XLXV

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Pasó un mes… y mi masa corporal estaba creciendo, principalmente de mis caderas y cara. Esto era más difícil aún ¿Cómo afrontaría esto? No quería irme de la vida de Noah, lo amaba demasiado y no quería herirlo, pero no quiero arruinar su carrera para nada. Hablé con mi madre y se emocionó e incluso lloró luego del regaño del año, pero dijo que no diría nada a nadie y que me recibiría en su casa de apoyo a niños sin hogar. Compartía casa con chicos que no tenían recursos para vivir. 

Estoy asustada, aterrada y con miedo, y estaba desnuda en la cama de Noah ¿Había tenido sexo embarazada? Claro que sí y leí que era posible, por lo tanto… está bien. 

Había llorado en silencio viendo a Noah dormir plácidamente con un halo de tranquilidad y dulzura. Joder, lo amo tanto ¿Por qué me tenía que separar de la persona que amo? ¿No puede dolerme más aún? Sentía mi corazón desgarrarse con cada respiración, caí en el amor tan fuerte que casi no podía asimilar lo que estaba pasando justo ahora.

Sin esperar se volvió mi respiración, mi corazón y mi alma. La luz de mi oscuridad desde siempre. Pasamos momentos duros, altos y bajos. Pasé su relación con Halston y aún no lo podía creer, fui adoptada por una familia que no me quería y educada por otras personas. Dejé de cortar mis muñecas y salir adelante con una sola persona que me ayudó a ver la luz de nuevo y esa persona estaba al lado mío. 

Me ayudó a superar mis problemas y enfermedades, me ayudó a mirar adelante y ser fuerte. Pero no puedo pensar en su reacción cuando se entere de que estoy embarazada, estaba segura de que lo decepcionaría y me gritaría o peor. 

La única manera de ayudar en esta situación de mierda era desaparecer y al embarazo no lo ocultaría más. Estaba cansada de estar bajo sus sábanas y estar ocultando un gran secreto. 

Cerré mis ojos tratando de no torturarme con este pensamiento y decidí una cosa… me marcharía esta noche a la madrugada, cuando esté dormido. No quería ver más su rostro… no porque no lo amara, si no porque no podía verle su cara por vergüenza. 

Agarré su camiseta y me la puse con cuidado mientras caminaba hacia la cocina, llamaría a American Airlines para encargar un boleto a Texas… solo de ida. 

Tomé el teléfono y marque con rapidez y con lágrimas en mis ojos. 

Esperé por tres tonos y una voz alegre me atendió.

—American Airlines ¿En que puedo ayudarle? —

—Un boleto de ida para Texas, por favor— tragué en seco tratando de disminuir el dolor en mi estómago. 

—Claro, ¿a que hora? Tenemos a las doce del mediodía, a las ocho de la noche, a las doce y uno a la mañana…. A las cinco— 

—A las cinco de la mañana— me levantaría a las cuatro para ir directamente al aeropuerto, joder… estaba cada vez peor. No lo podía creer aún… me estaba yendo definitivamente de la vida del hombre que más amé en mi vida. 

— ¿Podría pasarme su número de tarjeta de crédito? — 

—17.123.145— dije de memoria, y cuando terminó de teclear en su computadora, dijo que tendría que presentar documento y número de tarjeta. Y finalmente… colgó. Pude escuchar el tono muerto del teléfono y no resistí… me largué a llorar en la cocina como nunca, mi espalda se sacudía por los sollozos.

Nunca me había sentido así… de esta manera tan desgarradora, como una daga atravesando mi pecho cada vez más fuerte y clavándola más en la herida. El fuego del llano quemaba mis ojos y decidí darme un baño para calmarme. Subí con cuidado y entré a la ducha. 

Enjaboné mi cuerpo y esperé un largo rato para que mis ojos se deshincharan y se pusieran blancos de nuevo, lavé con shampoo y acondicionador mi cabello y cuando estuve lista sequé todo mi cuerpo, los brazos, piernas y por último mi estómago. 

Acaricié con dulzura sintiendo mi corazón bombear con fuerza ¿Sería una buena madre? ¿Cómo se puede criar a un hijo? No sabía el sexo del bebé por lo tanto podría ser hija… Me sentía mal por echar culpa a un ser indefenso, esta personita no tenía la culpa de nada. Era un fruto de amor entre yo y Noah… pero él no debe saberlo. 

Paré de pensar por que lloraría de nuevo y no quería rastro de que haya llorado por toda la mañana y madrugada sin poder dormir. Cuando abrí la puerta pude ver a Noah acostado con las sábanas cubriendo su anatomía, el sol le daba en su rostro alumbrándolo y haciendo que sus ojos verdes se iluminaran y sean ahora de un verde intenso. Debía admitirlo, era glorioso y perfecto para mis ojos. Me quitó la respiración como siempre cuando me sonrió. 

—Princesa— llamó y golpeo a su lado con suaves palmadas indicándome para que vaya con él a su lado. Me acosté boca abajo con toalla envuelta en mi cuerpo desnudo, la adrenalina bajó y el sueño me envolvió en su suave manta. Noah se posó al lado mío apoyando su cabeza en la mano, las pequeñas gotas de agua que caían de mi cuerpo mojaban las sábanas pero se secarían más tarde. 

Noah bajó un poco la toalla dejándola un poco más debajo de la cintura, y empezó a besar mi piel desnuda, cerré los ojos disfrutando de la sensación, su mano acompañaba los besos haciéndome suspirar. Tocó cada centímetro de piel de mi espalda y reí cuando besó mi cuello, pude sentir que él sonrió en mi espalda y quedamos así… él tocándome la espalda y yo a punto de dormirme. Disfrutaría tanto como pueda… mi último día con la persona que más quiero. 

La última parte de mis pensamientos empeñó mis ojos, ¿último día con Noah? No lo puedo creer, la última vez que tocaría mi piel. La última vez que me besaría… que compartiríamos cama. 

Eso fue suficiente para que me rompiera de nuevo y frente a él, deberían coronarme como las reinas de las estúpidas. Mi espalda empezó a subir y a bajar rápidamente y las lágrimas empezaron a bajar rápidamente por mis mejillas 

— ¿Pequeña? — Llamó Noah a mi lado— ¿Qué te pasa? ¿Qué sientes? ¿Estás bien?

Su preocupación hizo que me pusiera peor aún, separarme de él iba a ser horrible, peor que nunca. 

Me giré a él y me di cuenta de que la toalla había desaparecido de mi cuerpo, él la había sacado… estaba como Dios me trajo al mundo. Pero la vergüenza ya no existía entre nosotros dos. 

—Te amo— dije llorando y reí tratando de calmarme— Te amo demasiado

—Hey, cariño— acarició mis cabellos húmedos y me subí encima de él, la única cosa que nos impedía rosarnos era la sábana de satén blanca. Mi cabeza quedó en su cuello y mis pechos estaban apretados en su pecho fornido. Me abrazó por la cintura y acarició mi espalda, brazos y cabeza—No llores. ¿Estás bien?

—Claro que sí— dije susurrado— Solo que estoy sensible

— ¿Quieres que hagamos algo hoy? — dijo besando mi cuello. Asentí mientras lo miraba a los ojos. 

—Algo como…—

—Una cena— sentí emocionada—Ponte lo más formal que tengas, te llevaré a cenar a un restaurante que amo ¿Sí? 

—Claro— miré al reloj y eran las tres y media de la tarde. Noah tenía que ir al estudio a grabar. Por lo tanto ambos nos vestimos y yo me puse solo su camiseta de nuevo, ya que tendría que ver que me pondría. Se despidió con un beso y un abrazo y salió en su coche negro. 

Cerré la puerta una vez que se fue y decidí aprovechar el día y no pensar tanto en lo que haría a la madrugada, buscaría un hermoso vestido, tacones a juego, un buen maquillaje y cartera… y una buena lencería. Para mi última noche.

Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora