XXXII

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Mis manos sudaban mientras tiritaba del sueño y del frío, la temperatura bajó notablemente y escogí un día para ir desabrigada. Estornudé junto con un sonido algo agudo y Noah rió a mi lado. 

—Salud pequeña— me sonrió y yo me ruboricé mientras sonreía al suelo y él me penetraba con su mirada dulce y tierna. 

La casa o más bien mansión era mucho más que enorme de lo que imaginaba, era de un color natural precioso que renacía y destacaba mucho más con las flores y palmeras que la adornaban más aún habían jardineros regando las plantas y cortando al ras el césped verde llamativo.

Él apago el motor de su auto y ayudó a bajarme cargándome como hace rato, me escondí es su cuello sonrojándome aún más porque me cohibía demasiado su atención, la atención que nunca recibí en varios años. Me bajó un instante para sacar sus llaves y abrir la puerta. Me bajé y caminé a cortos pasos al gran lugar que se avecinaba a mis ojos, estaba todo tan pulcro con un olor a limón natural en el aire.

Cerré mis ojos mientras aspiraba el aire limpio. Los pisos de madera oscura estaban encerados a la perfección que casi podría ver mi reflejo en él. Los muebles combinaban a la perfección con los cuadros de arte rústicos y el brillante piso. Había una pantalla plana mucho más grande que la pared de mi habitación, bueno, no tan grande pero superaba mis expectativas y en el frente había un cómodo sillón de cuero con diferentes almohadas haciendo juego, la cocina se encontraba a unos seis metros luego del sillón y era amplia, hecha de mármol y hermosos cerámicos tallados.

Esto no era una casa… era un palacio

— ¿Te gusta? — preguntó tomándome de la cintura para llevarme escaleras arriba, amaba su tacto en mi piel. Solo que la fina remera separaba sus cálidas y suaves manos de mi cintura.

—Supera mis expectativas— dije suspirando una vez que ya subimos las escaleras.

Caminamos un poco más adelante y sentía mis párpados cerrarse del sueño por la droga del calmante.

Necesitaba una buena noche de sueño para olvidarme del pesado día. Él abrió una puerta de madera marrón oscura para dejarme a la vista una bonita y delicada habitación.

Consistía en una cama matrimonial solo para mí con sabanas de satén color crema y almohadillas marrones oscuras para hacer un perfecto contraste. La pared estaba pintada de un color suave natural con cuadros pintados a manos de paisajes de Londres, París y toda Europa.

También tenía un precioso balcón que daba una hermosa vista a un campo lleno de casas y el sol brillante del atardecer, estaba hecha de mármol y se decoraba con lazos de ramas con hojas y flores de rosas blancas y rojas y para cubrir el sol habían cortinas de seda blanca y rojas mezcladas y había como una silla de terciopelo blanco afuera en el balcón para sentarse y… mirar, el suelo estaba cubierto por una alfombra oscura y a veinte pasos estaba el baño que ya lo descubriría más tarde en una relajante ducha. Quedé petrificada y atónita por la habitación enorme y lujosa.

—Y… ¿Qué piensas? — me dijo algo inseguro mirando al suelo mientras retorcía sus dedos. Lo miré por un segundo— Lo podemos cambiar y…

Salté sobre él para darle un abrazo y rodearle con mis brazos mientras él sostenía mi cintura con sorpresa hasta que se relajó. No podía articular palabra. Entonces él me puso delante de él y me observó fijamente sin dejar mi cintura. Lo miré por unos segundos y quedé hipnotizada muy dentro de sus ojos color café, se sentía tan bien mirar esos ojos preciosos. Mi estómago se convirtió en infinitas mariposas que revoloteaban dentro y sentí el calor subirme a las mejillas cuando rompí nuestro contacto visual. 

—Gracias por todo esto Noah… es demasiado para mí— sonreí agradecida mientras él negaba con la cabeza y hacía un gesto con la mano. 

—Eso es solo una parte de la sorpresa. — abrí mis ojos ¿Estaba jugándome una broma? Eso debe ser… ¿Cuánto dinero ganará por día? Agarró mi mano y fuimos a unos de los armarios tallados a mano barnizados y pulcros y lo abrió. Toda mi ropa estaba allí, incluyendo vestidos de gala nuevos, zapatos de tacón de diseñador, bolsos y joyas. 

—No lo puedo aceptar Noah… no es justo— dije jugando con mis dedos— Que gastaras todo esto en mi… lo devolveré lo prometo— dije algo aturdida, ¿Se enojaría? Dios no quiera. 

—Claro que lo aceptarás, amo verte sonreír. Eres muy hermosa— dijo mirándome— Em… solo digo que… Uhm… olvídalo— se sonrojó y no pude evitar reír algo nerviosa mientras deliraba por dentro. ¿Soy hermosa para él? Oh Dios, bendice a este chico—Falta más…— se acercó a mí y besó la punta de mi nariz ¿Lo hizo enserio? Mi corazón latía con fuerza y dejé de respirar

—Respira Bella— rió mientras yo me ruborizaba aún más y antes de que balbuceara, tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, su mano encajaba a la perfección con la mía, o eso creía yo. Se sentía malditamente bien estar junto a él. Me llevó a una pared y reí a carcajadas

—Es una hermosa pared, que buen cemento Noah— ambos reímos pero él tomó un control remoto y como dos puertas se abrieron automáticamente, dejándome prácticamente en el suelo de la sorpresa y la emoción. Mis ojos se cristalizaron y no pude evitar sollozar mientras cubría mi boca con mis manos. 

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Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora