C I N C O

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ERA AGRADABLE estar con Steve

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ERA AGRADABLE estar con Steve. Le gustaba que pudiera hablar y hablar y él aún así no se aburriera, escuchándola y haciendo comentarios cuando eran necesarios.

—Soy considerablemente buena usando la tecnología, ¿sabes? Como nunca pasé mucho tiempo de mi infancia afuera, las computadoras eran divertidas para mí —Steve asintió, abriéndole la puerta del edificio cuando llegaron y esperando a que ella pasara primero. Emma se sonrojó por su caballerosidad, y le costó concentrarse de nuevo en su historia—. Entonces, me gusta involucrar a mis alumnos en todo eso y les pedí que para el trabajo del mes hicieran una exposición en Power Point sobre su tema favorito que habíamos visto y me la dieran. Sé que es difícil para muchos hablar en público y querría ahorrarles la vergüenza de tener que pasar al frente y hablar y hablar... Espera, ¿estoy hablando demasiado?

—Me gusta que hables demasiado —admitió Steve, subiendo las escaleras lentamente con ella.

—Gracias —dijo Emma en voz baja, antes de aclararse la garganta—. Bueno, te decía. Todos llevaron sobre cosas normales como las civilizaciones antiguas, la independencia, no sé, cosas así. Pero este niño, Neil, toda su familia desde generaciones pasadas había servido de alguna manera en el ejército y llevó toda una explicación sobre ello.

—Déjame adivinar, lloraste leyéndola —musitó Steve, divertido.

—Lo hice —admitió Emma, sonriendo—. Es que... no lo sé, me encanta que la historia pueda conectarse así de alguna manera. Y luego el niño vino y me dijo que se sentía más unido a su familia después de todo lo visto en mi clase y...

—Amas lo que haces —dijo Steve suavemente—. Es admirable.

—Amo dar clases, es algo tan normal —suspiró—. No tuve una infancia normal. Yo... ansío tanto eso. Normalidad. No tener que mudarme de un lado a otro. No tener que... —se interrumpió a si misma, temiendo decir demasiado—. ¿Qué me dices de ti? ¿Amas lo que haces?

—No tengo idea de qué amo hacer —admitió Steve, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.

—Es algo bueno entonces que tengas toda la vida para descubrirlo —musitó Emma. Steve se le quedó viendo un instante, deteniéndose. Emma se sonrojó, temiendo haber dicho algo malo—. ¿Qué sucede?

—El mundo debería tener más personas como tú, Emma.

—El mundo también debería tener más personas como tú, Steve —respondió Emma, sonriéndole.

Dios, le gustaba tanto. Costaba todo su esfuerzo no gritar en esos momentos porque Steve era el hombre más maravilloso, amable, lindo y todos los adjetivos positivos que se le pudieran ocurrir y apenas llevaba 5 segundos de conocerlo. Ansiaba tanto que la cita fuera bien porque realmente le gustaba. Y parecía que él también gustaba de ella.

FALLEN | steve rogers [moonstone series #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora