Sax (VKook +18)

Final (Lemon)

Look at where we are
Remember where we started out
Never gonna be without each others love again.
Alexis Benjamin Taylor en Look at Where We Are

A pesar de que fuera lunes, Jungkook se sentía contento. Desde el profundo silencio de su mente dejó escapar un suspiro de felicidad cuando oyó su nombre salir de los labios de Taehyung. Otra vez habían fabricado una mentira útil que les había permitido pasar la noche juntos sin que los padres Jeon lo sospecharan. Este día sería importante y necesitaban vivirlo en la compañía del otro desde el amanecer hasta el último rayo de luna. Los brazos bronceados del músico rodearon la pálida cintura de Kook y un beso que parecía más un susurro le puso la piel de gallina en el cuello. En el exterior comenzaba una mañana fría, las nubes casi congeladas en un cielo claro. Dentro, en la semioscuridad del cuarto, se sentía contra los cristales la respiración del menor que empezaba a agitarse.

Jungkook ya estaba contra la ventana del apartamento de Tae; durante los últimos meses su novio había mostrado una gran debilidad por tener sexo de pie. El azabache supo entonces que otra vez se quitaría la modorra del sueño haciendo el amor con el saxofonista. Sonrió ante la idea y se dejó tocar por todos lados permaneciendo en su postura habitual: las palmas de las manos apoyadas en el vidrio, la espalda ligeramente curvada y las piernas entreabiertas con el trasero levantado. La imaginación de ambos se fue volando en silencio y sólo quedó el presente cuando Taehyung fue bajando poco a poco hasta quedar de rodillas, su rostro frente al perfecto culo respingado de Kookie.

La lengua del mayor acarició la entrada de su amante y luego trazó una línea celestial desde sus testículos hasta donde terminaba su espalda. Los ruidos de placer no se hicieron esperar y Jungkook apretó los puños y los párpados con desesperación. Taehyung entendió aquella señal e inmediatamente introdujo de golpe su lengua en el rosado ano, provocando que el chico gimiera sin ninguna cautela.

–Ahhh...hyung. Házmelo ahora– suplicó Jungkook.

–¿Sí? ¿Prometes que si te doy la mejor cogida de tu vida después me tocará a mí?– tentó el de melena gris con una sonrisa ladeada.

–Ahhmm... ¡ah! Sí, lo prometo. Después te la meteré yo– respondió Kook titubeando por el deleite que estaba experimentando al sentir los largos dedos de Tae en su interior.

A un lado de la luz resplandeciente de una lámpara de piso, las siluetas de ambos se destacaban con precisión. Jungkook se inclinó con gracia para darle un mayor acceso a su novio, quien entró su miembro de a poco.

–Tan lindo y tan apretado, Galletita– balbuceó Tae perdiendo la cabeza y haciendo que el rostro del pelinegro se coloreara por los piropos y el esfuerzo físico.

–Ngh...ah, Taehyungie, justo ahí– indicó Kookie. Ya no tenía energía en las piernas y sentía cómo todo su calor empezaba a amontonarse en su estómago, iba a venirse sin siquiera tener que tocarse.

El músico se dejó la vida impactando al hermoso hombre que tenía enfrente. Tentó los músculos de su perfecta espalda, apretó sus brazos, los sintió tensarse y mordió provocativamente su nuca cuando soltó la eyaculación dentro del condón y Kookie dejó la suya derramarse por el cristal empañado. Menos mal que aquella ventana daba al costado de un edificio abandonado; Jungkook y Tae lo habían hecho tantas veces ahí que estaban seguros de que llegaría el día en que ambos terminarían en la cárcel por exhibicionistas. El menor se arrastró de vuelta a la cama dejándose caer sobre el colchón mientras que el otro tuvo que limpiar el desastre antes de atacar de nuevo a su novio con una lluvia de besos y cosquillas; ya era hora de levantarse.