Capitulo 9 Let It Be

374 10 1
                                    

- ¿te veré en clases? –me guiñó un ojo.

Le miré con el rostro inexpresivo.

- Jamás he faltado ¿no?

El rió recostándose jovialmente al casillero vecino.

Permanecí en silencio.

- Vi la película de los miserables…

Le dediqué una mirada afable, y esta vez no fingía.

- Que bueno, seguro aprobaras el examen –guardé los libró en el casillero.

- Justo lo que me imaginé…nada de fotografías ni memos ni nada que se le parezca.

Reí algo sonrojada.

- Debes saber que es de mala educación espiar los casilleros ajenos.

- Hay un estudio sumamente comprobado de que los casilleros reflejan la actitud y personalidad de sus dueños.

- ¿es broma? –cerré el mio de un portazo y eché a andar hacia la biblioteca.

- Ya te dije que es cierto, yo mismo acabo de comprobarlo… tu casillero es tan pulcro como tu, tan limpio como tus cuadernos

Lo miré un tanto halagada, ciertamente recorrer estos pasillos en su compañía los hacia ver un poco mas coloridos de cuando los paseaba sola.

“¡no! Eres tú quien crees ver lo de otro color admitelo Caroline, empieza a gustarte este chico”

Ignoré ese absurdo razonamiento. Nada de eso podía ser cierto.

- Imagino como debe ser el tuyo –mi voz se impregnó de odiosa superioridad

- ¿quieres verlo?

Dudé en responder, algo en Cristian Henderson hacia que empezará a perder el control y eso sentía tan bien; aun que después luchara conmigo misma hasta lograr traerlo devuelta.

- Vamos Carola – se escuchó suplicante –dejame enseñarte a ser mal educada.

Volví a sonreir, y se volvió a sentir tan real.

Asentí algo dudosa.

El me tomó del brazo y prácticamente corrimos devuelta a su casillero. 

- Llegaré tarde a clases –farfullé algo nerviosa.

- Deja de fingir… no tienes clases ahora.

- ¿Cómo te atre…? –repliqué enfuruñada,

- Te veo a esta misma hora todos los jueves desde la cancha de 

baloncesto

Fruncí el ceño.

- ¿me has estado espiando?

- Digamos que me gusta ver esa expresión de seriedad que pones cuando estas leyendo un libro, esos surcos en tu frente –presionó su dedo en mi entrecejo.

- Esto es raro –musité.

- Vamos, no tiene nada de raro… no cambies el tema ¡veras mi casillero!

- ¡eres tan infantil!

Se carcajeó.

- ¿preparada?

Contuve una carcajada –si, claro.

El rió amenamente.

Colocó la contraseña y abrió para mi.

Todo estaba amontonado, libros, trabajos reglas y lapiceros. Revueltos unos con otros

Una tierna sonrisa de esas que casi nunca brotaban de mis labios se escapó dejándome sentir un corazón que latía desbocado, dándome una prueba personal de que este no era de piedra.

¡Sonríe, Caroline! (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora