11 (Lemon)

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"La timidez puede frenarte de hacer todas las cosas que deseas en la vida", caviló el muchacho al tiempo que su mano derecha se acercaba aventuradamente a la entrepierna del mayor. El cálido clima de verano que hacía ese día era un principiante en comparación con las temperaturas que se estaban creando en aquel salón de música. Por más que luchara contra aquel efecto, Tae se convertía en un inocente niño virgen cuando Kook lo tocaba. Se dejó acariciar porque en ese instante discurrió que, en todo caso, si lo que había entre ellos podía no ser amor, sí era una chispa que lo hacía estallar de contento y erotismo. Pequeños jadeos huyeron de la boca del saxofonista y rebotaron en los labios del chico, quien aún lo encarcelaba con su beso.


Las manos de Jungkook se movían con una cadencia perfecta que jamás había logrado al tocar guitarra pero que ahora le parecía sencilla de conseguir. Sus caderas chocaron entre sí y pudieron sentir lo excitados que estaban el uno por el otro; la impaciencia comenzaba a dominar los ánimos. –Yo quisiera seguir, Kookie, pero...– Taehyung se alejó un par de pasos atrás cuando habló. –¡No! No voy a dejarte hacerme esto otra vez– el pelinegro se acercó a él y lo empujó levemente, en su gesto hubo más impotencia que enojo. –¡Me embrujaste, tú me embrujaste, Kim! ¿Qué quieres que haga?– Kookie se deshizo en lágrimas que cayeron una a una en el piso de madera.


El abrazo que envolvió su fuerte cuerpo lo tranquilizó de a poco. Tae sabía que no había ningún hechizo detrás de todo eso, al menos no uno que él hubiera realizado. Pero como se sentía igual que el frágil joven, como también había tenido ganas de hacerle el mismo reclamo, optó por animarlo y secar sus lágrimas con la camisa a cuadros. –Lo sé, lo sé– permitió que Jungkook tuviera la razón aunque fuera sólo por esa vez. Le dio una tierna caricia en la frente y deslizó ambos pulgares por la línea de pestañas azabaches. –Tenemos que tener una buena charla, Jungkookie...– anunció el mayor al tiempo que lo hacía sentarse en la silla.

***


Jimin salió volando de la clase de Hoseok. Como su mejor amigo le había dicho que ahora se quedaría a practicar los ejercicios de guitarra luego de la lección, aprovechó para irse pronto y no perder tiempo charlando. Tomó un taxi y se dirigió a la casa de Yoongi, quien lo había estado volviendo loco al no dar el primer paso para formalizar su relación. El pequeño tenía un plan, ya había perdido la paciencia y presionaría a su casi-novio para que le dijera qué era lo que estaba esperando. Arrugó su camiseta con estampado animal cuando, en una seña de nerviosismo, empuñó sus manos en la tela. Entró al recatado apartamento después de que la esbelta figura del peliblanco abriera la puerta y, como siempre, lo recibiera con una sonrisa de par en par, ademán que sólo Jimin tenía el privilegio de ver en su máximo esplendor.


Al cerrar la puerta tras de sí, el mayor acercó a su visitante jalándolo del brazo y le plató un beso en los labios. Jugueteó con su lengua en la carita del chico, quien enseguida respondió iniciando una lucha de saliva y mordidas. Nunca pasaban del besuqueo húmedo, jamás se habían visto desnudos más que en sus sueños y ahora empezaban a sentir las ganas de tenerse íntimamente. Jimin dio un ligero saltito para enrollar sus piernas en la cintura de Yoongi y seguir besando su boca, su cuello y lóbulos. –Rhhmmg– el mayor gruñó cuando el chico succionó su piel dejándole un moretón en la clavícula. Hacían casi tres años desde que alguien le había hecho un chupetón, sonrió ante el recuerdo y dejó caer al joven en su sofá rosa de vinipiel.


El pianista no pensó dos veces antes de sacarle la camiseta a Chim Chim y jugar con sus diminutos pezones. Se relamió los labios antes de dar una ligera lamidita en cada uno de ellos y escuchar el sonoro gemido que salió de aquella boca hinchada y jugosa. Jimin pretendía desabrochar la camisa negra de su acompañante para devolverle el favor, pero Yoongi lo hacía muy difícil, lo desconcentraba que le estuviera quitando los pantalones. Además, no dejaba de mirarlo con unos ojos que nunca antes le había visto tener, llenos de lascivia y afecto. El más joven sintió cómo el torso y la cara de Min quemaban al tacto y se ruborizó, nunca creyó ser capaz de encenderlo a tal grado.  


Sax (VKook +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora