"Ok"

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Un nudo insoportable se forma en mi garganta y separo las piernas, repartiendo el equilibrio entre las dos, como me ha dicho Axel.

- Va... - Se acerca a mí, mordiéndose el labio inferior, mientras piensa.

Alarga su pálida mano en mi dirección.

Sus finos dedos abrazan mi antebrazo, separándolo de mi costado.

Lucho por no temblar de los nervios, intentando que no se noten las reacciones de su contacto en mi cuerpo.

-...Vale. Ahora separa el otro brazo igual que este.

Asiento rápidamente y le hago caso, obediente.

Me observa, como meditando, hasta que se aleja hacia atrás unos pasos y me recorre con la mirada, estudiando mi posición.

La respiración se me acelera y tenso los labios.

Se muerde el interior de la boca, mientras asiente, casi imperceptiblemente.

- Ahora concéntrate.

Me dice bruscamente, en un fino hilo de voz.

P-Pero... ¿Cómo quiere me concentre mientras me observa de esa forma?

Miro en todas direcciones nerviosamente, intentando tranquilizarme.

Si cierro los ojos... A lo mejor me ayudo a mí mismo a centrarme.

Bajo la cabeza, temblorosamente.

Debo olvidar que me mira, así me relajaré.

Mi corazón sigue desbocado, pero me esfuerzo para parecer tan neutral como Axel.

Cierro los ojos, suavemente.

Mala idea.

Los párpados me tiemblan compulsivamente, haciendo que mi cuello también vacile a la hora de mantener el equilibrio de mi cabeza.

Bufo, harto de que me pase esto al estar cerca del chico.

- Leo, vamos, es para hoy.

Me presiona él.

Frunzo los labios y oprimo más los ojos, intentando mantenerlos quietos.

Despejo mi mente, pretendiendo dejarla en blanco.

Pero el simple pensamiento de hacer eso no abandona mi mente.

Ay.

- ¡Arg! - Gruño.

Aprieto los dientes, formando puños con las manos potentemente.

Noto cómo una pequeña gota de sudor baja por mi sien derecha, resbalando por mi pómulo.

Trago saliva dolorosamente, mientras noto cómo un calor sube por mi cuerpo.

Mi estómago se encoge y las manos me comienzan a temblar excesiva e incontroladamente.

¿Es así como se siente?

Cada vez noto más cuánto me cuesta respirar, casi dejándome sin oxígeno que llegue a mi cerebro.

Me obligo a resistir, debo ser fuerte.

Un calor extraño, repentino y abrasador comienza a quemar las palmas de mis manos.

Me resulta familiar.

Abro los ojos rápidamente, escuchando cómo sonidos guturales escapan de mis labios, sin poder controlarlos, debidos al esfuerzo.

Los ojos comienzan a picarme, produciéndome escozor, mientras observo casi al borde del terror e histeria lo que sucede.

Abro las manos con los dedos estirados, hacia abajo.

"Danger" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora