e s c e n a - p o s t c r é d i t o

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[antes de fallen]

CASSANDRA SE movió entre los pasillos de la base de S.H.I.E.L.D con delicadeza, tratando de no llamar la atención. Se deslizó entre puertas y más puertas, con la cabeza baja, piso por piso, con la misión de encontrar a su hermana. No era la primera base que inspeccionaba en busca de Charlotte, y conforme los minutos pasaban, sabía que no sería la última. Su hermana no estaba ahí. Lo había estado en algún momento, según los papeles que había robado con ayuda de Artemisa, la extraña chica que había encontrado en la Sede.

Aun así, tenía que buscar. Tenía que intentarlo. No iba a rendirse.

Cada minuto que pasaba, Cassandra se ponía más en riesgo. Escabulléndose entre los pasillos, podía entrar a las puertas altamente protegidas con un simple roce o, si la ocasión lo ameritaba, con un simple pensamiento.

Tecnopata, decía su expediente. Cassandra no entendía enteramente qué significaba eso, solo sabía que era la única ventaja que tenía para encontrar a su hermana.

Llegando al último piso, en el sótano, vio a una chica. No era su hermana, pero su corazón se encogió al verla. Estaba hecha un ovillo en una especie de cámara, o más bien una celda con cristales para que todos la vieran, como un animal de zoológico. A su alrededor había máquinas con botones que Cassandra desconocía su uso, aunque probablemente lo supiera si se atrevía a tocarlas.

El lugar estaba completamente vacío, lo cual era raro. No tenía mucho tiempo. A pesar de que sabía que probablemente gastaría toda su energía en eso, quedándose en un punto muerto, cerró los ojos. Los focos en el techo temblaron un poco, pero luego se calmaron. En unos segundos, las cámaras de seguridad habían sido desactivadas. Si los guardias las veían, probablemente solo vieran la imagen congelada, pero solo era cuestión de tiempo para que descubrieran que algo iba mal.

El tiempo era el peor enemigo de Cassandra.

Se acercó cuidadosamente a la chica, tratando de no hacer ningún movimiento brusco para no asustarla.

—Ey —la llamó en un susurro—. Ey, ¿estás bien?

La chica se movió, y cuando lo hizo pareció como un holograma. Estaba desfasada, su imagen moviéndose como si estuviera ahí, y al mismo tiempo al frente y atrás. Tenía un traje blanco. Estaba temblando.

Cuando miró a Cassandra, ésta se quedó sin aliento. Tenía los ojos más hermosos que alguna vez hubiese visto, contrastando con su piel ligeramente oscura.

—¿Estás bien? —repitió Cassandra, ésta vez sonando más insegura. La chica nada más se le quedó viendo, como si no comprendiera lo que estaba pasando—. ¿Quieres que te ayude a salir? —preguntó.

—No —respondió la chica, con voz temblorosa e inestable—. Ellos van a ayudarme. Van a sanarme. Solo necesito una misión más y seré libre —susurró, su mirada perdiéndose en el vacío.

La mirada de Cassandra se suavizó. Algo le decía que eso era una completa mentira, pero que la chica no lo sabía. Se veía afectada. Cassandra, por su parte, conocía perfectamente esa mentira.

Sus padres se la decían todos los días cuando era niña. "Un experimento más y todo acabó". "Solo unas inyecciones más y seremos libres".

Nunca lo fueron.

—¿Quién eres? —preguntó la chica en un susurro. Algo en su mirada estaba perdido. Cassandra se preguntó si realmente su mente estaba ahí.

—Soy Cassandra —se presentó, removiéndose incómodamente—. Vine a buscar a mi hermana —añadió—. Está atrapada, pero yo voy a salvarla.

FALLEN | steve rogers [moonstone series #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora