundos sopesando ambas opciones, me decanto por ir al trabajo, sinceramente prefiero llevarme una regañina y así no tener por qué explicarle las causas de mi ausencia ni perder un valioso día de vacaciones.
Cojo mi abrigo y seguidamente me lo pongo lo más rápido posible para no perder más tiempo del necesario.
Agarro las llaves y cierro la puerta tras salir.
¿Lo primero que siento al pisar la calle? Decepción, no he cogido un paraguas... Está lloviendo como nunca y como vuelva a subir tardaré más en llegar. Decido dejar de darle vueltas, está lloviendo y no voy a poder hacer nada para que pare, así que me cubro la cabeza con la capucha de mi abrigo verde y salgo a toda carrera en dirección a la cafetería.
Staffordshire no deja de sorprenderme, aunque esté lloviendo a cántaros sigue habiendo gente por las calles como si nada pasase. En Birmingham no está todo así de transitado, si llueve no hay nadie por las calles y si hace calor, sólo algunos se atreven a salir. Casi siempre las carreteras y carriles están desiertos. Allí nadie tiene la necesidad de desplazarse.
La lluvia comienza a caer más fuerte justo cuando estoy saliendo a las afueras de mi manzana y las gotas me caen duras, como pequeñas piedras en la cabeza.
No me voy a parar para ver si está granizando o no. Es irrelevante en este momento.
El suelo abaldosado de la acera resbala y rezo para no caerme justo ahora, no quiero llegar empapado. Ya haré bastante el ridículo presentándome tarde, incluir que mi ropa se inunde de agua sucia sería un punto menos a mi favor.
El frío cortante está empezando a atravesar mi ropa, calándome los huesos, y esto de correr no ayuda mucho.
Llego al cruce que me separa del establecimiento donde trabajo, y el semáforo goteante y empapado de agua emite luz roja.
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"Danger" (Editando)
ActionCon una única mirada hacia el chico pelirrojo cuyo nombre es Leo, Axel decide averiguar qué y quién es. Leo se ve atrapado por esos hipnotizantes ojos de mirada felina, aunque aun así, intentará escapar del joven de pelo color carbón siempre que pue...