"¿Cómo se debe de amar?"

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La canción no va acorde a la lectura, pueden escucharla en cualquier momento.

*

Despertó otra mañana con sudor frío recorriendo su frente. Sus manos temblaban casi incontrolables. Respiraba tan agitado y su corazón golpeaba contra su pecho con mucha fuerza. 

Tenía miedo.

Ya lo había sentido antes, podría reconocerlo, lamentablemente. En sus peores momentos, cuando el mundo entero se cerraba encima de él y llegaba a sentir que le aplastaban todas aquellas cosas con las que no podía cargar por su propia cuenta. Entonces el aire se le iba de golpe, la poca sensatez le abandonaba, se quedaba vacío, sin las esperanzas que tanto necesitaba.

Y aun así, una cálida sensación se albergaba al lado suyo, al lado de todos esos miedos paralizantes, al lado de las dudas, de la ira, de los escenarios imaginarios e improbables que creaba en su cabeza. Aquella calidez que le hacía sentir que estaba haciendo las cosas de la manera correcta, era capaz de luchar en silencio contra todo lo malo que le había estado rodeando.

Al compás de una respiración tranquila y profunda.

Alentados en la suave textura de una piel tibia, joven, hermosa.

Entonces quizá las pesadillas ocultas en los rincones oscuros de la habitación podrían comenzar a desvanecerse con calma. Mientras el brillante cabello azabache cae sobre su rostro. Está tan relajado que de pronto duda si los motivos por los que ha despertado son verdaderos, o solo otra cruel broma de una mente cansada. Demasiado cansada.

Hiro descansa como un ángel al lado suyo, leal, amoroso, inocente, perfecto. Ignorando por completo la complicada situación de Miguel, quien le ha estado observando en el más profundo silencio, con la única esperanza de poder juntar valor para seguir durmiendo. Sin embargo, el chico le dio todo lo que una persona pudo haber dado, sin siquiera despertar, sin decir nada, sin mirarle a los ojos como siempre lo hace.

Hiro está perdido.

Y Miguel teme que no sea real tanta alegría que de pronto combate contra sus miedos. Acaricia su mejilla, remueve su cabello, toca sus manos, tratando desesperado de embonar sus dedos, siempre han sido piezas de rompecabezas que encajan sin la necesidad de forzarse. Se queda un poco más relajado al notar que de verdad está despierto, que Hiro está durmiendo a su lado, a salvo.

El mal sabor de boca de escapa por la ventana.

Las sabanas son suaves, la luz no encandila sus ojos a pesar de estar brillando por toda la habitación, el viento entra despacio y mueve las cortinas, tan blancas y traslucidas, tan livianas. De pronto se siente tan a salvo como se puede estar. Y la idea de estar feliz y ser afortunado inunda sus pensamientos.

Miguel teme a muchas cosas, aunque pasé una gran parte de su tiempo tratando de ocultar la realidad. Aunque con risas, bromas y juegos trate de disfrazar las verdades, aunque trate de meterlas bajo la cama. Guardadas en pequeñas cajas a simple vista, tratando de fingir que no existen, que no importan, que a cualquiera le sucede lo mismo.

Es un juego lleno de engaños.

Pero salen durante un lapso en las tardes, cuando Hiro está afuera en el balcón tratando de respirar. Miguel le observa sentado en la silla de la habitación, con las cortinas recogidas, la luz naranja y rojiza amenaza con meterse a su guarida, rebotando sobre la cama, el piso, los muebles, el espejo. Aquella quietud que no borra ni la música, ni los gritos, ni el sueño. Hay una sensación de infinidad indescriptible que ha llegado a atormentarle. 

Sin su ancla al alcance, los miedos se desbordan de sus escondites. 

Presurosos salen a borbotones desde los cajones, debajo de la cama, de los rincones. Las sombras han comenzado a formarse y las pesadillas adquieren forma tangible. Miguel puede verlos claramente, saliendo con prisa y amontonados, aferrándose a sus pies, ahogándolo.

"Razones"[HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora