Capítulo 18.

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Aquellos ojos me daban la sensación de haber sido teletransportada directamente a plena ventisca, tan fríos, despiadados e impasibles. Habían quedado grabados en el interior de mi cabeza hasta tal punto que me estremecía con tan sólo recordarlos. Parecían sacados de una película de terror, parecían avivarse con el miedo de otros. 

La media sonrisa de Dylan se iba ensanchando al ver que hacía lo posible por no mantener mis ojos fijos en los suyos.

No podía dejarme intimidar, era justo lo que él quería.

—Algo me dice que voy a salir de aquí sin ninguna respuesta —traté que el tono de mi voz me hiciera parecer segura de mí misma. 

Dylan se encogió de hombros arqueando las cejas sin borrar su media sonrisa.

—Venga ya Rose, ¿y ese espíritu tuyo para no rendirte hasta lograr algo? quiero someterme a tu insistencia en primera persona.

Guardé silencio durante unos segundos mirándole como si así fuera a lograr leer su mente, descubrir qué se había traído entre manos.

—Voy a denunciarte por acoso, y tarde o temprano tendrás que confesar qué es lo que te tiene atado a mí, qué es lo que hace que te recorras el mundo tan sólo con fin de perseguirme —me aplaudí mentalmente por haber conseguido que la voz no me temblara, aunque el resto de mi cuerpo me hiciera sentir como una gelatina con patas. 

—Adorable, ¿estás intentando asustarme?

—Sólo te estoy dando a elegir, ¿prefieres contármelo directamente o desembuchar delante de un tribunal?

Él permaneció en silencio durante unos segundos que me hicieron olvidar el hecho de que había dos agentes de policía más los que mantenían la mirada fija en nosotros a través de las cámaras de seguridad del cuarto, marcó un pequeño ritmo sobre la madera de la mesa con sus ágiles dedos, mirándome sin apenas pestañear.

—¿Te atraigo? —preguntó.

Parpadeé perpleja, ¿a qué demonios estaba jugando? ¿qué estaba intentando?

No pensaba dejarme liar por él.

—Habla conmigo o volverás a la celda antes de lo que pensaba.

Su media sonrisa habitual pasó a ser una sonrisa completa de satisfacción, entrelazó los dedos de ambas manos apoyando su barbilla sobre ellos.

—Ya veo.

—Dylan, se acabó, te hemos pillado, fuera lo que fuese lo que te traías entre manos…

Y entonces la cosa se volvió aún más rara. 

Dylan comenzó a carcajear a pleno pulmón, me resultaba extraño verle reír así, le hacía aparentar la edad que seguramente tendría, alrededor de unos veinte o veintiún años. Me mantuve en silencio hasta que él recuperó la compostura y me encontré totalmente perdida y de algún modo avergonzada, ¿qué se supone que tenía que decir a continuación? Me cuestioné durante un segundo su cordura, tal vez fuera drogado, aunque no creo que me hubiesen dejado entrar a hablar con él si hubiera sido así.

—No te sientas incómoda, —murmuró leyéndome el pensamiento —simplemente me divierte tu forma de ser, y me agrada, es tan fácil saber lo que sientes en cada momento tan sólo mirando tu cara… eres muy expresiva, muy espontánea, tienes una hermosa risa aunque no la esté contemplando en estos instantes, aunque he de decir que cuando te pones así de nerviosa me atraes bastante también, —decía tal cual como si se tratase de un amigo muy cercano, cada vez me costaba más aparentar impasibilidad —pero tal vez demasiado despistada y asustadiza, te intimidas con facilidad, además de que tus gustos musicales son una verdadera mierda…

Inalcanzable {2ª temporada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora