Capítulo 17.

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Conecté los cascos a mi móvil y el nuevo tema de 5 Seconds of Summer sonó a través de mis auriculares cuando Justin cayó dormido a mi lado, con la cabeza inclinada hacia atrás y sus labios ligeramente entreabiertos. Era de esperar que se durmiese, no habíamos esperado ni al día siguiente para coger el avión hacia donde quiera que nos dirigiésemos para pasar nuestros cuatro días de vacaciones (Justin no había querido revelármelo todavía). Y había sido un día larguísimo, empezando por la larga charla con el comisario de policía, contando con el paseo turístico con los chicos con percance incluido, ya que tuvo que venir la policía para sacarnos de la abundante masa de fans que Justin había provocado a la entrada de la Abadía de Westminster, y finalizando con un nuevo concierto en el O2 Arena. No daba crédito cuando Justin me sugirió que nos fuéramos en el mismo momento después de terminar el show para que nadie se esperase que salíamos de Inglaterra, hasta yo estaba cansada y no había cantado y bailado durante dos horas para miles de personas.

Subí el volumen de la música considerablemente y no pude evitar recordar la de veces que mi tía me había advertido que iba a quedarme sorda, pero no podía evitarlo, aquello era un mundo completamente distinto, al que me gustaba escaparme de vez en cuando.

¿Por qué había gente drogadicta o alcohólica cuando existía la música?

Como un escape. ¿Nunca os ha ocurrido? Todos y cada uno de los sonidos que te envuelven se ven sustituidos por esa voz tan dulce la cual parece existir sólo para ti y su instrumental, y te quedas mirando a tu alrededor. Es como si el mundo entero hubiese callado sólo por ti y aquella música estuviese siendo escuchada en cada rincón del planeta, por cada persona hasta aquella a la que echas tanto de menos, o con la que te acabas de pelear y que tanto significa para ti. 

Poco a poco me vencí al peso de mis párpados y dejé que el cansancio me arrastrase consigo, cayendo en el sueño más profundo.

Qué paz… 

—No la despierte, yo la llevaré… —dijo un susurro en mi cabeza, y no sé si era real o si seguía soñando con aquella dulce voz que continuaría escuchando al levantarme de la cama a través de mi equipo de música, mientras me preparaba para ir al instituto y que me acompañaría a través de mi móvil por el camino. 

Soñé que algo me levantaba del suelo, algo cálido y agradable, sentí la enorme necesidad de permanecer pegada a ese algo todo el tiempo que me fuera posible.

—Bienvenido a Marbella, señor Bieber, su coche le espera en aquella dirección.

Por un segundo tuve suficiente fuerza de voluntad para entreabrir los ojos. Aquel rostro definido se mantenía muy cerca de mí, tenía ganas de acariciarlo, pero fue mucho pedir mover mi brazo, estaba increíblemente cansada.

—Shh… duerme Brooks.

·······

Era consciente de que esbozaba una sonrisa en sueños. Desperté de aquel sueño tan reconfortante y antes de abrir los ojos, analicé las nuevas sensaciones que me envolvían. La fresca brisa que entraba por alguna ventana y el olor a salitre del mar mezclado con un aroma a flores, y por supuesto la esencia que más me gustaba en esta vida, la cual continuaba impregnada en cada una de las fibras de las blanquísimas sábanas de algodón sobre las que había dormido. Pero él no estaba en la cama. 

Abrí por fin los ojos encontrándome con los postes de madera que dejaban caer cortinas de tela casi transparente alrededor de la cama, recogidas por un cordón. Me incorporé analizando la habitación en la que me encontraba, casi todos los muebles era de madera, y las paredes de un blanco inmaculado, pero lo que mayormente llamó mi atención fue la pared acristalada la cual daba a una increíble vista al mar. ¿Dónde estaba? ¿y dónde estaba Justin? Busqué mi móvil como loca encontrando un trozo de papel colocado a conciencia sobre la almohada del lado opuesto de la cama.

Inalcanzable {2ª temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora