19: "¿Ángel?"

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Ya había pasado una semana entera desde el incidente. Y aún entre citas con el psicólogo,  atención medica y medicinas, Harry estaba feliz.

Había tenido ocho sesiones con el psicólogo y sorprendentemente, si había servido. Ya estaba mejor.

Hoy mismo daban de alta a Harry y la que se había puesto mas feliz era Cheryl, según ella se aburría en la guardería del hospital.

Ya habían comenzado las clases en la universidad, Harry se había perdido tres días,  pero con un comprobante medico podía faltar. Sólo Cheryl y Eliz asistían a clase.

—¿Estás listo? —Preguntó una enfermera a Harry. El asintió —Bien, ya vuelvo.

Y la enfermera salió de la habitación.

Su pequeña maleta ya estaba lista y ya podía salir del hospital. Él se encontraba en su habitación del hospital frente a un espejo, no traía camisa, solamente unos pantalones flojos para que no apretaran sus cortes, cicatrizados, pero aún recientes.

Miraba detalladamente cada una de las cicatrices. Eliz entró a la habitación unos segundos después y miró a Harry. Un nudo en la garganta se formó impidiendo respirar del todo bien.

Harry la miró por el reflejo del espejo e hizo una mueca, luego se acercó a la cama y se puso su camisa seguida de un suéter. 

—Afuera está helado, deberías usar un abrigo también.

—No traje un abrigo conmi..

—Dijo Harry, pero dejó de hablar al ver cómo Eliz sacaba la mano detrás de su espalda y le mostraba un abrigo.

—Yo te compré uno, lo vi en una tienda aquí afuera del hospital y pensé en ti.

—Es muy lindo —Respondió Harry con una sonrisa —Debería de comprarte algo yo también ¿No?

—No te preocupes, pero debo contarte que vi un suéter muy lindo y a buen precio en esa tienda —Dijo Eliz bromeando.

Harry río y se acercó a ella, le dio un abrazo y le susurró al oído un "gracias". Eliz sonrió aspirando el aroma de Harry, que sorprendentemente, aunque estuviera en un hospital, olía muy bien. Se separaron unos segundos después.

—Mejor te compro chocolates, bombones y muchas cosas dulces, cómo tú.

Eliz sólo sonrió sonrojandose.

***

Una vez que dieron de alta a Harry y salieron del hospital, fueron a casa de Harry, cuándo llegaron dejaron los abrigos en el perchero. Y se sentaron en el sofá.

—Oye, ¿Y Cheryl? —Preguntó Harry.

—En la escuela —Dijo Eliz.

—¿Cómo sabías en cuál escuela está?

—Ella me lo dijo.

—Oh —Respondió Harry.

—¿Quieres que te prepare un chocolate caliente o café? —Preguntó Eliz.

—Estás en mí casa, yo debería ser el que te atienda.

Eliz sonrió.

—No te preocupes.

Ella fue a la cocina y mientras preparaba dos chocolates calientes su mente se inundó de pensamientos.

¿Qué pasaría ahora?

¿Ellos eran novios?

No, claro que no, no se lo había pedido Harry, tal vez el se dejó llevar por el momento y esas cosas.

Que tonta Eliz, que tonta. Pensó para si misma.

Harry... ¿Ya no se cortaría?

Para eso eran las sesiones de Psicología.

Y Harry sí se veía muy feliz, pero...

¿Enserio le sirvieron? ¿O fingió?

No, el no fingiría.

Bueno, basta de pensamientos absurdos,  hay que llevarle el chocolate a Harry. Pensó Eliz antes de salir de la cocina.

Vio a Harry parado frente al ventanal de la casa. Era una imagen nostálgica,  había comenzado a nevar,  el ambiente era frío pero acogedor a la vez. Una imagen de él,  en el supermercado,  cuándo lo conoció por primera vez, le vino a la cabeza. Una lágrima se escapó de su ojo derecho. Al parecer Harry sintió su presencia porque volteó a verla.

— ¿Por qué lloras? — Le preguntó con una blanca sonrisa cuando la vio llorar.

Eliz suspiró y no dijo nada durante unos segundos, estaba pensando, sobre todo.

— Cuando entré en el hospital y me dirigí a tu habitación, te vi allí tendido, durmiendo plácidamente, te veías feliz. Pero luego me di cuenta de tus muñecas y de cómo estaban manchadas de color rojo las vendas. Me senté a tu lado, y vi todas esas cicatrices que cubren tu brazo y luego me di cuenta de la cantidad de veces que necesitabas a alguien y cuantas veces que yo no estaba allí — Le explicó su amiga reprimiendo una lágrima.

Él sólo miró por su ventana y recordó todos esos momentos en los que necesitó un amigo que lo apoyara. Pero nadie lo quería, era un chico depresivo, solo, sin amigos.

Pero eso había cambiado. Ahora tenía a Eliz.

—¿Podemos olvidar éso? —Preguntó Harry mirándola de nuevo.

Eliz asintió e hizo un puchero para evitar llorar.

—Eso fue adorable — Dijo Harry acercándose, tomó las tazas de chocolate de las manos de Eliz y las dejó en la mesita de la sala de estar, se acercó de nuevo a ella.

Eliz sonrió. Harry quitó las lágrimas de las mejillas de ella con su pulgar y le dio un beso corto en los labios que sorprendió a Eliz.

—¿Quieres ser mí novia?

Ella se paralizó y escuchó el sonido de su corazón queriendo salir de su pecho.

No dudó ni un segundo.

—Sí

—¿Enserio?

Harry parecía incrédulo.

—Sí —Dijo Eliz con emoción —¿Por qué lo dudas?

—Esque no puedo creer que un hermoso Ángel sea mí novia.

—¿Ángel?

—Sin ti estaría muerto, o en un hospital psiquiátrico... llegaste a mí vida para salvarme. —Respondió comenzando a besarla.

Y el chocolate caliente ya no era de importancia.

Un chico depresivo (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora