Capítulo 17.
— No tenías por qué.— comentó Gian cuando la castaña dejó de atenderlo y comenzó a guardar en la guantera lo que había empleado durante la tarea de curación.
— ¿Tanto te cuesta pronunciar un simple gracias?— espetó ella, en un tono de voz más sobrio de lo que parecía en un principio, depositando los pañuelos empapados, en agua y sangre, en una de las bolsas transparentes donde iban guardados algunos discos.
— Has sido tú quien ha querido curarme. Yo no te he pedido nada.— le recordó el de ojos verdes, quien había fruncido el ceño por el tono brusco que la chica había utilizado para contestarle. Al parecer estaba enfadada con él y no entendía realmente el motivo puesto que debería ser al revés.
— Eres un insufrible desagradecido.
— ¿Insufrible desagradecido? ¿Pero a ti qué mierda te pasa esta noche?— cuestionó el muchacho, agarrando con fuerza el volante, intentando controlar sus crecientes nervios.— ¿A qué viene ahora todo esto? ¿Eh? ¿Y lo de antes? ¿Te sienta mal el alcohol y por eso estás diciendo todas estas gilipolleces sin sentido?
— No te aguanto.— le informó la muchacha, encarándolo.— Eres un borde y un antipático.
— ¿Y qué? ¿Te crees que me importa como me vea una niñata de apenas veinte años?— se rio el italiano, enfocando su mirada en la de la chica, quien desvío la suya durante unos segundos antes de dirigirla de nuevo al chico.— ¿Te crees que me preocupa? Me da igual.
— Vete a la mierda.— escupió la castaña, sintiendo sus mejillas colorearse por el coraje que estaba experimentando en ese momento. Realmente no sabía por qué se ponía así. No sabía si Gian tenía razón al echarle la culpa de su arrebato al alcohol. O es que sencillamente estaba harta de aquel desconocido que ya llevaba más de dos meses en su vida y que, de alguna manera que comenzaba a descubrir ahora, la alteraba demasiado.
— No. Vete a la mierda tú, Abby. Deja de comportarte como una demente que no sabe ni lo que dice y abróchate el puto cinturón. Te voy a llevar a tu piso, no aguanto más esta absurda conversación. Hablaremos de lo que quieras cuando no estés medio borracha.
— ¿Hablaremos de lo que quiera?— repitió la muchacha, estallando en carcajadas.— No seas hipócrita. No hablas. Parece que no sepas hacerlo. Desde que nos conocemos, o bueno, desde que sabemos de la existencia del otro, apenas hemos hablado más de un par de veces y no porque yo no lo haya intentado.— soltó a bocajarro Abby, recogiéndose el pelo en una coleta alta. Dentro de aquel coche comenzaba a hacer calor.— Así que no me mientas diciéndome que hablaremos porque ese verbo no va contigo.
— Abróchate el puto cinturón.— repitió Gian, enfadado, masticando cada sílaba de la oración con parsimonia e ignorándola.
Las comisuras de la boca de la muchacha se elevaron de manera imperceptible mientras dejaba a su cabeza repetir, una y otra vez, el mismo pensamiento: Cuando Gian se enfadaba de verdad, le salía el acento italiano.— ¿Sino qué? ¿Qué pasa si no me abrocho el cinturón de seguridad? ¿Irás corriendo a decírselo a mi hermano como un perrito faldero o no, espera, quizás montarás un berrinche o...

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Isolato
Teen FictionSin apenas pestañear, Abby aceptó la disparatada propuesta de su hermano, consiguiendo con ello que su vida, sus pensamientos y muchas otras cosas más cambiaran de la noche a la mañana. Créditos de la portada a @La_tequila. Muchísimas gracias por el...