44. Imaginando cosas

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Oigo el sonido de una ducha mientras respiro en profundidad, entonces entreabro los ojos un poco al ver que ya es de día. Quito la manta que me cubre en el colchón, me inclino sentándome y me refriego el ojo, para luego mirar toda la habitación.

—¿Byron? —Giro mi vista hacia al baño y sigo oyendo el sonido del agua —¿Estás ahí? —Ladeo la cabeza y acto seguido me levanto de la cama.

De repente oigo que se queja, parece que se olvidó de algo. Sin previo aviso, la puerta se abre, entonces me encuentro en frente de él, está empapado y casi desnudo, si no fuera porque tiene una toalla atada en su cintura, no tendría nada. Mis mejillas se ruborizan y muevo la vista para un costado sintiéndome avergonzada. Byron me esquiva, lo que provoca que me sobresalte, veo que agarra ropa interior de su cajón sin decir nada e ignorando la situación, que a mi parecer debería ser incómoda.

—Lo siento —me disculpo —me desperté antes de tiempo.

Se ríe y toda la tensión que sentía desaparece, gira su vista a sonreírme, lo que genera que se me acelere el corazón.

—No tienes por qué —me contesta —¿Quién se disculpa por despertarse? Solo Abril.

—Es que...

Se me acerca y me paralizo, agarra mi barbilla, poniéndose a centímetros de mi rostro.

—Mi novia es muy linda —me da un leve beso y aunque siento que quiero más, él se aleja —. Terminaré de bañarme y te llevaré a casa.

—Pero no quiero —repito lo de anoche.

—Si te quedas tan seguido, te aburrirás de mí.

—Eso es imposible —digo sintiendo un calor que le emana por dentro, las emociones crecen y florecen sin poderlas detener —imposible —Suspiro repitiendo.

Se muerde el labio inferior.

—No hagas eso.

—¿El qué? —pregunto confundida, tocando mis mejillas que están calientes —¿Dije algo malo?

—No, solo me hiciste imaginar muchas cosas.

—¿Qué cosas?

—No quieres saberlas —Se gira en dirección al baño y lo detengo agarrándolo del brazo, tan solo un momento.

Frunzo el ceño.

—Claro que sí.

—Es que... —Me mira de refilón y un pequeño rubor crece en sus mejillas, entonces repite al no saber que decirme realmente —no quieres saberlas.

—¿Qué? ¿Por qué no?

Veo como pasa su lengua por sus labios mientras piensa, parece que duda de lo que tiene que responderme.

—Está difícil ser tu novio —Se ríe —no sé cómo decírtelo —confiesa.

—Simple, fácil y conciso —contesto rápido y enfadada.

—Tú no sabés que está pasando debajo de esta toalla —Toca un poco la tela y vuelve a morderse el labio inferior.

Mis mejillas se ruborizan por estar mirando en esa dirección y alzo la vista.

—¿Qué?

—No quiero sonar obsceno, así que solo diré que esta cosa en mis piernas, me las está poniendo difícil, y sí, hablo de mis genitales ¿Se entiende? —pregunta confundido al querer explicarlo en palabras que yo pueda comprender —Creo que me exprese bien.

Me lo pienso y de repente me viene la imagen de un perro en mi cabeza.

—Estás... ¿Alzado?

Comienza a reír, entonces lanza una carcajada que se escucha en toda la habitación.

—Es correcto, estoy en celo, como un perrito ja, ja. Ay Dios se me fue toda la calentura de una ja, ja gracias.

—¡No te rías! —Me quejo —¿Y por qué estás así? No entiendo.

—Porque me pones así —Se acerca a mi oído y me alejo.

—A mí no me culpes, yo no hice nada —exclamo indignada.

—Solo porque no sabés toda la imaginación que tengo —Mueve las cejas —y ahora si me disculpas, tengo que terminar mi ducha que dejé el agua abierta.

—Bueno —digo bajando la vista decepcionada porque no me quiere terminar de explicar.

Oigo que bufa, camina hasta uno de los cajones y lo abre, vuelve para ponerme un plástico en la mano, entonces lo observo confusa.

—¿Qué es esto? —pregunto intentando entender.

—Se llama preservativo y va en mi miembro.

—¿Hablas de tus genitales? —digo confundida y me da una sensación de no querer tenerlo en la mano.

Se ríe.

—No lo usé, está limpio. No es ropa o algo así que te imagines, es para otra cosa.

—¿Pa... ¿Para qué?

—Para que no haya bebés.

Inocencia AisladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora