XLXI

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Mis ojos se iban nublando poco a poco por las lágrimas, fruncí el ceño mientras mi cabeza no procesaba lo que él me acaba de decir ¿Qué él llamó a mi madre? ¿Acaso estaba bromeando? 

— ¿Que tú qué? — dije ladeando la cabeza mientras dejaba la comida de lado, Noah torció sus manos y se las llevó a su cabello para desacomodarlos desesperadamente. 

—Yo…yo— dijo pero al instante cayó y miró al suelo apretando su mandíbula con sus dientes. 

— ¿Cómo pudiste llamarla? — Dije queriendo explotar de la cólera que demandaba mi corazón— ¡Cómo!

Grité llamando la atención indeseada de algunas personas del local, mi respiración se estaba acelerando cada vez más impidiéndome soltar las lágrimas. 

—Deberías darle otra oportunidad…— susurró mirándome 

— ¿Otra oportunidad? — Reí irónica— ¿Cómo mierda quieres que le dé una oportunidad? — 

Hablé mientras apoyaba mis manos en mi vestido tratando de mantener todo mi autocontrol para no llorar. No me derrumbaría en esta situación. 

—Bella...— dijo Noah mientras empezaba a desesperarse, podía sentir su tensión a través de sus músculos contraídos— Habla más despacio—

— ¡Me importa nada que escuchen! — un sollozo ahogado salió de mi garganta— ¡Tú sabes cuánto sufrí por esta situación! —

—Lo sé— gritó haciéndome retroceder— ¿Sabías que yo también quiero ayudarte? ¿No? — 

Una opresión en mi pecho hizo que parara, y cerrara los ojos pero al hacerlo unas lágrimas salieron. Bufé en silencio mientras las secaba. 

— ¿Por qué me haces esto? — Dije tratando de no sollozar como una niña, al ver que no respondía mi corazón empezó a bombear más rápido de lo normal— ¿Por qué? — grité esperando su respuesta. 

— ¡Porque necesito espacio! ¡Tú me oprimes y estas pegada a mí como un maldito chicle! — gritó mientras cámaras lo grababan, cámaras que no sabía que estaban hace bastante tiempo. 

Abrí mis ojos mientras sentía como mi corazón se oprimía y mis pulmones negaban el aire que quería entrar, por un segundo sentía que el mundo se paraba a mi alrededor ¿Lo oprimía? ¿Lo dejaba sin aire?

Mis labios se pusieron en una línea ¿Es normal sentir todo este dolor en mí? Por un segundo sentí que mi corazón se partía como un edificio siendo derrumbado dejando todo la destrucción en mí. Llevé mis manos a mi cara y hundí mi cabeza en ellas empezando a sollozar mientras sentía como todo se venía debajo de un segundo para otro. Ya no me amaba, por Dios. 

¿Cómo pude ser tan ingenua? ¿Cómo pude caer en sus redes? 

—Bella... no quise decir eso— dijo Noah mientras acercó una mano a mi hombro pero lo aparté con mi mano derecha.

—Lamento mucho no ser lo que tú esperabas— dije mientras sentía como unos cuchillos imaginarios apretaban en la llaga del dolor que sentía. — Lamento no ser una modelo o una cantante famosa. Lamento no tener un cuerpo de infarto. Lamento ser una chica más del montón que vino inesperadamente en tú vida para oprimirte y estar pegada a ti como un “maldito” chicle—

Hice comillas con mis dedos, mientras reía del dolor entre lágrimas. No podía imaginarme el dolor que sentía. 

—Te entregué todo lo que tenía para ti— susurré esperando despertarme de la pesadilla, pero era imposible era todo real— Me enamoré de ti y sigo aún enamorada ¿Sabías?

— ¡Yo también, princesa! No quise decir eso…—

—Adiós Noah— dejé un billete de veinte dólares y con el corazón hecho pedazos en mi interior salí prácticamente corriendo del café para no ser humillada más aún, del cielo se desprendió una lluvia torrencial ¿Por qué siempre que pasaba algo malo en mi vida llovía a cántaros? Unos fotógrafos empezaron a tomar fotos desde lejos, por lo menos tenían la delicadeza de dejarme a solas un rato. Iba a cruzar la acera cuando una mano me tomó del codo y me volteó con rudeza hacia él. 

Noah tenía sus ojos ligeramente rojos, nuestras respiraciones eran una sola y sentía las gotas pesadas de la lluvia caer por mi espalda y rostro. Sus labios estaban a unos centímetros de distancia. 

—No te vayas por favor— susurró tomándome de la cintura, apegándome a él con necesidad. Cerré mis ojos mientras trataba de no rendirme a sus brazos ¿Debía de perdonarlo? Mi corazón latió fuertemente en mi pecho y mis piernas flaqueaban al tenerlo tan cerca—Lo lamento, soy un idiota. No quiero perderte eres lo mejor que me ha pasado, eres asombrosa princesa. Nunca me oprimirías y soy un estúpido por decirte todo esto a ti. Te amo, te amo como nunca he amado a alguien, te amo por tus pequeñas cosas y tus ayudas, te amo por el cariño que me brindas cada día, te amo por ser como eres. Una persona totalmente hermosa como por dentro y por fuera. Por favor…

Tomé su cuello y lo acerqué a mí chocando nuestros labios en un beso de necesidad y amor, lo besé con fuerza por toda la rabia que tenía. 

La rabia por perdonarlo, aunque no lo merezca.

La rabia porque él es imperfectamente perfecto en todo lo que hace. 

La rabia porque lo amaba como a nadie. 

Nuestros labios, eran como uno solo, y lentamente fui abriendo mis labios dejando que él con su lengua exploraran mi cavidad bucal con necesidad y amor. Con mis dedos fui despeinando sus cabellos oro castaño. Poco a poco nos fuimos separando por falta de aire en nuestros pulmones. 

—Te amo y te odio por enamorarme de esta manera. Eres lo mejor que tengo… No me dejes— susurré mientras volvía a besarlo en medio de la lluvia torrencial con necesidad y amor.

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Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora