Capítulo 1.

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Capítulo 1.

- Pero qué ñoño puedes llegar a ser a veces…

Reprimí una carcajada cuando sentí sus labios húmedos deambulando por la curva de mi cuello, su mano se cerró sobre la mía y provocó un pequeño click que nos confirmó que el candado se había cerrado por completo.

Mi sonrisa se hizo algo más leve mientras contemplaba casi hipnotizada nuestro candado entre otros cientos que se entrelazaban en los hierros que sostenían el Pont des Arts en el corazón de París.

Acaricié con la yema de mis dedos nuestras iniciales allí grabadas y paseé mi mirada a lo largo de aquel cúmulo de colores metalizados preguntándome a mí misma qué historias habría detrás de cada uno de aquellos candados.

Justin me ayudó a levantarme y me topé de lleno con su mirada color miel, algo más brillosa de lo normal, su media sonrisa juvenil me provocaba un ya habitual hormigueo que me subía por el estómago y me hacía suspirar como un completa pirada. 

- Te encanta llamarme ñoño cuando realmente por dentro te estás derritiendo, eh nena.

Entrecerró los ojos a medida que se deshacía de algunos de los centímetros que separaban nuestras bocas y le provoqué atrapando mi labio inferior con mis dientes. Él desvió su mirada contemplando mi técnica y disfrutando de ella sabiendo cómo odiaba que me hiciera esperar. Odiaba que pudiera extasiarme con tan sólo un movimiento, por fin decidí tomar la iniciativa para acabar con su jueguito por millonésima vez.

Ataqué su boca uniendo sus gruesos y rosados labios a los míos y los besé con dulzura, apoyando mis manos sobre su pecho y dejando que él rodease mi cintura con sus brazos para mandar al diablo la poca distancia que terminaba de separarnos. Poco a poco fui dejando de ser tan gentil y le mordí. Un gruñido. Otro mordisco. Él suspira. Su lengua va haciéndose rápidamente con el control enroscándose con la mía en una sensual danza y yo me dejo llevar por su infalible forma de seducirme. Aquella calidez hace tiempo que había pasado a formar parte de una de mis adicciones más peligrosas.

Lentamente fue abandonando mi boca para dar paso nuevamente a esa mirada que me atravesaba cada vez que aparecía después de un momento íntimo. Su expresión seria me contemplaba como si fuera la joya más valiosa del Paseo de los diamantes en la Quinta Avenida de Manhattan, me hacía sentir tan querida con tan sólo mirarme que no podía evitar ruborizarme aún después de casi un año a su lado.

- Soy un capullo con suerte.

Torcí mis labios en una sonrisa de satisfacción y asentí dando media vuelta para contemplar el maravilloso paisaje que se alzaba delante de mis narices.

Apoyé mis antebrazos sobre la baranda del puente y se me cortó la respiración durante unos segundos al observar con detalle el increíble río Sena reflejando los últimos rayos de sol.

París parecía haber sido construida mediante sueños, todo lo que allí podía verse hacía que echaras un poco menos en falta tu casa, aquella ciudad te atrapaba, aunque no lo hacía por sí sola…

- Eres preciosa. - Su voz en un susurro acarició mi oído a la vez que sus brazos se cerraban en torno a mí pegando mi espalda a su pecho. - ¿Te cuento una historia acerca de este sitio? - Dejé caer mi cabeza sobre su hombro y asentí sin dejar de contemplar aquel magnífico panorama. - Dicen que si dos personas con un sentimiento verdadero cierran un candado en este puente, no habrá nada ni nadie que pueda separarles, - sentí que se removía detrás de mí y un instante después, puso delante de mí la llave con la que habíamos cerrado el candado - y también dicen que si tiran la llave al río, se guardará para siempre la promesa que ellos dos se hagan, y no habrá manera de deshacerla. 

Inalcanzable {2ª temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora