"Celos"

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Él era una buena persona...

"A toda madre" según sus propias palabras, claro que la modestia era algo voluble en su carácter últimamente. Sin embargo resultaba ser atento, caballeroso, acomedido, simpático y optimista.

Hiro siempre mencionaba que el moreno era una especie de trampa en la que tenías que caer por la fuerza, sin la posibilidad de al menos poner algo de resistencia. Nada. Conoces a Miguel Rivera, y te enamoras irremediablemente  de él, sin objetar palabra alguna.

Pero el mexicano, precisamente hoy no estaba de ganas de ser aquel buen sujeto que era todos los días de Lunes a Domingo, 24/7 incluyendo días festivos y eventos de carácter personal. Porque ese lindo chico que parecía ver siempre el lado bueno de las cosas, que encontraba belleza en todo y todos incluso cuando las personas no podían notar que la poseían, y que por sobre todo, perdonaba cualquier ofensa a su persona mostrando una sonrisa, lanzando una broma oportuna o riendo... Ese chico, estaba muriendo de celos. Solo por eso...

Sí, estaba celoso. Él de manera usual era muy "relajado" en cuanto al tema.

Pero había algo que Miguel no toleraba.

Una sola cosa, un pequeño detalle insignificante que poco a poco comenzaba a tornarse en su peor pesadilla, en los motivos por los que le dolía la cabeza y el ardor en sus palmas por siempre clavar sus uñas al hacer un puño.

Aquel sujeto engreído con manos sueltas y ojos muy, muy curiosos.

Y es que el simple hecho de si quiera pensarlo ya le ponía de malas, le arruinaba el día y hasta perdía el apetito y las ganas de cantar. La única cosa que quería hacer era desmadrar a golpes a la persona que tuviese frente a él, al causante de sus problemas, al intruso...

Ni si quiera se sabía su nombre. Pero ya lo detestaba.

Todo el tiempo a espaldas del pelinegro, siguiendo sus pasos, mirándole tan descaradamente, con esa fea sonrisa burlona en su semblante engreído. Conocía esa mirada, ese tipo traía algo en mente y no parecía ser bueno.

Sin embargo, Hiro como buen intento de novio que era le había dicho que en realidad no tenía nada de que preocuparse, que su mal humor era solo un producto de su imaginación por hacerle pensar situaciones hipotéticas que nunca tendrían lugar. Porque a él no le interesaba nadie más que Miguel, y punto.

"-Ya deja de ponerte celoso, Miguel. ¿Qué no confías en mí?"

Y de nuevo...

"-Ni siquiera lo conoces. Quizá solo fue coincidencia, a mí nadie me ha estado molestando."

El moreno ya estaba hasta la madre de tratar de explicarle que si confiaba en él, pero no en ese cabrón pervertido y acosador, en su cabeza y a sus ojos ese sujeto miraba a Hiro de aquella forma prohibida en que solo él, ¡sólo su novio! Podía mirarle y cantas veces quisiera, que para eso le daba lo de sus quincenas al Chinito este y hasta le aguantaba sus desplantes y berrinches.

Al principio al menos lo intentaba, trataba de confiar y calmarse, de olvidarse por un momento del tema y ya dejarlo por la paz, pero no, ahora ya ni siquiera fingía estar tratando. Y es que los celos consumían a Miguel de una manera casi enfermiza. ¡Él no quería que miraran así a Hiro! ¡No quería!

"-¡¡Eres un pinche cerdo, deja de mirarle así!! ¡¿Qué no ves que está chiquito el niño?! ¡Además él ya tiene cabrón, y soy yo!"

Al moreno solían agradarle los amigos del pelinegro, cuando los conocía los trataba como a todos los demás, se comportaba de manera amable y lo más amigable que pudiera, con su familia era educado y caballeroso, con la gente cercana a su novio era cálido y simpático. Y con Hiro era todo eso y más.

"Razones"[HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora