Así funcionaba la vida con Miguel Rivera. Tenía que andar siempre corriendo a todos lados detrás de él, siempre emocionándose por todo sin en verdad saber de que se trataba, tan alegre y amable con cualquier persona que se encontrara en su camino. Su actitud cálida y noble era la firma de todas y cada una de las acciones desinteresadas que hacía a lo largo el día.
A Hiro le gustaría llegar a ser esa clase de persona. Pero le era simplemente imposible.
¿Cómo Miguel era capaz de acercarse a completos extraños y hablarles como si llevase toda una vida de conocerles, cómo si fuesen su familia más cercana y más querida?
¿Cómo decía las cosas con tanta soltura, seguridad, y tranquilidad?
¿Cómo Miguel era tan social?
¡¿Cómo?! ¡Por amor a la ciencia! ¡¿Cómo?!
Hiro lo intentaba cada día, o bueno, al menos fingía que estaba tratando, es más de ver que de hacer en realidad, pero procuraba quedarse a un lado para poder tomar nota mental de lo que sucedía y como funcionaba. Casi rezando para no tener que verse involucrado en alguna situación incomoda en la que de verdad no quería estar.
Todas las mañanas al salir del departamento era lo mismo, los vecinos que se encontraban en el camino parecían ser muy buenos amigos del moreno, conocerle perfectamente y tenerle un gran aprecio, y él muy a fuerzas podía murmurar un "Buen día" mientras se desasía los dedos de las manos en nudos ansiosos y miraba a la pared o al suelo.
Los niños se les acercaban y Miguel jugaba con ellos, los cargaba, les cantaba e incluso inventaba historias para entretenerles en lo que encontraban a sus padres. El pelinegro jamás pudo entender eso, él siempre fue el menor de los hermanos, él no sabía como cuidar de alguien más. ¡No sabía ni como cuidar bien de si mismo!
A él hasta la fecha le cuidaban...
Si le pusieran a cuidar a un niño sería muy probable que terminaría perdiéndolo en su propio departamento, con un desastre al rededor, inmensas ganas de llorar en frustración y con la policía y bomberos de camino porque simplemente no sabría que hacer con... "eso".
Y en lo que él se martirizaba pensando en la mala persona que era y lo mucho que quisiera cambiar para algún día llegar a ser un adulto responsable que agrade a los niños, ya iba su novio camino al asensor ayudando a la vecina de enfrente a cargar una bolsa pesada de basura y ambos reían y hablaban fluidamente sin pena como si se llevaran bien de toda una vida entera.
Con obvia resignación en el rostro, Hiro seguía los pasos de Miguel para abordar el elevador y quizá de paso en el camino perfeccionar el arte de "el fantasma imperceptible ciego, sordo y mudo" con la esperanza de que nadie se pusiera amigable con él.
Con el mexicano estaba bien, con él no, muchas gracias, adiós.
Pero vaya que la suerte nunca ha estado de su lado, porque Miguel solo asentía con la cabeza de vez en cuando, pero era una parte activa de la conversación, y en esos momentos donde nadie más veía, él se acercaba a Hiro y le pedía que saludara, que fuera amable, o que al menos tratara aunque fuera un poquito de entablar alguna clase de conversación casual. Pero sus intentos por incluirle en las platicas siempre resultaban ser un completo asco y todos terminaban en fracaso absoluto.
"-¡Oh! ¡Pero que casualidad! Mi novio Hiro sabe de eso que usted dice... ¿No es así, Chino?"
Al principio intentaba fingir demencia al respecto girándose hacía otro lado, viendo a la pared contraría o mordiendo sus pobres y acabadas uñas, pero después de un par de pisotones y codazos por parte del mexicano, Hiro terminaba asintiendo, soltando un simple "Uhum" mientras miraba a otra parte, o en el mejor de los escenarios, diciendo solo que sí.
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"Razones"[HIGUEL]
FanfictionSerie de One-Shots sin continuidad en la trama. "Todo siempre había estado en contra de ellos. Sus personalidades tan opuestas, sus costumbres, sus similitudes escasas, los prejuicios tan marcados del mundo, el odio irracional, el miedo paralizante...