Capítulo 24.
— ¿Por qué siempre huyes? — le preguntó el muchacho cuando ambos rostros volvieron a estar uno frente al otro. — ¿Me sueltas todo esto y pretendes huir solo porque no soy capaz de responderte algo ahora mismo?
— Ya te he dicho que no quiero ninguna respuesta.
— Déjate de tonterías. ¿Me estás diciendo que te has desnudado de esta manera para no recibir nada a cambio? Si tan listo me crees no me tomes por tonto. — le pidió el italiano, quien no había despegado su mirada de los huidizos ojos de la castaña. — No sé qué decirte, pero no por ello no voy a decir nada. — soltó el muchacho, obteniendo la reacción esperada. Contempló fijamente y con una expresión indescriptible, como los ojos de Abby acababan su carrera por mirar a cualquier lado menos a él y observó el oscuro color ambarino de sus pupilas, cuando estas se posaron sobre las suyas. — No somos nada. Efectivamente. Y así quiero que continúe siendo. No te atrevas a interrumpirme porque yo no lo he hecho. — le espetó cuando vio como la muchacha abría la boca para hablar. — No quiero que seamos nada. Me atraes, sí, pero no quiero atarme a ti cuando apenas acabas de salir de una relación y cuando no sé si tendré la suerte de estar libre, vivo, llámalo como quieras, dentro de unos meses. Porque empezar una relación con alguien, es comprometerte con la otra persona a cosas que hoy en día no podría darte y quizás tampoco en el futuro. Ya te lo dije la otra vez. Ambos estamos bien siendo cada uno una persona, sin necesidad de entrelazar tan pronto nuestros caminos.
— No te entiendo. Realmente no lo hago, Gian. — habló la muchacha cuando comprobó que el italiano frente a sus ojos no tenía nada más que decir. — Me hablas de peligros. De que quizás mañana mismo ya no estarás vivo, pero no eres capaz de explicarme realmente qué pasa. No tienes la valentía para decírmelo. No sé si por miedo a que te juzgue o por...
— Este no es lugar para hablar de este tema. — la interrumpió el ojiverde, separándose de la muchacha un par de pasos atrás y haciendo paso a la mujer embarazada que acababa de entrar y lo fulminaba con una mirada indignada. Agarró del brazo a la castaña y después de escuchar el bufido de la mujer y su profunda mirada seguir sus movimientos, salió del lavabo arrastrando a la muchacha tras él. Anduvieron unos cuantos pasillos antes de salir del cine, olvidándose de la inacabada película, y continuaron caminando unos cuantos metros hasta que, finalmente, se visualizó antes sus ojos un pequeño parque vacío, a excepción de unas cuantas parejas y abuelos con sus nietos. — Ya está. — se limitó a decir el muchacho una vez tomaron asiento en uno de los bancos del parque, soltando a la chica.
— ¿Vas a contarme algo? — preguntó ella, a su vez.
— No.
— ¿Entonces para qué mierda me has traído aquí? — le espetó ella, sintiendo como sus mejillas adquirían una tonalidad rojiza debido a la impotencia y rabia que estaba sintiendo. — ¿Sabes qué? Déjalo. No me interesa. Un placer haber quedado contigo, nos vemos. — a continuación, acomodó el bolso que llevaba agarrado con la mano izquierda sobre su hombro y se levantó del banco donde apenas había tomado asiento, emprendiendo el camino hacia alguna cafetería donde tomarse un té o una infusión para tranquilizarse.
— ¿Se puede saber a dónde vas? — escuchó a sus espaldas cuando apenas había avanzado unos cuantos pasos. — ¿Podrías por una vez en tu vida dejar de comportarte como una niña caprichosa? ¿Sabes? Yo también estoy agotado, Abby. No mentiré y diré que este tira y afloja que llevamos no me gusta, porque lo hace. Sacarte de tus casillas se ha convertido en mi nuevo hobbie favorito, pero, realmente yo también estoy agotado. — la castaña detuvo sus pasos y dio media vuelta, encarando al italiano, que no se había levantado del banco en el que también había estado sentada ella hacía unos segundos. — ¿Quieres saber lo que ocurre? — cuestionó el muchacho, levantándose del mobiliario público y dirigiéndole una mirada que la castaña no supo interpretar. — Pregúntale a tu hermano, no es algo que me toque a mí contarte.

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Isolato
Novela JuvenilSin apenas pestañear, Abby aceptó la disparatada propuesta de su hermano, consiguiendo con ello que su vida, sus pensamientos y muchas otras cosas más cambiaran de la noche a la mañana. Créditos de la portada a @La_tequila. Muchísimas gracias por el...