Stand Up

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XVII

Kyemyung High School |CAMPUS|

No había forma de decir que esa derrota no había significado algo importante para todos los miembros del equipo, incluso para Kai, quien decía haber entrado únicamente para fastidiar a su padre, era demasiado tarde como para no sentirse involucrado, no sentirse demasiado unido a esos chicos que, por cierto, no tenían nada en común salvo el futbol. Y si bien deseaba llenar su mente de sus problemas en la cancha no podía desestimar sus problemas personales.

Jongin fue directo a las duchas, había llegado mucho antes que cualquiera, últimamente era imposible estar en casa; los doctores y especialistas entraban y salían en cada momento de la alcoba donde se quedaba su madre. Podía escuchar lo que murmuraban sus empleados, todos a su alrededor; "Esta realmente mal." "Hoy atacó a una enfermera." "Lo más humanitario sería dejarla morir."

«Cierra la boca.»

Era tan duro de ver, qué ingenuo había sido cuando creyó que podía lograrlo, se sentía como si cargara con el peso del cielo en los hombros. —Mierda...— Se enjuagó la cara con el agua fría y se vistió rápidamente con el uniforme de prácticas; unos pantalones negros con rallas rojas a los lados, las hombreras con los colchones y un bivirí blanco que dejaba la mitad de su pecho al descubierto.

El amplio campus ahora se desdibujaba, cubierto por una tenue manta de neblina dejando únicamente un punto verdoso. Hacia una mañana bastante fría, aún seguía nublado y el cielo estaba gris por las nubes que recubrían al sol como una cascara.

Se colocó el casco de protección y mordió con fuerza el protector dental, sentía la euforia, la ira y el resentimiento hacerse cada vez más grande en su interior, como una bola de nieve.

"Ella está muy mal, chico. Necesita trasfusiones de sangre... probablemente vuelva a intentarlo." —Desaparece, desaparece... sólo piérdete... —jadeó con los ojos apretados. Necesitaba botar toda esa ira e impotencia, y sabía exactamente cómo hacerlo, trotó hasta los volquetes y estampó su hombro derecho contra el lateral del pesado bucle, en un instante este vibro empezando a moverse estrepitosamente. —¡Aaah! ¡Argh! —El rechinido metálico calmó un poco sus nervios. —¡Aléjate! Sólo... déjame solo...— Sin importar qué, cuando cerraba los ojos, era inevitable no ver el estado lamentable de su madre detrás de sus parpados, acusándole, asechándolo.

Había estado haciendo eso por casi media hora, jadeando y gritando, desfogando su impotencia, el sudor se mezclaba con sus lágrimas imperceptibles y la furia camuflaba su consternación. Cuando su cuerpo quedo sin fuerzas ya para continuar, se deslizó sobre la maquina quedando de rodillas, mientras intentaba recuperar el aliento.

«No... es suficiente...» Pensó con la mandíbula tensa, estaba dispuesto a llevar a su cuerpo al límite del extremo, cualquier cosa para dejar de sentir ese calor asfixiante en su pecho, esa culpa que le carcomía por dentro como si se tratara de una herida gangrenada, pero ya estaba lo suficientemente exhausto como para continuar y aunque aún quedaba más ira dentro suyo, su capacidad física no se extendía tanto.

Cerro los ojos por un instante sintiendo el ardor de sus músculos al contraerse por lo menos era tan poderoso que eso ocupó parte en su mente reemplazando la oscura imagen que lo acosaba.

—¿...estás bien? —de pronto una suave voz atrajo su atención. Se había oído como el repiqueteo de los pájaros, lejano, dulce y muy bajo.

Jongin entreabrió los ojos levantando la mirada, y la luz cegadora del sol que se asomaba tímidamente entre las nubes le dejó una imagen celestial de aquel chico que extendía su pequeña y pálida mano frente a su rostro.

G|L|O|R|Y |EXO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora