Capítulo 41

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Con el cantar de un turpial a mi ventana y la promesa de un nuevo día despedí a Cristian ayudándole a salir a escondidas por la puerta trasera de mi casa.

La locura de hace unos momentos había pasado dejando una rara sensación de confort y tranquilidad. De alguna forma le había dado algo que siempre nos uniría por lo menos por mi parte siempre recordaría esto. La sensación de vértigo cuando sus labios apasionados recorrieron cada fibra de mi cuerpo. Sus manos descubriendo la intimidad de mi espalda mientras las mías recorrían con desespero su abdomen y todo lo que vino después. Acepté que esto no significará nada importante para él aunque para mí lo fuera todo, estaba dispuesta a vivir con la experiencia de haber vivido con él está primera vez.

Era una forma muy digna y memorable de decir "adiós"

Una forma muy idónea de recordar lo que consideraba era mi primer amor, secreto oculto y prohibido.

Lo despedí en el pórtico trasero viendo cómo se alejaba y un hondo suspiro se me escapaba con su partida. Rememoraba la charla en mitad de la madrugada acunada entre sus brazos el susto cuando sentimos los pasos de mis padres cruzar el pasillo y la fuerza que tuve que sacar para no soltar una enorme carcajada cuando él se arrastraba hasta el baño con su ropa a medio vestir.

Amor joven, inexperto dulce alocado que me hacía creer en la bondad del mundo en la adrenalina rodando por mis venas golpeando los cardenales. Podía dominar el mundo porque era mío ahora que sus besos se tatuaban en mi piel marcándome colocándome un sello de infinito secreto de amor pero se acercaba un despertar... una forma de levantar y desmoronar lo que esa mañana consideré como el mejor de los sueños.

Había una vida siguiendo su curso afuera mientras yo me aferraba a los recientes recuerdos a las vividas sensaciones.

De repente todo tomó sentido, nada sería igual porque desde ese momento nada lo era, todo tomó un cambio, había violado nuestro acuerdo. Lo había roto desde hace tiempo pero ahora él lo sabía.

¿Cómo podría hablarle? ¿Cómo podría estar a su lado a sabiendas de todo lo ocurrido en mi habitación? Era casi imposible, todo el remordimiento que no había sentido en esas mínimas horas de felicidad se sobrevino en mí como una nube tapando los rayos brillantes de un sol que alumbró poco y que ahora desparecía.

¿Seguiría Cristian tratándome como a su amiga?

Debía admitir que este, era el más doloroso despertar.

Dolía tanto saber que en verdad, lo único que conseguí confirmar esa noche era que yo siempre seria la amiga. A la que recurriría para hablar de sus problemas, y eso podía soportarlo lo que no podía soportar seria el día en que llegase hablarme sobre sus líos sentimentales.

Allí, moriría instantáneamente.

Me odié por haberme permitido concebir esperanzas. Una parte de mi había concebido la remota idea de que en verdad podíamos tener "un nosotros" cuando en verdad nada estaba a nuestro favor, cogeríamos diferentes camino y de una u otra forma terminaríamos separados.

Era mejor, terminar de una vez por todas lo que nunca empezó.

Así que los días siguientes fingí sentirme mal para evitar ir a clases, apagué el móvil deshabilité la batería para no tener la tentación de contestar sus mensajes, le pedía a Martha que me negase al teléfono. Desaparecí del mundo durante cuatro días; hasta el viernes en que fui capaz de ir nuevamente a la escuela...

Cuidadosa y sigilosa evitando a toda costa un encuentro a solas. Ocultándome cada que oía su voz en los pasillos de la escuela, sintiéndome como la más miserable cobarde...

¡Sonríe, Caroline! (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora