Capítulo 10.

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Tampoco era tan mal plan pasar el día de tu cumpleaños sin despegarte de twitter y asistir a otro concierto por la noche, mirándolo desde el punto de vista de alguien que no le hace demasiada gracia llamar la atención, era convincente, aunque en el fondo no es que me sintiera demasiado agusto.

Agradecía todas y cada una de las felicitaciones que me enviaban vía twitter a la vez que iba respondiendo a algunas fans, como siempre ignorando los comentarios inapropiados. Era increíble la rapidez con la que un personaje público podía pasar de ser querido y respetado por la mayoría a no ser más que una maldita embustera de la noche a la mañana y ganarse toda clase de insultos. Me hacía gracia que la frase ‘’ponte en su lugar’’ se utilizara tanto pero significase tan poco.

Me había dado de bruces con la realidad, es algo bueno, supongo. Había que aprender que la gente sólo miraba por sí misma, la inmensa mayoría de las personas que componen la sociedad luchan por ganarse la aceptación de los demás sin importarles el precio que deban pagar ni los que puedan salir perjudicados, era algo que llevaba viendo desde pequeña.

En ese momento se me vino a la cabeza una imagen que tenía guardada desde hacía ya mucho, uno de esos recuerdos que se ocultan y esperan la eternidad a que hagas uso de ellos, puede que no sean los más reconocidos, pero en ocasiones son los únicos que pueden sacarte una sonrisa.

Tendría así como trece años, en plena preadolescencia, ya sabéis, esa etapa no muy agradable en la que tu cuerpo está en pleno cambio y puedes estar llorando desconsoladamente sin saber por qué durante un segundo y al rato siguiente echarte a reír por una cosa que acaban de decir en televisión.

Ella estaba conmigo, no recuerdo del todo su nombre pero sé que jugábamos siempre a ser famosas, las dos teníamos el mismo amor platónico pero le queríamos de una forma un tanto distinta. Recuerdo las risas a mi costa cuando yo era la única que defendía al ‘’niñato mimado del flequillo con la voz de niña’’, recuerdo cómo miraba a mi amiga buscando algo de apoyo, y cómo ella fingía que odiaba a aquel chico tanto como los demás tan sólo para sentirse aceptada por el resto del grupo.

Aún así continuaba yéndome a jugar con ella, fingiendo que éramos inmensamente ricas y que Justin venía y nos invitaba a salir porque ‘’los famosos sólo salen con famosas’’.

Hice un amago de sonrisa al recordarme a mí misma tratando de convencerla de que no era justo que llevase su amor por Justin Bieber en secreto, era pequeña al fin y al cabo, y no me daba cuenta de que yo misma era de las pocas que ponían sus principios por delante de todo.

Volví a mirar la pantalla del portátil la cual mostraba mis incesantes notificaciones en twitter, vi entonces a mi amiga reflejada en la mitad de las amenazas de muerte, los insultos y las acusaciones sin sentido que me iba encontrando.

A finales de año aquella chica se había dejado arrastrar por la opinión pública pasando a formar parte de una masa en la que nadie destaca porque todos piensan de la misma manera, pero la cual tiene todo el derecho del mundo a criticar al reducido grupo que se encuentra más alejado por el simple hecho de pensar diferente y no tener miedo a ocultarlo. Por suerte Helena y Christina , mis amigas del barrio, se cambiaron a mi colegio aquel año y no tuve que jugar sola a las famosas pero aquella experiencia se grabó a fuego en mi mente.

Me pregunté qué sería de mi amiga, si alguno de aquellos tweets eran de ella y si se arrepentía de haber dejado de ser mi amiga ya que yo había logrado meterme de lleno en nuestro juego.

Reí interiormente ante este último pensamiento y me dediqué a contestar a las pocas fans que pertenecían al grupo reducido al igual que yo mientras disfrutaba de una versión a capella de All That Matters cortesía de Justin que se duchaba con la puerta abierta de par en par.

Inalcanzable {2ª temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora