"Concern."

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Las manos cada vez me tiemblan con más intensidad, debido a las muchas emociones e ideas que intento procesar y entender.
La boca se me ha quedado seca y, por más que intente desviar los ojos de esas usadas páginas, no lo consigo. Creo que no voy a poder dejar de leer este horroroso libro.
Después de haber leído las últimas páginas dedicadas a Axel... he decidido empezar desde el principio, para así ir atando cabos.
"Capítulo 6. Alimentación."
"Los Dunais nos alimentamos de Soneis, los cuales viven nutriéndose de los crímenes y actos perjudiciales de personas. Se pueden reconocer fácilmente ya que son una extraña sombra con movimientos circulares que proyecta el humano, dicha oscuridad se retuerce entre garras, colmillos y gritos atroces (de tan pocos decibelios, que son casi imposibles de percibir para los humanos), conduciendo a esa persona a que provoque más caos y destrucción a su alrededor. Tarde o temprano, el Sonei acabará produciendo la muerte del humano, haciéndole perecer a base de deliraciones y locura."
"Extraemos su alma junto a la criatura, para rematar y estar seguros de que no va a volver a atormentar a esa persona, devoramos el órgano vital de ésta, el corazón."
Doy un brinco, como si tuviese un muelle. Vuelvo a aferrarme a los brazos del sillón potentemente.
¿Para no morir de hambre debo comerme a un monstruo y el corazón de un semejante humano?
Acerco más la cara a las amarillenta página y reanudo la lectura.
"Todos sabemos los pasos e instrucciones para extraer el alma del sujeto. Aunque primero hay que..."
¡Click!
Levanto la cabeza de inmediato al escuchar el crujido y el vello de la nuca se me eriza.
¿Qué ha sido eso?
Recorro la estancia con la mirada, buscando algún movimiento, y cuando veo el pomo dorado de la puerta principal girar, dejo de respirar.
La puerta se abre un poco y deja entrever a varios chicos hablando tranquilamente. El pánico se apodera de mí.
¿Cuánto tiempo he estado leyendo? 

Ay no, ¡El libro!

Muevo los ojos por toda la habitación.
Ya no me da tiempo a devolverlo a la estantería.
Me muerdo la lengua y me obligo a pensar dónde esconderlo...
¡Ya sé!

Salto del sillón con un brinco y me agacho.
Coloco el oscuro libro en el suelo y lo deslizo por él, ocultándolo bajo el mueble.
Rápidamente vuelvo a sentarme con las piernas cruzadas sobre el suave tapizado y el corazón a mil, respirando con dificultad.

No creo que a ninguno de ellos (y menos a Axel) les agrade que yo haya hurgado entre los libros y estuviese leyendo uno que parece ser bastante importante.
La puerta se abre totalmente con un quejido y por ella comienzan a pasar los chicos que anteriormente se habían marchado.

Parecen sumidos en una conversación profunda, hasta que Neo desvía su mirada en mi dirección y me dedica una amplia sonrisa rectangular, grita corriendo hacia mí:
- ¡¡Hola Leo!! ¿Te has sentido demasiado solo? Lo siento, teníamos que ir a comer y eso...
Hayden entra junto a Mylan, ambos serios, y el último escondiendo un gran bulto bajo su abrigo, ambos traen la nariz colorada.
¿Hará frío ahí afuera?

El chico de rasgos de roedor cierra la puerta tras él, no hay nadie más.
Espera, ¿y Axel?

Abro los ojos cómo platos, pero me obligo a seguir el hilo de conversación de Neo, aunque yo esté algo asustado.

-... Y estaba lloviendo mucho mientras perseguíamos a dos criminales, suerte que resbalasen en un charco, pudimos pillarlos. Ah, ¿te he dicho que hemos ido a comer?
Río, divertido por el gran despiste del joven.
El malestar abandona mi cuerpo cuando menos lo espero.
Dejo escapar el aire que había estado conteniendo, no ven el libro.

Neo se rasca la coronilla y se dispone a seguir relatando su hazaña cuando la voz del chico alto y de pelo crespo, lo interrumpe:
- Leo, hemos recordado que tú sólo comías... Cosas de humanos y hemos ido a un restaurante chino... Hemos cogido prestadas varias cosas.
Se desabrocha la cremallera de su abrigo verde militar y saca una bolsa de plástico grande, desprendiendo un aroma tremendamente agradable.
Un olor delicioso inunda mis fosas nasales, y mi estómago gruñe sonoramente.

He estado tan inmerso en mis pensamientos, que no sentía el hambre ni recordaba la última vez que comí.

Deja la bolsa sobre la mesa y me hace un gesto de cabeza decorado con una sonrisa de sus carnosos labios mientras se coloca bien las gafas, indicándome que tengo vía libre.
Yo me levanto rápidamente, en dirección a la mesa, retiro una silla de madera y me siento para después ponerme a sacar todo el contenido de la bolsa.
Madre mía, que hambre tengo.

- Y bueno, ¿qué has estado haciendo en nuestra ausencia?
Me pregunta Mylan secamente, mientras se quita la chaqueta y la coloca estirada sobre el sillón.
Mierda. Venga Leo, piensa. Invéntate algo.
- Me dormí de nuevo.
Sí, eso.
Sonrío un poco y agacho la cabeza, centrándome en abrir el pequeño envoltorio de unos cubiertos de plástico, para no levantar sospechas.

- Tsk, eso espero.
Se encoge de hombros.
Asiento y saco un envase caliente con fideos.
Sólo con retirar la tapa, las tripas vuelven a rugirme y comienzo a comer con ansias.
Nunca me gustó la comida china, pero tengo tanta hambre...
Veo por el rabillo del ojo que Neo se acerca despacio hacia mí, para deslizar una silla y sentarse en frente.

Me estudia mientras como y trago, curioso.
Me siento un poco incómodo, pero lo dejo pasar. Ahora mismo saciar mi hambre supera la timidez.

Su flequillo rubio le cae sobre los ojos.
- ¿A qué sabe?
Trago fuertemente y le miro extrañado, ¿cómo no puede saberlo? Supongo que si come cualquier cosa notará el sabor de... De lo que sea...
Un estremecimiento me recorre de arriba abajo, pero me obligo a contestarle.

- Pues... A carne... Y a verdura... Y esas cosas...

- Ah, ojalá pudiera experimentar esas sensaciones... Las veces que intentaba comer alimentos humanos por pura curiosidad, me sabían a ceniza y acababa vomitándolos.
Abro los ojos como platos y detengo el tenedor a medio camino de mi boca.

Le dedico una mirada de compasión y me hace un gesto adornado con una sonrisa, quitándole hierro al asunto.

Entonces sigo comiendo, para después formular una pregunta:
- ¿Alguna vez has querido probar otra cosa que no sean...? - Me callo de golpe, y espero que me haya entendido, no quiero volver a pensar en eso.
Asiente.

- La verdad es que sí. El sabor de los dos tipos de alimentos que tomamos... Es... - Mueve las manos en el aire, buscando el adjetivo- ... Es similar.
Chasqueo con la lengua, y mastico más despacio, mientras pienso.
Si yo soy en parte como ellos no debería notar el sabor de nada de esto.
Bajo la mirada al cuenco de plástico.

Me gustaría saber qué soy de verdad, porque parece ser que abarco características de ambas especies...

- Oye, Leo...

Comienza a decir Neo, mientras se muerde el labio inferior, parece incómodo.

-Tío, deja a Leo comer tranquilo.
Le reprende un Mylan serio y cortante, el cual no aparta la vista del exterior de la ventana.
¿Por qué le ha mandado a callar tan bruscamente?

El chico pecoso frunce el ceño, pero se retira de la mesa a regañadientes.
Se sienta en el sofá donde yo estaba leyendo...
Rezo en silencio para que no se dé cuneta de nada...
Entonces comienzo a sentir esa angustia que había sido acallada unos minutos.
Se me hace un nudo en la garganta y me obligo a meterme otra porción de carne, aunque se me hayan quitado todas las  ganas de comer.
Trago tal bola de comida que los ojos me lagrimean y el dolor que siento cuando desciende es atroz, un extraño ruido escapa de mi boca.
Hayden me lo oye y se gira rápidamente hacia mí, con aire preocupado.
- ¿Estás bien?
Le hago un gesto tranquilizador con la mano, mientras le pregunto entre toses:
- ¿D-Dónde está Axel?

"Danger" (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora