Conforme más me acerco percibo que todos los chicos parecen tener más o menos mi edad y van de negro o enfundados en pantalones y chaquetas de cuero. Trago saliva y cuando estoy al lado, me obligo a sonreírles.
- Ho-Hola, ¿han sido atendidos?- Les pregunto. Los tres me miran como si fuese algún tipo de alienígena. El más moreno y de pelo color oscuro me pregunta para mi sorpresa:
- ¿Cuántos años tienes?- Alzo una ceja. ¿Qué? Hago como si no lo hubiese escuchado.
Uno de los chicos de pelo negro azulado, me observa. El brillo de sus ojos se transforma en una mirada felina y su boca se mueve, como si estuviese comiendo un chicle, lo cual contrasta de lleno con su amarga expresión. Su piel es clara y en su cuello descubierto, lleva un colgante plateado de... ¿Unas alas de mariposa? Su cara es redonda y con rasgos perfectamente esculpidos, como si de una estatua griega se tratase. ¿Por qué no puedo apartar la mirada? Leo, despierta.
- ¿Crees que alguien ha venido a nuestra mesa?- Me contesta con tono cortante y voz grave, sacándome de mis pensamientos. Tenso los labios y dejo para más tarde el examen visual.
- No sé... Acabo de llegar y...- Alza una mano, haciéndome callar.
- Vale tío, no me cuentes tu vida, sólo...- Coge la carta y me señala la ilustración de un café. - Tráeme tres de estos.- Termina. Asiento algo molesto y me marcho, mirando mis pies mientras camino.
¿Por qué permito que una panda de macarras me ande con esas malas maneras? Qué se creerán...
Le miro por última vez discretamente, tras el mostrador. Su pelo color carbón brilla y no asoman en su rostro atisbos de sonrisa en ningún momento, permanece en silencio mirando por la ventana. Sus compañeros hablan entre sí alegremente. Me agacho para coger las tazas, aun sin poder quitarle los ojos de encima.
Las coloco bajo la cafetera y, una a una, las voy colmando. Cuando por fín están rellenas de café oscuro y humeante, las dejo sobre el mostrador de madera y me giro otra vez para extraer unas servilletas oscuras. Voy a coger las tazas pero mi compañera Clary se me adelanta.
El corazón se me sale del pecho y abro los ojos como platos. Salgo rápidamente tras la barra y la paro agarrándola del codo, frenético y notando cómo la adrenalina atiborra mi sangre.
- Tranquila, yo llevaré esto a su correspondiente mesa.- Le sonrío forzosamente. Espero que no se dé cuenta, realmente es una chica muy amable.
Me mira algo extrañada, pero al final cede y me pasa el relevo.
Inspiro profundamente al comenzar a caminar hacia la mesa de los chicos. Dejo cada taza delante de su dueño, algo nervioso y suplicando en mi interior que no me tiemblen las manos. El silencio que cruza entre los cuatro es incómodo y comienzo a ponerme tenso.
El joven del pelo castaño se aparta su largo flequillo de los ojos lentamente y me mira como si estuviese a punto de escupirme en la cara.
- No has contestado a mi pregunta.- Gruñe. Miro por un momento al chico que llamó mi atención, que ha cogido uno de los vasos y se lo lleva a sus finos labios.
- Tengo la misma edad que tú seguramente.- Le contesto fingiendo tranquilidad.
Los tres chicos se giran bruscamente hacia mí y me miran sorprendidos. ¿Qué he dicho? El que no ha hablado aun casi escupe su bebida.
- Oh, te aseguro que no.- Responde el mismo. Levanto una ceja.
- Sé que mi altura está poco desarrollada, pero no es para que te sorprenda tanto. ¿Cuántos años tienes tú?- Pregunto colocándome la bandeja tras la espalda.
- Tenemos dosc...- Dice con aire de superioridad, mientras cierra los ojos. Se oye un golpe hueco y se le corta la respiración, cierra la boca robóticamente y comienza a lagrimear. Alguien le ha dado una patada bajo la mesa.
- Tenemos veinticinco años.- Corrige el chico de mirada felina a su amigo, que se toca la espinilla.
- Ah bueno, tenéis como tres años más que yo.- Digo confundido, mientras intento comprender qué acaba de ocurrir.
Los miro una última vez.
- Si queréis algo más... Soy Leonard.- Agrego.
No obtengo respuesta excepto una risita ahogada y burlona, así que me marcho. Cuando llego tras la barra, comienzo a limpiar tazas y los observo discretamente de nuevo.
No me ha dicho su nombre, aunque tampoco había necesidad... ¿Y por qué le habrá dado una patada al otro? Es algo extraño pero... bah, tengo mejores cosas que hacer.
"Tenemos dosc..." Se repite en mi mente.
Comienzan a hablar pero rápidamente se covierte en una discusión y así de la nada parecen bastante enojados.
El chico de pelo negro comienza a hablar bastante alto y con un matiz furioso en su voz, la cual se oye levemente. Los otros dos intentan calmarlo.
Se levanta de su silla. Vaya, es más alto que yo. Se marcha con grandes zancadas hacia la puerta.
Sus "amigos" se levantan también de la silla rápidamente y van tras él. Casi se chocan con varias personas, pero ellas ni se inmutan. ¿No los ven o qué?
Cuando los tres van a salir no abren la puerta, se abre ella sola. La piel se me eriza y la mandíbula me llega hasta los pies.
¡¿Qué?!
Me froto los ojos y parpadeo varias veces seguidas. ¿Q-Qué ha sido eso? Los observo tras el cristal, perplejo.
El del colgante de la mariposa se zafa del agarre de los otros y se marcha con las manos en los bolsillos de su chaqueta negra. En ella también lleva un insecto blanco. Me apoyo con las manos abiertas en la barra, el equilibrio me ha fallado un poco ante la impresión.
¿Quién es él?
Me mata la curiosidad.
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"Danger" (Editando)
حركة (أكشن)Con una única mirada hacia el chico pelirrojo cuyo nombre es Leo, Axel decide averiguar qué y quién es. Leo se ve atrapado por esos hipnotizantes ojos de mirada felina, aunque aun así, intentará escapar del joven de pelo color carbón siempre que pue...