Capitulo # 27

210 9 1
                                    

We Are Young

Para relajar un poco la tensión reinante dentro de aquel auto. Empecé a ubicar una estación de radio. Observaba de reojo a Cristian quien tenia la vista perdida en los altos edificios de la ciudad, fingiendo ignorar el rostro contrariado de mi madre. 

Ella estiró el brazo apagando el estéreo. La fulminé con la mirada; encendiéndolo nuevamente. Ubicando una melodía de sonido estridente, la cual cambió sin ninguna clase de consideración o educación.

Luego la apagó. Cristian soltó una risita.

Volví a encenderla. Si quería jugar al gato y el raton… ¡bien! Me tomaba de ánimos hoy.

Encontré la canción que Cristian tarareaba a cada momento un canción de Fun y Janette Lafoe.

El la reconoció de inmediato y como lo supuse comenzó a sisear el coro. 

Mi madre lo miró por el retrovisor, fulminándolo… que digo fulminándolo. ¡asesinándolo! 

- Es por esta carrera –indicó el.

Nos aproximábamos a su casa.

Mamá dio vuelta al auto obedeciendo con amargura sus indicaciones.

- Gracias –dijo el bajándose del auto. –nos vemos en la Escuela, Caro…

Asentí con una sonrisa. Ella puso el auto en marcha nuevamente.

La canción sonaba en la radio, animando el tétrico ambiente.

- We are Young… -musité llevando el ritmo de la canción.

Ella apagó la radio abruptamente. Estaba enojada, no la culpaba; pero tampoco acreditaba su comportamiento para con Cristian.

- ¿Qué pasa?- Pregunté resignada a la sarta de regaños que se aproximaban.

- Invadieron la propiedad privada –estacionó el auto frente nuestra casa.

Asentí. –nos divertíamos.

Se bajó del auto.

- Lo siento mama- aclaré mi garganta, siguiéndole también. –no volverá a pasar.

- Lo se.

- Me agrada que confíes en mi –consentí.

- No volverá a pasar… porque –rió con malicia –te queda terminantemente prohibido, escúchame bien… te queda terminantemente prohibido ver a ese chico nuevamente.

- ¿Qué? –reí irónica –tu no puedes prohibirme eso..

- Claro que puedo –se encaminó hacia la casa.

- ¡no! ¡no puedes!

Se detuvo.

- Estas castigada Caroline.

- ¡me vale! –grité y ella pareció no escucharme.

Caminé rápidamente hacia ella.

- No me importa –dijo cuando estuvimos frente a frente. 

Me mordí el labio tratando de contener el mar de improperios que sabia podía gritar si no me controlaba.

- ¿sabes que…? ¡me importa! No voy a dejar de verlo. Porque vamos a la misma clase.

- ¡Por Dios Caroline! ¿Por qué no entiendes que trato de evitar que arruines tu vida?

Se exaltó de forma, que sus mejillas se tiñeron de un fuerte rubor.

- Deja de creer que solo lo hago para molestarte.

Suspiré.

- Mamá…¡ ya no soy una niña! No puedes prohibirme con quien relacionarme.

- Lo se… me extraña que te comportes de este modo, siempre has sido sensata. ¿Por qué? ¿Por qué ahora? Cuando estas a punto de entrar a la universidad.

- ¿eso es todo lo que te importa? –inquirí indignada. -¡nuevas noticias! ¡no quiero i9r a esa estúpida universidad!

Ella se calló estupefacta. Sabia que este era su punto débil.

- Bien… ¿lo entiendes? No iré si sigues presionándome…, por primera vez en la vida empiezo a sentirme bien… parte de algo y tu solo… ¡quieres arruinarlo! Como siempre.

No me había dado cuenta que papá nos observaba en absoluto silencio. El dolo se había transfigurado en el rostro de mi madre, lo había dicho. Había escupido como me sentía con respecto a las decisiones que ella tomaba sin mi consentimiento, siempre acabando con cualquier luz o recinto de paz que yo encontrase.

- Caro… -musitó papá.

- Ahora no papá –lo esquivé entrando a la casa y subiendo a trompicones las escaleras.

Me arrojé sobre la cama acurrucándome, abrazando mis costillas… era mi madre. Me dolia lastimarla de ese modo.

¡Sonríe, Caroline! (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora