"Comestibles"

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"Otro día en el paraíso", pensó Miguel sonriendo para si mismo, mientras jalaba con cierta insistencia la huesuda mano de su novio asiático por las transitadas calles de la ciudad.

"Jodido Miguel", pensaba Hiro, ya le dolían las piernas de tanto andar caminando como idiota de un lado a otro, le sudaba la mano que el moreno usaba para tirar de él y bueno, también la que no estaba sosteniendo.

Además, con el clima tan extraño de ese día, que de ratos se nublaba y de ratos se despejaba el pelinegro estaba a casi nada de comenzar a quejarse del horrible tiempo que hacía y comenzar una de esas rabietas dignas de un actor dramático, hace ya más de hora y media que se quería regresar a casa porque eso de andar a regaña dientes de un lado a otro no le estaba funcionando, ni a él, ni al idiota de su novio, necio y egoísta.

¿Cuál es el problema de Miguel, eh? ¿Qué tiene en la cabeza que no entiende que la ultima cosa que quiere hacer es salir de la comodidad de su casa en su día libre y con el clima asqueroso que hace allá afuera?

¿A caso si le pegaba tan fuerte en la cabeza que ya hasta le afectó el razonamiento lógico? ¿Eso era si quiera posible? Vaya, que al parecer sí lo era. Porque al moreno volvió a importarle menos que nada la opinión de su casi desvalida y floja, pero muy muy floja, pareja.

Porque Miguel solo colocó ambas manos en su cintura, imitando la pose de una jarra, y moviendo su piecito de arriba a abajo entre impaciencia y enojo, utilizó una perfecta técnica de intimidación y autoridad. Completamente seguro de que su abuelita estaría orgulloso de él, le dijo a Hiro...

"-El clima está muy bonito, Chino, no seas mamón. Es nuestro día libre y me toca decidir, así que te me vistes que vamos a salir al mandado y punto. Ya no se habla más del asunto."

¡Al mandado!

¿En serio, Miguel? ¡¿Al mandado?!

Al principio Hiro pensó que el moreno estaba bromeando, pero conforme le veía comenzar a vestirse, lavarse y ponerse las botas, fue entendiendo que la cosa iba en serio. Y aun así no se la podía creer.

¡Él quería quedarse en casa a dormir! ¿En serio era mucho pedir?

Bueno, al parecer, para Miguel sí lo era, porque ya llevaban más de media hora en el pasillo de pastas tratando de elegir que clase de pasta se llevarían para comer. ¿Daba lo mismo, no? Toda sabe exactamente  igual, lo único que cambia es la figurita, listo. Y sí, sí le gustaba la pasta, es de sus comidas favoritas, pero el moreno está haciendo que algo tan fácil y sencillo como elegir el tipo de pasta, se vuelva tedioso, insoportable e infinitamente aburrido.

Se quiere ir a casa.

Reconocía la habilidad de su novio para desesperarle cuando se lo proponía y matarlo de estrés. Porque estaba ahí parado, fingiendo o de verdad ignorando, el hecho de que Hiro estuviese a punto de reventar y aventarle el carrito de las compras a Miguel.

En serio, ¿en qué país es divertido llevar el carrito de las compras durante todo el día y por qué pensó el moreno que eso le convencería o le tendría de buen humor? ¿Qué tiene en la cabeza?

-¿Moñitos..? ¿O espirales..? Humm, sí está algo difícil. ¿Tú qué opinas, mi Chinito? -Miguel estaba, como siempre, muy feliz de la vida, completamente ajeno a la inmensa ira que Hiro sentía por tener que venir a hacer "el mandado" en su día libre con él. Sin embargo al no escuchar su respuesta, se extrañó -¿Chinito..?

Se giró a buscarle, algo preocupado de ya haberle perdido tan pronto entre los pasillos del supermercado, ya hasta comenzaba a plantearse lo que diría por el alto parlante cuando fuera a la caseta de seguridad alegando que "perdió a su niño".

"Razones"[HIGUEL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora