Capítulo 20.
— Estoy bien, Abby, de verdad. Deberías ir a trabajar de una vez por todas. — sugirió el chico.— Llevas dos semanas sin aparecer por allí, tu jefe te ha llamado decenas de veces y al final, por esta tontería, acabarás en la calle despedida... sino lo estás ya. — dijo Blake, aceptando el vaso de agua y la pastilla que le tendía la muchacha.
— Me da igual, Blake. — confesó la castaña, acomodándose sobre el colchón de la cama de su hermano. — Sigues malherido y no pienso dejarte solo en este estado. — la muchacha soltó un suspiro cansado cuando la mirada de su hermano recayó sobre su cuerpo con una fuerza demoledora.
— Pero a mí no me da igual. Así que, si no lo quieres hacer por ti, hazlo por mí y ve mañana a trabajar, por favor.
La muchacha suspiró con pesadez antes de asentir con la cabeza de manera casi imperceptible, levantándose de la cama. Esperó, pacientemente, que su hermano se tragara la medicación antes de agarrar el vaso de cristal y abandonar la habitación. Abby había descubierto, o más bien confirmado, durante esas dos semanas que llevaba al cuidado de su hermano, que Blake se salía siempre con la suya, por mucho que lo que hiciese o dijese fuese un disparate. Sabía que con ella lo había estado haciendo durante años atrás, al fin y al cabo, cuidar del gato de un desconocido no es algo que hagas todos los días, pero se había sorprendido al descubrir que Blake también podía hacer lo que quería con Gian o Charles, el vecino de arriba que lo había visitado en un par de ocasiones después de conocer la situación del chico.
La primera vez que lo confirmó fue cuando Charles, ignorante de las consecuencias que una compra así le podría acarrear, apareció por el piso con un set de cuchillos grandes y afilados, una cuerda larga y resistente, unos guantes negros, una caja de madera del tamaño de una persona, sin montar, y un par de policías que habían sido informados de una adquisición un tanto irregular. Después de unas cuantas horas de largo interrogatorio y de aclaraciones donde, tanto Abby como Blake, intervinieron a favor del sorprendido muchacho, los dos agentes abandonaron el apartamento sin más penalización que una advertencia al estupefacto Charles, que miraba las bolsas del supermercado que todavía no había soltado, con asombro, sin creerse lo que acababa de pasar. Él solo había ido a comprar lo que Blake le había pedido.
La segunda vez que lo corroboró fue cuando, al regresar al apartamento de Blake después de comprar un par de cajas de pastillas y comida, se encontró con el italiano arrodillado en el suelo, al lado de la cama de su hermano, acariciando los pies de Blake, quien intentaba aguantar la risa mientras hacía ver al muchacho que le dolían mucho. Sin atreverse a saludar por si acaso rompía el momento, Abby se obligó a retroceder en completo silencio, sin poder apartar la mirada de las muecas de asco que adornaban el rostro de Gian. Una vez en la cocina, la castaña se permitió estallar en sonoras carcajadas que no consiguió frenar hasta minutos más tarde, cuando la sombra del italiano apareció por el umbral de la puerta, fugaz, desapareciendo por la puerta de entrada en un fuerte portazo que retumbó por todo el edificio.
La castaña suspiró mientras dejaba el vaso de cristal en la pica de la cocina, sin ganas de ponerse a fregarlo. Apoyó las manos en la grisácea encimera que decoraba gran parte de la estancia e, inclinándose un poco hacia delante hasta que estuvo cómoda, dejó que su cabeza vagara por sus recuerdos de las dos últimas semanas. Desde que Blake había despertado de su profundo sueño gracias a las pastillas, Abby había adoptado el rol de enfermera personal del muchacho, dejando de lado sus estudios, trabajo y responsabilidades en general, aún a riesgo de salir despedida del segundo y expulsada del primero. A veces, cuando se aburría de estar escondido en el piso de arriba o cuando no aguantaba más las constantes borracheras de Charles, Gian aparecía por el apartamento de Blake y la ayudaba. No hablaban. La castaña no había olvidado como el muchacho la había dejado plantada en la cocina como una estúpida, estirando los labios a más no poder con el objetivo de encontrarse con los del chico. Él tampoco lo intentaba, como de costumbre, como si el hecho de intentar comunicarse con la muchacha fuera a suponer un desgaste físico o emocional para su vida.

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Isolato
Fiksi RemajaSin apenas pestañear, Abby aceptó la disparatada propuesta de su hermano, consiguiendo con ello que su vida, sus pensamientos y muchas otras cosas más cambiaran de la noche a la mañana. Créditos de la portada a @La_tequila. Muchísimas gracias por el...