Capitulo 15 Cicatrices

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Algunas piedrecillas maltrataron mi espalda y un montón de hojas se incrustaron en mi cabello.

- ¿estás bien? 

Me había golpeado fuerte en la espalda y la manga derecha de mi vestido la que cubria todas las cicatrices se había roto. Cuando el trató de sostenerse.

Me recosté sobre el suelo, respirando suave y acompasadamente para levantarme después.

El se mantuvo en inmóvil a mi lado, en silencio a la deriva de los murmullos del viento que hacia bailar las hojas secas.

La música seguía sonando desde la cabina del auto. Sentí mi rostro ruborizar cuando sus ojos se posaron sobre mi, recorriendo cada palmo de rostro, pecho y por ultimo las muñecas maltratadas que por primera vez tenia descubierta. Estos inquietantes y curiosos, se tornaron tristes y extraños.

- ¿Qué te pasó allí?

Intenté levantarme rápidamente pero el me detuvo tomándome del brazo.

- Nada.

Su rostro se mantuvo cerca el mio.

- ¿Qué te pasó allí?

- Nada –cubrií mi muñeca con la otra mano.

El apretó mi brazo un poco mas fuerte.

- Me lastimas –gruñí entre dientes.

- Ja –dijo el sarcásticamente –mira quien habla de lastimarse.

Me solté bruscamente levantándome del suelo sin ninguna delicadeza.

- Sabia que no debía venir –caminé hacia el auto.

- Y me criticas porque quería fumarme un cigarro –espetó.

Intenté mantener la calma, pero ya estaba a punto de hiperventilar.

Cristian Henderson me veria llorar nuevamente.

Halé torpemente la manigueta de la portezuela. ¡se había arruinado todo!

- ¡eres tan hipócrita¡ -me acusó.

Detuve el forcejeo con la puerta.

“¡Llora¡” me ordenó la voz dentro de mi cabeza.

- ¡no! –grité.

El se levantó del suelo extrañado.

- ¿no? ¿Qué es no?

- Déjame –me di vuelta con ojos suplicantes.

- ¿no aceptas que te digan la verdad en tu cara? ¿es eso?

- Para… por favor.

El rió con amargura.

- Estas acabando con tu vida… ¿es ese tu secreto? ¿eso lo que tanto le ocultas a mundo?

Me tapé los oídos desesperada. El se acercó con cautela.

- No lo entiendo… ¿Por qué lo haces?

- Cállate –supliqué.

- No… -rió, pero la alegría no cubrió sus ojos. -¿Por qué? ¿Por qué 

lo haces Caro?

- Basta –lloriqueé –solo.. llévame a casa.

- ¿huyes? Como siempre lo haces…

- ¿Por qué te importa tanto? –grité.

Sus labios se fruncieron.

Guardamos silencio por unos segundos, las lagrimas se escaparon de mis ojos.

- Porque tu me importas.

Me crucé de brazos derrotada, como queriendo contener as piezas de mi que antes estaban agrietadas y que ahora caian en pedazos.

- ¿quieres un consejo? –empecé a secar las lagrimas –alejate… ahora que puedes.

El se recostó al capo del auto.

- No.

Me quedé en silencio.

- ¿Por qué lo haces?

- En algún momento… se convierte en la única forma de sentir…

Suspiró entristecido.

- Tienes serios problemas.

- Que no son de tu incumbencia. –asentí indignada –solo… 

mantente alejado.

- ¿Por qué? Es demasiado fácil irse ahora.

- No… quiero …que te quedes –vocalicé lentamente.

- No me importa.

Apreté los labios frustrada.

- No te quiero romper el corazón –confesé.

- Jamás lo lograrías –sonrió irónicamente –es de piedra igual que el tuyo.

¡Sonríe, Caroline! (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora