29. Pérdida

4.9K 389 47
                                    

Debe ser muy triste que se te muera un familiar, mi padre me habló de la muerte una vez, cuando murió mi abuelo, el cual no conocí, pero sé que le dolió mucho porque estaba llorando.

"Es una pérdida muy grande, ya que no verás a esa persona nunca más".

Eso me recuerda a mis papás y me da miedo, de no poder verlos otra vez. Me pregunto ¿Dónde estarán?

Ignoro a Alen, el cual me contó lo que le sucede a Byron con su mamá y voy a la salida a buscarlo, quiero decirle que no importa que se haya olvidado de mi cumpleaños y que puede contar conmigo para lo que sea.

Cuando cruzo la puerta, quedo tiesa, ya que lo veo besándose con esa rubia, la tal Ayla. Creo que esta chica, no va a nuestra escuela, no la he visto nunca por aquí ¿Por qué ha venido? ¿Por qué se besan? ¿Por qué estoy enfadada y triste a la vez? No quiero, no soporto ver esto, me molesta.

—Te dije que se distrae acostándose con alguna, eso te pasa por tardarte tanto —Oigo a Alen detrás de mí, que al parecer me siguió y entonces frunzo el ceño.

No lo soporto, pero le presto atención.

—¿Acostarse?

—Alen, déjala en paz —Se acerca Mark.

El castaño inclina su cabeza y susurra algo que creo que es obsceno o vergonzoso, no sé el término.

—Te lo diré en tu idioma, Byron se aparea con Ayla, ya que tú no le abres tus piernas.

Mis mejillas se ruborizan, mientras intento entender de qué está hablando.

—¿Qué... —digo confundida —¿A qué te refieres?

—¡Wow! No sabía que eras tan estúpida —opina —¿Lo quieres más gráfico o quieres que te lo deletreé? Hablo de sexo —Bufa —. Eres una pérdida de tiempo.

—¡Alen, ya basta! —insiste Mark alzando la voz, lo que provoca que Byron mire hacia aquí y yo me sobresalte cuando se acerca.

—¿Qué sucede? —pregunta el morocho tranquilamente como si no se hubiera estado besando con esa rubia.

Que por cierto, también viene hasta nosotros. Me incomoda hasta mirarla y no sé por qué.

—Abril quiere preguntarte algo —Sonríe Alen y Mark le pega un codazo —¡Auch! —Se soba el brazo.

—¿Qué? —Los ojos marrones de Byron me observan y por alguna razón, flexiono las piernas.

—Tú... tú... —Mis mejillas arden por el sonrojo y entonces pregunto tímida —¿No eres muy joven para tener bebés?

Un silencio interminable e incómodo se forma y todos se quedan callados mirándome raro, pero segundos después y el único que reacciona es Byron, el cual comienza a reírse, y hasta parece que le duele la panza de tanto carcajear.

Lo juro, yo no pretendía hacer ningún chiste, pero parece que a él sí le alegre el día.

Inocencia AisladaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora