FALLEN | steve rogers [moonstone series #2]

U N O

—SELENE POR tercera vez, no necesito un novio —exclamó Emma, subiendo los escalones a su departamento, maldiciendo el momento en que el elevador se descompuso. Sus piernas estaban cansadas después de un largo día en la escuela, y lo único que quería era llegar a su casa.

La única razón por la que aguantaba a Selene era porque era su mejor amiga y últimamente sus llamadas eran más esporádicas. Ésta era la primera en un mes.

—Una cita —suplicó su mejor amiga por el teléfono—. Lo único que te pido es una cita.

—No voy a ir a una cita con tu ex novio actor de Hollywood.

—No es mi ex novio —replicó Selene. Emma sonrió, sabiendo que estaba poniendo los ojos en blanco. Tenía razón, Selene nunca tenía novios—. Bien, ¿no quieres ir a una cita con él? Es Chris Pine, Emma. Chris Pine.

—¡No! —insistió Emma, apoyando su celular contra su oído y su hombro mientras intentaba abrir la puerta de su departamento con un montón de bolsas en los brazos. Por un momento se preguntó si realmente sería Chris Pine. Sonaba increíble, pero si alguien podía codearse con las celebridades y actuar con naturalidad era Selene. 

—Bien —suspiró Selene—. Entonces sólo ten sexo.

—Joder —murmuró Emma cuando sus llaves cayeron al suelo.

—¡Eso es de lo que estoy hablando!

—No, espera...

—¡Hazlo por tu vagina, Emma! —gritó Selene, tan fuerte que sobresaltó a Emma, haciendo que las bolsas de súper mercado cayeran al suelo.

—Déjame ayudarte —dijo una voz masculina detrás de ella. Emma cerró los ojos fuertemente. No, no, no podía ser... Volteó lentamente, abriendo los ojos.

Frente a ella estaba Steve Rogers. Solo había sido capaz de balbucear cuando éste le decía buenos días en las mañanas algunas veces y nunca lo había tenido tan de cerca. Era aún más intimidante, con su cabello rubio oscuro perfecto y sus músculos y sus ojos y su sonrisa... Dios, hacía a Emma preguntarse si la Segunda Guerra Mundial se había acabado cuando Steve había sonreído.

Síp. Tenía un crush enorme en Capitán América. Claro que sabía quién era. El padre de Emma era profesor de historia, y como él, Emma era totalmente una nerd por la historia. Cuando lo había visto mudarse al departamento al lado de ella, casi había sufrido un ataque cardiaco.

—Gracias —consiguió decir Emma en voz baja, arrodillándose para colgar el teléfono, sonrojada—. ¿No habrás escuchado...? —Emma se cortó a si misma al ver su expresión. A pesar de su semblante serio, había un rastro de diversión de sus ojos—. Rayos, sí lo hiciste. Solo... ignora eso. Por favor. Nunca hablemos de eso.

En silencio y con facilidad, Steve recogió las cosas que se habían tirado en el suelo y las volvió a poner en las bolsas, cargándolas con facilidad. Emma se le quedó viendo. Dios, era tan fuerte... No se dio cuenta de por qué Steve se le había quedado viendo raro hasta demasiado tarde.