FALLEN | steve rogers [moonstone series #2]

D O C E

EMMA VOLTEÓ a ver a Steve como si se hubiera vuelto loco apenas dijo esas palabras.

—Accediendo al archivo —dijo Arnim Zola, y un vídeo comenzó a reproducirse en el monitor de al lado. Emma identificó las imágenes como vídeos cortos de la Segunda Guerra Mundial, el Capitán América apareciendo en varias de ellas—. HYDRA fue fundado sobre la creencia de que la humanidad no se le puede confiar su propia libertad. Lo que no nos dimos cuenta es que si intentas quitarles esa libertad, ellos se resisten. La guerra nos enseñó mucho. La humanidad debía entregar su libertad por voluntad propia. Después de la guerra, se creó S.H.I.E.L.D., y me reclutaron. Una nueva HYDRA creció. Un hermoso parásito dentro de S.H.I.E.L.D. Durante 70 años, HYDRA, en secreto, ha fomentado crisis y se ha beneficiado de la guerra. Y cuando la historia no cooperaba, se cambiaba —en las imágenes, apareció el Soldado del Invierno.

—Es imposible —insistió la Viuda Negra, luciendo agitada—. S.H.I.E.L.D te hubiera detenido.

—Los accidentes ocurrirán... —en el monitor, un reporte de un periódico anunciando la muerte de los Stark y después un reporte de la muerte de Fury aparecieron—. HYDRA creó un mundo tan caótico que la humanidad ya está lista para sacrificar su libertad a cambio de su seguridad —imágenes de satélites desde el espacio se mostraron—. Una vez que el proceso de purificación se complete, un nuevo orden mundial de HYDRA surgirá. Ganamos nosotros, Capitán. Ha estado tanto tiempo muerto como lo ha estado vivo. Es algo nulo.

Emma ya no podía escuchar más. No lo pensó e inmediatamente sacó su arma, disparando una bala al monitor donde estaba la imagen de Arnim Zola, destruyéndolo.

—Como decía... —musitó Zola, apareciendo en otro monitor, casi como si estuviera divertido.

—¿Qué hay en estos discos? —exigió saber Steve.

—El proyecto Insight requiere conocimiento. Por eso escribí un algoritmo.

—¿Qué tipo de algoritmo? ¿Qué hace? —preguntó la Viuda Negra.

—La respuesta a tu pregunta es fascinante. Y estoy segura de que la señorita Clinton estará también interesada, porque tiene que ver con su dulce amiga. Desafortunadamente, ambas estarán muertas para escucharla.

La puerta comenzó a cerrarse. Steve lanzó su escudo inmediatamente, actuando milisegundos después, pero no fue suficiente. El escudo rebotó y volvió a él. Estaban encerrados.

—Nadie le va a hacer daño a Selene —gruñó Emma a la máquina.

—Incluso las princesas son mortales, señorita Clinton —dijo Zola en voz baja.

—Cállate —siseó—. No sabes nada...

—Chicos, tenemos un explosivo —exclamó la Viuda Negra, revisando la alerta en su teléfono—. Misil de corto alcance. Treinta segundos, máximo.