Dos.

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Había pasado poco más de un mes desde que Emmanuel entró a la casa de Sunflower. Temiendo que lo ocurrió hubiese sido producto de su imaginación jamás le comentó nada a nadie, pero ocasionalmente solía pensar en aquella chica. Las preguntas eran obvias ¿ella realmente vivía ahí? Si era así ¿cómo es que era posible? ¿cómo es que había estado ahí sin que nadie siquiera lo sospechara? ¿ella era real o era algo así como un fantasma? La piel se le erizaba al instante al pensar esto último. Él no era un chico que creyera en lo paranormal, pero prefería andar con cautela respecto a este tipo de temas.

Su clase ya había terminado y para alivio de él ya era la última clase del día. Guardando todas sus cosas caminó hasta parada del camión y se dirigió a su casa, aún tenía un poco de tiempo libre antes de irse a trabajar. Encerrado en su habitación y recostado sobre su cama decidió dejar de pensar en teorías sobre la chica y quizás hacer algo al respecto. Quizás lo que quería en el fondo era que esa chica fuera real pero pensamientos no muy agradables venían a su cabeza ¿qué tal si estaba secuestrada ahí y él era el único que sabía que estaba ahí? Se sentó al borde de su cama para ver a través de la ventana. Desde ella se podía ver la casa de estilo gótico y recorriendo cada centímetro de ella sacó una hoja de su cuaderno.

"Lamento haberte asustado y haber entrado de esa manera a tu casa. Sólo entré por mi gata sin saber que la casa estaba habitada. Disculpa si es muy atrevido de mi parte pero me gustaría conocerte así que te dejaré mi número. *inserte número de celular x*".

Ya era hora de irse a su trabajo el cual no quedaba muy lejos por lo que se iba caminando. Con el mismo sentimiento de la última vez avanzó hasta la vieja casa. Su corazón latía descontroladamente y sus pasos eran titubeantes. Esta vez con mucha más cautela y cuidadoso de que nadie lo viera caminó hasta la parte trasera y con un movimento rápido cruzó por el barandal suelto. Dudó por unos segundos pero decidido a "terminar" con el asunto caminó hasta el porche con las hojas crujiendo bajo sus tenis. Tomó la hoja con la nota y la pasó por debajo de la puerta. Dio media vuelta y regresó así como entró.

Emmanuel trabajaba en "Joe's" un pequeño y modesto restaurante de comida mexicana donde los burritos y los nachos eran su especialidad. Le pagaban bien pese a ser sólo un empleado de medio tiempo, sin tener una actividad en específico, solo haciendo lo que se iba requiriendo, desde ser mesero, cajero, ayudar en la cocina e incluso hacer de repartidor. Pese a estar rodeado del olor a comida mexicana en su cabeza estaba frente a la casa misteriosa esperando por cualquier movimiento.

—¿Y si no tiene teléfono? —pensó tras revisar si tenía algún mensaje o llamada por décima vez—. Si está secuestrada o algo es obvio que no tendrá comunicación al exterior. Entonces ¿por qué la puerta de la cocina estaba abierta? ¿descuido de los secuestradores? Lo dudo —continuó pensando.

Su jornada de trabajo había terminado y caminó de vuelta a casa. Volvió a pasar a propósito cerca de aquella casa y tras observarla de nuevo pensó incluso que quizás había entrado a una especie de mundo paralelo donde esa casa estaba habitada. Llegó a su casa y tras cenar y conversar con su madre y hermano sobre su día en la escuela y demás cosas se metió a bañar con la intención de terminar su tarea e irse a dormir. Estaba a punto de acostarse cuando su celular recibió un mensaje vía WhatsApp de un número que no tenía agendado.

"¿Eres real?" decía.

Agorafobia #PGP2020 #StayHomeAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora