Es la tan famosa lucha entre la cabeza y el corazón, parecen enemigos vitales y muchas veces sus peleas pueden acabar provocando que los demás te vean como una completa pirada. Ella te dice que veas más allá de lo que tienes delante y no te dejes llevar por los impulsos, que tengas en cuenta el futuro, te hace escribir una lista mental de tus propios pros y contras, y normalmente, tratándose de uno mismo, los contras suelen ir con el doble de peso.
‘’Eres miedosa, eres insegura, no vas a poder con todo sola, vas a terminar por arrepentirte, tienes que tirar por lo seguro, aférrate a lo que conoces y no entres en terreno desconocido, te vas a hacer daño’’
Al tener doble peso las cosas negativas, es por esto por lo que la cabeza se conoce habitualmente como el lado en contra.
Si hablamos entonces del corazón las cosas son muy diferentes, el mundo se ve como un sin fin de posibilidades, es como ponerle a un niño el caramelo más delicioso que se haya podido crear delante de sus narices, pero el cual tiene que conseguir renunciando a cosas que valora. El corazón te pide que hagas caso a tus sentidos, que merece la pena ir a por aquello que te hace sentir bien ahora y que ya te las arreglarás si te falla. Es la parte de tu cuerpo que te da un buen empujón para que caigas justo en los brazos de la tentación, es la felicidad, que como bien sabe todo el mundo puede llegar a durar de años a tan sólo unos segundos.
El corazón se apellida riesgo mientras que la cabeza se apellida renuncia, son dos extremos de una cuerda que tira de nosotros en ambas direcciones y que puede terminar partiéndonos en dos.
Cuando llegas a cierta edad te das cuenta de que realmente la vida se basa en decisiones, de las cuales miles te llevarán al arrepentimiento y las cuales tendrás aún más en cuenta porque pasarán a rondarte la cabeza día y noche, la cual, como anteriormente he dicho, suele darle más peso a los contras.
Eso no quiere decir que las decisiones buenas no sigan ahí, apartadas bajo la sombra de las equivocaciones, muchas de esas ideas se tomaron con la cabeza pero puedo asegurar que las que mayormente merecieron la pena fueron dichas con el corazón, y es por esto por lo que nos cuesta tanto. La seguridad de la cabeza frente a la felicidad del corazón.
Está frente a ti, lo estás mirando, sonríe porque sabes que el pulso se te acaba de disparar al darte cuenta, y enseguida tus sentidos te avisan, y te dicen que es precioso, y que es todo tuyo. Tu mismo cuerpo te manda señales, se ruboriza, sientes cosquilleos e incluso tu piel se eriza con su contacto, sientes que podrías acostumbrarte a esa sensación para toda tu vida, pero es entonces cuando la razón entra en escena y todo son inseguridades.
Un dilema eternamente repetido y que al ser el ser humano una especie tan compleja jamás tendrá solución. Tenemos tendencia a la autodefensa pero también nos es inevitable ilusionarnos. Esta división puede ser más o menos notable según en qué punto de tu vida te encuentres, pero si llega el momento, como me ha llegado a mí, en el que esta lucha interna se hace con tu pensamiento día y noche hasta tal punto que pasas noches enteras dándole vueltas, sólo decir que sea lo que sea lo que decidas, será lo acertado, porque uno: no puedes ver el futuro; dos: tienes que aprender a saber tomar decisiones por ti misma; y tres: si te equivocas sólo puede servirte para un futuro.
Eres humano y tienes derecho a equivocarte mil millones de veces al día e incluso más, no es justo hacerte sentir culpable por no ser perfecto como aquel que sí que lo consiguió, porque aquel igual ha matado a su gato, porque quizás aquel no tiene ni la mitad de idea que tú sobre cómo va este jodido mundo. Nadie es perfecto y esto es un hecho, no intentes pretender que tú si lo eres porque aunque se pudiese, serías la persona más espeluznante que haya existido.
Que nadie te haga pensar que vas a meter la pata porque si hay alguien que sabe cómo puede hacerte sentir y cómo puede hacer que te arrepientas, ese eres tú.