26. Marquito

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Logro ponerme el sticker en el cuello, es de un animalito, cierro el espejo para dejar de ver a qué altura está el chupón, ya que lo tape y guardo mis cosas, para salir del aula.

Inna baila escuchando música en su celular, mientras avanza por los pasillos, es tan enérgica y despreocupada. Quiero acercarme para que hablemos un poco más, pero Mark sale corriendo empujando a todo el mundo, incluyéndome y entonces no puedo alcanzarla, ya que me caí al suelo.

—¡Perdón! —grita el rubio y cruza la puerta evitando a todos, para irse rápido.

Levanto la vista cuando veo la mano de Byron, haciendo un gesto para ayudar a pararme y lo acepto, así que tira de mí, entonces estoy a su altura, su cercanía. Mis mejillas arden cuando siento su respiración y mi corazón late más rápido, ya que él sonríe.

—Gracias —expreso tímida y un vacío se apodera de mí, cuando me suelta la mano.

—No hay problema, Mark está loco cuando de su madre se trata.

—¿Su madre? —digo confundida —¿Por qué?

—Es que lo avergüenza.

—Ah ¿Cómo?

—Cosas cómicas como llamarlo Marquito o estirarle los cachetes o acomodarle la ropa, o cosas así.

—No le veo problema —opina.

—Contestaría a eso, pero no tengo madre como para responderlo —Se gira —. Como sea, ya me voy —Me señala el cuello —. Bonito gatito —Se ríe y veo como se retira.

Hago puchero.

—No te vayas.

Camino a la puerta de salida como todos y busco a la tía Ester. Giro mi visto y veo a Mark escondido detrás del árbol.

—¿Qué haces?

—Sh —Me hace un gesto de silencio —¿Ya se fue? —Señala en una dirección.

—No veo a nadie.

Se arrastra y se fija.

—¡Uf! Salvado —Queda tirado un rato en el suelo.

—¿Estás bien? —Ladeo la cabeza.

—Sí, solo moriré un rato por aquí, no te preocupes.

—¡¡No mueras!! —grito asustada.

—Es una expresión, boba.

Frunzo el ceño.

—Que grosero, no te perdono ni aunque estés en tu lecho de muerte.

Hace una carcajada mientras empieza a levantarse.

—No voy a morir —Se agarra de la panza, no para de reír —¡Ja, ja, ja! Ay no puedo, ja, ja.

—No entiendo el chiste.

—Nada, no importa —Mueve la mano.

—Tú y tus bromas de mal gusto —opino.

—Fue solo una confusión de palabras —Sonríe.

¿Acaba de explicármelo?

—¿Cuál es la trampa?

Levanta una ceja.

—¿Qué trampa?

—Tú no eres amable, seguro hasta eres como Alen, que miente —opino y me mira raro.

Levanta los dedos para contar.

—Primero, no puedes quedarte con la primera impresión de una persona y segundo —Se indigna —¿Alen? ¡¿En serio?! Que horror, eso es un insulto, ese hombre no tiene sentido del humor, y si lo tiene, debe ser perverso —Hace una mueca graciosa y me río.

—Tienes razón.

—Bueno, ahora si me disculpas, voy a esconderme detrás del árbol —Se oculta.

—Mark, Marquito —grita la que creo que es su madre —¡Marco Antonio sal de dónde estés!

Inocencia AisladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora