Capítulo 2 | La Tienda de Música

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-Lenka, ¿te acuerdas de aquel tipo que te dije, Maxim Fadeev? El de la compañía de musica. Pues está en la ciudad y dice que dentro de quince días tendrás trabajo.

-¿Un trabajo de verdad? ¿Dónde?

-Una obra en el Kalazh, serias quien componga y toque la música, Maxim quiere que nos reunamos esta noche. Te lo contaré cuando nos veamos. Estaré allí en veinte minutos. Ahora mismo salgo de clase.

Lena subió corriendo los tres tramos de escalera hasta su habitación.

Estaba a medio bañarse y el jabón se le había secado en la cara.

Bajó la vista hacia la barra anaranjada que había en el lavabo.

«¡Un trabajo!», susurró para sí. La palabra mágica.

Se puso un vestido y en el cuello una cadena de plata con una medalla de una cruz, un regalo de cumpleaños de Sash, y se peinó el pelo con un poco de agua para que pareciera más limpio y recién lavado.

Luego tomó varios bocetos y partituras y los metió en un rotafolio para tenerlos a mano en caso de que Maxim Fadeev quisiera verlos.

«No, no tengo mucha experiencia», tendría que decirle, y sintió una punzada de desánimo.

Ni siquiera había conseguido un trabajo de ayudante, o algo relacionado a su "carrera", excepto aquel trabajo de dos días en Moysiliev, en el que montó una pequeña presentación para un grupo de aficionados que finalmente utilizaron.

Si es que a eso podía llamársele trabajo. Había hecho dos cursos de arreglo musical en Ekaterimburgo y había leído un montón de libros.

Casi podía oír a Maxim Fadeev :
Sera probablemente un joven muy nervioso y ocupadísimo, un tanto molesto por haber tenido que verla para nada...

Diciéndole que lo sentía mucho, pero que ella no podría ocupar esa plaza.

Pero con Sash delante, pensó Lena, no sería tan terrible como si estuviera sola.

Sash había abandonado o le habían echado de unos cinco trabajos desde que ella lo conocía.

Nada molestaba menos a Sash que perder y encontrar trabajos.

Lena recordó que la habían despedido de "Фабрика Звезда" hacía un mes y dio un respingo.

Ni siquiera se lo habían comunicado con antelación y suponía que la única razón para despedirla había sido el que su particular encargo de investigación había terminado.

Cuando había ido a hablar con el director, el señor Fedorov, para preguntarle por qué no le habían dado un preaviso, él no entendió o fingió no entender lo que significaba el término.

«¿Preaviso?... ¿Qué es eso?», había dicho indiferente con su peculiar acento, y ella había salido huyendo para no echarse a llorar en su despacho.

Para Sash era más fácil, viviendo en casa con una familia que le animaba.

Para él también era más fácil ahorrar.

En un período de dos años en el Ejército había ahorrado unos doscientos mil rublos, y cien mil más en el año siguiente.

¿Y cuánto tardaría ella en ahorrar los diezmil quinientos rublos que había que pagar para ser miembro júnior del sindicato de músicos?

Después de casi dos años en Moscu, sólo había reunido unos cincomil quinientos rublos.

-Ruega por mí

Le dijo a la Virgen de madera que había en la estantería.

Era la única cosa bonita del apartamento, la virgen de madera que había comprado el primer mes de su estancia en Moscu.

El Precio de la MúsicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora