XLIII

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Faltaban horas para mi fiesta de dieciocho años, solo había pasado un día desde que Noah y yo habíamos sido novios oficialmente. Estaba en un hotel de gran resort ya que Noah me había mandado aquí para que prepare su sorpresa, aunque no me lo haya dicho ya lo había descubierto por mí misma. Había salido del “spa” al que me mandó Jennifer la madre de Noah y con mi dinero compré un hermoso vestido corto para estrenarlo esta noche. Estaba sentaba en el sillón de plumas viendo E! en el televisor de cuarenta pulgadas. Estaban dando un especial de moda al cual presté atención y llamaron mi atención cuando mencionaron algo de Noah. 

—Hemos visto a Noah cada día más feliz— sonrió la conductora que tenía un hermoso vestido rojo sangre que resplandecía a la luz natural del estudio— Y creemos que todo eso se debe a una sola chica que lo trajo loco al famoso estadounidense, Bella Camile Belladona— pasaron unas imágenes de Noah y yo ayer cuando salimos al parque, caminando de la mano y otra donde tomábamos una foto de nosotros en unos columpios. Sonreí mientras acomodaba la bata de baño, ya que me había bañado hace unos segundos.

Tocaron la puerta de la enorme habitación y me levanté para ver de quién se trataba y era el servicio a la habitación. Fruncí el ceño y los dejé pasar a ellos con una enorme bandeja de plata. 

—Yo no pedí nada— sonreí

—Eso lo sabemos señorita, el señor Crawford mandó esto para usted— el castaño me sonrió y se fue de la habitación y cerró la puerta.

Sonreí automáticamente y levanté la tapa de plata dejándome a la vista una rosa roja y otra blanca, junto a un tazón de chocolate fundido y fresas grandes y rojizas. Me ruboricé sola y reí nerviosa. Agarré mi celular y saqué una foto al regalo y puse en Twitter: “Me están malacostumbrando a tantas atenciones” y lo publiqué, dejé el celular a un lado y me dediqué a fundir la fresa en el chocolate y con mis dientes saqué un pedazo de la fresa que se estrelló deliciosamente en mis papilas gustativas y por instinto cerré los ojos.

Pasaron las horas y por lo tanto yo hice mi propia manicura y pedicura a la francesa, me había depilado completa y cuando hablo de completa… entera. Aún recuerdo el dolor profundo ya que me depilé por primera vez mis piernas y brazos. Me había hecho también una limpieza de rostro y unos claros en el cabello castaño algo oscuro.

Decidí que era hora de cambiarme y saqué de la bolsa de ropa interior un conjunto hermoso de color rosa y negro, el brasier era sin tiras y las bragas eran una simple tela, ya que si compraba las que siempre llevaba se notarían en el vestido. Sequé mi cabello y me senté frente al espejo y empecé a plancharlo y a darle ondas en las puntas y cuando terminé hice un recogido elegante pero desaliñado.

Me maquillé con sombras negras en mis ojos y delineador por encima de mis ojos para que se vieran mucho más grandes de lo normal, pinté mis labios de un rojo sangre carmín y puse gloss por encima para que se vieran más grandes y jugosos. La base y corrector de ojeras para terminar, respiré hondo y saqué del empaque mi vestido. Consistía en un hermoso vestido negro largo transparente en la parte de las piernas y una parte del pecho y se sostenía en mi cuello con un bordado, amoldaba mi cintura haciéndola más pequeña y haciendo que mis pechos se vieran más grandes al igual que mis caderas, puse mis tacones negros de plataforma y mis pulseras de plata negras. Me fijé en el recogido y puse en el lugar indicado mi ramillete de brillos plateados para que le diera un toque femenino. Me miré al espejo y sonreí con el resultado, me veía demasiado bien. Ruego a que Noah le gustase. 

Salí de mi cuarto y caminé atrayendo las miradas de las habitaciones de los pasillos. Cuando llegué a la recepción me esperaba el guapo conductor de la limosina negra y brillante, que estaba fuera. Él se quedó con la boca abierta al verme tan arreglada y le sonreí. Saludé al señor de la recepción agradeciéndole por las comodidades del lugar y le desee unas buenas noches. Con los nervios de punta salí a la calle donde millones de reporteros hacían preguntas sobre a donde iba y en donde estaría. Comentaron de mi maravilloso atuendo y lo linda que me veía que por supuesto agradecí. 

Zack abrió la limusina y entré con las palmas sudadas, cuando él entró me miró por el retrovisor y me hice la desentendida completamente, su mirada me penetraba entra y me estaba incomodando demasiado con sus ojos azules oscuros. Miré a la ventana tratando de desviar mi atención y él rió. 

—Lo siento, es que me pareces muy bonita— abrí mis ojos a tope y lo miré por el retrovisor, me ruboricé fuertemente ¡Era el chofer! Por el amor de Dios, pero lo admito era bastante guapo con su espalda ancha y caderas estrechas y tenía…un bonito trasero. Me reí y negué con la cabeza ¡Le había visto el trasero! 

—Gracias, Zack, mi chofer fiel— dije remarcando las palabras “chofer” y “fiel”. El volvió a reír y el ambiente se destensó completamente. En menos de cinco minutos de charla se podía escuchar solamente el silencio, pero las avenidas estaban completamente repletas de autos de concesionarias conocidas en el mundo. Zack abrió mi puerta y me puso su brazo para que lo enganchara con el suyo y así lo hice, caminé hasta la puerta y él abrió la puerta de la mansión de Noah que estaba a oscuras y un silencio rotundo. Fruncí el ceño con curiosidad. 

—Será mejor que me marche. No hay nadie— dije algo dolida por dentro, pero al decir eso las luces se prendieron y todos gritaron “Sorpresa” mi corazón separó por el susto y sorpresa, abrí mis ojos impactada, mis ojos se cristalizaron por la fiesta, la decoración era impecablemente hermosa y había una fuente de chocolate enorme, Noah la había instalado porque yo le dije que amaba las fuentes de chocolates con fresas.

Los invitados se hicieron paso y me dejaron ver a un Noah de traje Dior, su cabello seguía sedoso a la vista. Sus ojos brillaron de la alegría completa y acercó el micrófono a su boca cuando sonaron las campanadas de la media noche. Mi cumpleaños dieciocho había empezado. Sollocé sonriendo mientras trataba de no llorar ya que arruinaría mi maquillaje. 

Empezó a cantar el “Feliz cumpleaños” con su voz dulce, que me volvía loca desde momentos inmemorables, me acercó a él con una mano de él en mi cintura, sonreía mientras cantaba y yo quería llorar como abandonada de la emoción cargada en mi pecho, me sentía completa… me sentía feliz. Mi vida había cambiado muchísimo en menos de tres días, era la novia de Noah y la que ocupaba un lugar en su corazón. Sonreía a toda hora cuando estaba a un centímetro de él y las mariposas no dejaban de volar en mi estómago cuando me besaba desenfrenadamente, con necesidad de mí, recuerdo que sentía un calor desprenderse y quemarme completamente cada vez que él me agarraba con desesperación. Nunca llegamos a nada más, pero… me sentía preparada. 

—Feliz cumpleaños, princesa hermosa— solté mi bolso y salté para abrazarlo y darle un beso en su cuello que lo erizó por completo a mi tacto. Tomó mi cintura y me dio un beso fogoso en mis labios, las personas aplaudieron y silbaron con desenfreno y sonreí. 

La fiesta se soltó a las horas, había demasiado alcohol y yo con tomar dos vasos de cerveza, me sentía mareada por lo tanto decidí tomar un poco de agua y algo de comida para que absorbiera el alcohol. Los chicos se acercaron con regalos en sus manos 

—Bella— saludó Niall y me entregó una caja que contenía un precioso collar de oro y una piedra azul en el medio—Feliz cumpleaños, bailarina. 

—Gracias chicos— los abracé a todos— Gracias por ayudarme todo el tiempo, los quiero

Nos fuimos a bailar una música movida y me sentí feliz, sin problemas. Estaba por dejar la pista y unos brazos acorralaron mi cintura por detrás. Sonreí pero al tocarlos, había demasiado cabello y pelaje en sus manos, mi corazón se paró y me di la vuelta. Mi corazón se paró y sentí el horror al saber de la persona, las lágrimas pinchaban mis ojos al ver esa vista maliciosa y sádica de la persona del frente mío.

Francis estaba aquí.

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Gritos SilenciososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora