MIENTRAS STEVE corría, no podía dejar de pensar en lo lento que había sido, pero simplemente se había congelado. Emma lo había visto con sus ojos marrones y cualquier pensamiento lógico se había evaporado de su cuerpo. Llevaba semanas tratando de reunir el valor para invitarla a salir y justo cuando creía que era el momento, se había paralizado.
Se prometió a sí mismo que la siguiente vez que la viera la invitaría a salir, aunque las manos le sudaban de tan solo pensarlo. Las citas eran complicadas para él hace años y seguían siendo complicadas para él ahora, incluso aunque ya llevara tiempo descongelado (ésta vez hablando literalmente) y tratando de vivir en la sociedad moderna.
Emma había captado su atención desde la primera vez que la había visto. Había bajado al sótano a donde unas lavadoras estaban disponibles para todos los del edificio donde vivía. Ahí se había encontrado a Emma, ayudándole a la señora Blackett a lavar su ropa. Estaba hablando con ella, o más bien Emma hablaba y hablaba y la señora Blackett escuchaba divertida. Emma le contaba historias sobre la historia, de una manera que incluso a él, lavando su ropa al otro extremo, lo había cautivado. Hablaba sobre la guerra de Troya como si hubiese estado ahí, describiendo cada detalle como si te estuviera contando una película.
Steve había tratado de concentrarse en su propio asunto, pero era inevitable para él no mostrarse tan cautivado como se sentía. Después había robado pequeños momentos, siendo él demasiado tímido para hablarle. A veces entraba al edificio y ella estaba en la recepción, acariciando al perro de la señora Hepburn, ofreciéndose hacer pequeños arreglos en la casa de la señora.
Cada vez que la veía creía que mágicamente iba a tener el valor para hablarle e invitarla a salir, pero no sabía cómo.
Steve siguió corriendo, y al encontrarse eventualmente con otra persona que iba corriendo por la pista, dijo, advirtiéndole que iba a pasar:
—A tu izquierda.
—Sí, a mi izquierda, entendido —había respondido el hombre, ligeramente fastidiado. Eventualmente, Steve terminó una vuelta a la pista más rápido que el otro hombre y tuvo que volver a pasar a su lado—. No lo digas, ¡no te atrevas! —había exclamado el hombre cuando Steve había pasado a su lado de nuevo.
—A tu izquierda —dijo Steve.
—¡Vamos!
Finalmente, el hombre había terminado tan cansado que no había tenido más remedio que tirarse debajo de un árbol, recargando su espalda en el tronco, mojado de sudor.
—¿Necesitas un médico? —preguntó Steve, ligeramente divertido, acercándose a él. El hombre rió.
—Necesito pulmones nuevos. Amigo... corriste como 20 kilómetros en 30 minutos.
—Creo que empecé tarde.
—¿En serio? Deberías avergonzarte —bromeó el hombre—. Deberías dar otra vuelta —hizo una pausa—. Ya lo hiciste? Lo supuse.
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FALLEN | steve rogers [moonstone series #2]
FanfictionEmma Clinton vive, por primera vez en su vida, una vida normal. Tiene un trabajo normal como maestra de secundaria, un departamento normal en New York y... un crush enorme en su vecino. Totalmente normal. Salvo que su vecino es el Capitán América. ...